Doña Letizia lució hasta en cinco ocasiones clave los pendientes artesanos de Mar Aldeguer mientras miembros de la familia real británica como Camilla Parker o su sobrina Katie Elliot no dejan de llevar las piezas -también talladas a mano- de Anton Heunis.
Separados en el nuevo Soho madrileño -el distrito de Justicia- por apenas veinte metros, Anton desde la calle Fernando VI y Mar en Barquillo 34 han luchado para posicionar desde cero unas marcas que van en camino de desbancar a las grandes.
ANTON HEUNIS
Es un sudafricano con ascendencia alemana que vino hace 12 años a Madrid por amor y con una maleta en la que sólo pesaban sus anillos hechos de hormigón que soñaba algún día poder cubrir de cristales de Swarovski. Acababa de terminar la licenciatura de Bellas Artes con la especialidad de joyería en Munich a la que solo pueden acceder cinco privilegiados estudiantes al año.
Anton llegó a crear colecciones para grandes marcas como Ungaro. Se decidió a dar el paso para montar su propio negocio cuando comprobó sorprendido que sus creaciones para Roberto Cavalli se vendían en un escaparate de la capital española por 380 euros. A él le pagan menos de dos euros por joya entregada.
Sin saber ni una palabra de español reclutó material en la calle Montera 24 donde se ubica el único edificio de Madrid repleto de talleres de joyería y proveedores de metales. Con las piezas diseñadas en esa expedición aterrizó en la London Fashion Week en la que Lane Crawford (uno de los centros comerciales más grandes del mundo) y Harvey Nichols (de las superficiales comerciales más sofisticados de Nueva York) le encargaron pedidos.
Ahora comercializa su marca a 400 puntos de venta y TsUM o Tomorrowland, las mejores tiendas de Rusia y Japón respectivamente, no fallan a los pedidos de Anton Heunis colección tras colección.
A veces comprueba atónito como H&M o Asos venden copias exactas o incluso colecciones enteras como las suyas. "Es inútil denunciar porque el proceso es largo y puede llegar a costarte 8.000 euros. Patentar cada pieza cuesta 200 euros, es inviable hacerlo con todas", concluye.
Kate Moss, Diane Kruger, Charlize Theron, Eva Longoria y miembros de la familia real catarí se han cubierto con sus joyas artesanales.
Normalmente sus piezas están cuajadas de cristales, metales y perlas de Swarovski. Unas joyas que miran al futuro, pero siempre con un toque vintage, basadas en el art decó y que vende a unos precios de los 80 a los 800 euros.
“Me adapto a las exigencias del mercado. Las japonesas buscan joyas pequeñas, las rusas son las más atrevidas y a las americanas se pirrian por los collares de vueltas”, relata Anton Heunis a EL ESPAÑOL.
“Creo que el futuro pasa por diseñar con maestría, pero con un toque de humor como refleja Alessandro Michele para Gucci y por Fashion Net que permite al usuario pagar a plazos compras elevadas haciendo el lujo accesible a cualquiera”.
MAR ALDEGUER
Es la dueña de la marca Coolook en la que vende pendientes artesanos que se hicieron conocidos porque Isabel Preysler ha llevado en más de 20 ocasiones sus joyas bañadas en plata certificada. “Normalmente acudo a su casa para enseñarle el muestrario o cada vez que tiene un acto Cristina Reyes (la estilista de la reina de corazones) se interesa por la marca. Me ha ayudado en infinidad de ocasiones”, concluye Mar sobre su ya amiga Isabel.
Su familia es la dueña de Vidrios Gordiola situada a la altura de Algaida (en la carretera de Manacor) en la isla de Mallorca y a la que cada verano acude Doña Sofía en visita a la fábrica de vidrios que cumplirá 300 años de antigüedad en 2017 y que alberga un museo del vidrio en su interior.
El embajador de Estados Unidos, James Costos y su pareja el decorador Michael Smith han invitado a Mar a cenar a la embajada que han engalanado con vidrios Gordiola en honor a la familia de la joyera.
Mar fue una reputada periodista de corazón que se pasó a las grandes revistas de decoración. Un máster especializado en publicidad en ESIC -la misma universidad en la que estudia marketing la modelo Blanca Padilla- unido a la profesión de su familia le animó a montar su propia firma.
Al igual que Anton, Mar no se libra de que grandes marcas como Tous se inspiren en el diseño aún así ella vive “el día a día”. “No me quiero volver loca abriendo franquicias. Voy poco a poco con mi tienda como base de mi marca”, cuenta sobre como fluye su incipiente negocio.
“Ella conocía mi trabajo y ha querido llevar mis piezas. Hay señores que vienen a comprar dos pares de pendientes iguales y yo no pregunto para quien son”, contesta con un símil la prudente Mar sobre que la Reina Letizia haya confiado en su marca. El Palacio de la Almudaina, la presentación de la exposición de Zurbarán en Dusseldorf, un acto para erradicar las enfermedades raras o el día siguiente de los Premios Príncipe de Asturias han sido las citas en las que Doña Letizia ha recurrido a Coolook.
Ana Boyer, Cristina Cifuentes o Belén Rueda son asiduas a la marca, pero aspira a que “Angelina Jolie lleve mis pendientes ya que es una persona con grandes valores”.
Para el próximo verano Mar quiere ayudar a la mujer activa y viajera con una colección de piedras intercambiables con hasta 49 posibles combinaciones. Comprando un par de pendientes te podrás hacer con lapislázulis, madre perla, cuarzo, amazonita, onix o amatista verde que la clienta podrá conjuntar a su gusto. “Las mujeres necesitan una solución en el día a día y que sea fácil”, explica la creadora. Dentro de una marca en la se puede gastar 25 euros en unos pendientes a 1400 euros en un collar.
Coolook y Anton Heunis poseen gustos diferentes y que van camino de convertirse en marcas superlativas que guardan increíbles similitudes.
Ambos se adaptan a los nuevos tiempos viviendo el día a día, bajando los precios de cada joya, pero sin restar calidad.