Soporrrrrrdi González. Vuelve, cada semana, el hombre. Aunque cualquiera diría que siempre está ahí, como el dinosaurio de Monterroso. Echa más horas Soporrrrrdi en esta edición de ‘GHVIP’ que los antiguos serenos. Anda el pobre sobreexplotado. Con esa dejadez que le caracteriza. Tratando de sacar lo mejor de sí mismo del pozo de su desgana. Su voz sonó, una vez más, como venida de ultratumba: “La audiencia ha decidido que debe abandonar la casa… ¡Sema!”. Y me alegré. Me alegré tanto que no pude evitar sobresaltar, tras lanzar un alarido de alegría incontenible, a mis sufridos vecinos, dos carcamales bicentenarios que cada jueves optan por tragarse, en un ejercicio de nostalgia existencial de lo más comprensible, ‘Cuéntame cómo pasó’. Ellos intuyen que yo veo ‘GHVIP’. Por eso me escrutan, al cruzarme con ellos o coincidir en el ascensor, como se miraría a un chiflado o a un condenado a muerte. Me alegré por ‘Carlitros’ Lozano, mi superhéroe justiciero de esta edición.
‘Carlitros’ Lozano, mi apuesta de este ‘Gran Hermano’. Parece un personaje de aquellos antiguos tebeos que amenizaron nuestras infancias, recién salido del magín de Vázquez o Escobar, pero no lo es. Se trata de un tío muy real. Ajeno a las marcianadas del resto de los habitantes de la casa. Alguien que conoce la herramienta necesaria para sacar de sus casillas a un ‘friqui’ descontrolado. La excepción de un concurso repleto de morralla televisual.
Me he hecho fan de este presentador al que en un principio, por sus actitudes chulescas y esa bochornosa manía suya de hablar solo, tomé por impresentable. Pero al fin he visto la luz y he caído en que es nuestra gran esperanza rojiblanca. Desfacedor de entuertos. Quijote que, junto a su Sancho de pega (el tal Alejandro Nieto, el ‘hombre más guapo de España’, quien últimamente parece haberse comido, de golpe, toda la despensa del casoplón), no duda en enfrentarse a molinos de viento que son dos gigantonas pijiteñidas hasta el tuétano. O sea, las ‘cuñis’: Belén Roca (quien ha abandonado voluntariamente el concurso por motivos familiares) y Charlotte.
Dos tiparracas para quienes gastar una bromilla a un compañero al que no tragan consiste en meter su cepillo de dientes en un váter y permitir que lo utilice. ¡Cosas veredes, amigo Sancho, que harán temblar las paredes! Belén y Charlotte, tal para cual, ayudadas en ocasiones por esos muebles de Ikea mal montados que han resultado ser Raquel ‘Rollo’ y ‘Sosssa’ Benito (afortunadamente, ya fuera de la casa). Cuatro brujas macbethianas que han acusado a Carlos Lozano de jovencero, de viejo-verde-que-te-quiero-verde, de presentador plomizo, de ‘troner’ con ínfulas, de televisivo en las últimas de Filipinas, de maltratador, de dipsómano empedernido (de ahí la cariñosa coña del título de este post), de plomizo y, si no lo han hecho responsable del asesinato de Martin Luther King, es porque ninguna de las cuatro tiene puñetera idea de quién leches fue Martin Luther King. Ni lo sabrán nunca. Puesto que ninguna de ellas está ahí por sus conocimientos de Historia Contemporánea sino por otros asuntos de índole telebasurera. Qué cruz.
Va a resultar que, después de todo, los únicos en este país que han hecho algo por celebrar como la razón manda el IV Centenario de la muerte de Cervantes, son los ‘telecinqueros’. Paolo Vasile, ¿está usted bien? ¿Seguro que no tenemos que preocuparnos? Meten a Don ‘Carlitros’ Lozano de La Mancha en la casa de Guadalix para que ponga en su sitio a todo mastuerzo que se cruce en su camino. Eso sí, no deja de llamar la atención que nuestro caballero andante se haya juntado demasiado a ese niñato surgido de la impostura denominado El Pequeño ‘Nicobluf’. ¿Estrategia o hay algo más? ¿Nos estamos perdiendo algo? Ya veremos en qué acaba la cosa. Tiempo al tiempo.