Pocos periodistas en este país pueden presumir de conocer a Isabel Preysler, y uno de ellos es Jaime Peñafiel. “Yo estimaba a Isabel porque era la mujer de mi mejor amigo, Julio Iglesias, el hombre que años más tarde fue el padrino de mi boda, el 6 de junio de 1984”, así arranca el veterano periodista su último libro Isabel. La amante de sus maridos (Ed. Grijalbo).
Preysler ha conseguido mantenerse en el primer plano de la actualidad a lo largo de 45 años sin romperse ni mancharse, a pesar de todas las cosas que le han pasado en la vida y no siempre buenas. Si algo la caracteriza es que es apasionada y lucha por lo que quiere. Peñafiel confiesa a EL ESPAÑOL que tuvo que explicarle a Preysler el significado del título del libro, ya que a priori a esta no le gustó mucho.
"Amante y esposa, no es un juego de palabras. Son complementarias, más aún en el caso de Isabel que sabe conjugar las dos. La esposa pasado el tiempo adquiere el rol de madre, olvidando que un día también fue amante, en el más amplio y exacto sentido de la palabra. Las necesidades de la casa y la familia acaban descuidando la parte sexual, tan importante en la relación de pareja", matiza el autor.
Una de las partes más interesantes del libro es la que describe con todo lujo de detalles la infancia y juventud de Isabel en Manila. Para ello el autor ha contado con la ayuda de Georgina Padilla Zóbel, una ilustre dama de la alta sociedad filipina y amiga íntima de Preysler. Los abuelos de ambas ya mantenían una gran amistad. La familia materna de Preysler tenía extensas plantaciones de azúcar y arroz, mientras que su familia paterna también provenía de una saga de ricos terratenientes.
Isabel vivió en dos lujosas urbanizaciones de Makati en Manila, asistía a fiestas en los jardines de las mansiones y participaba en desfiles de moda en los que las chicas de la alta sociedad manilense hacían de modelos. Destacó desde pequeña como líder y durante varios cursos fue la delegada de la clase. "Siempre representaba los papeles protagonistas en las obras de teatro y durante cinco años consecutivos fue la Virgen María en el pesebre viviente. Esto le infundió bastante seguridad en sí misma", relata Georgina a Peñafiel en el libro.
También desvela que el amor fue el motivo que trajo a Isabel a España con 17 años. Se había enamorado de un rico playboy de 27 años y a sus padres no les agradaba la relación. Así que para evitar la boda, decidieron enviar a Isabel a Madrid, con sus tíos para que continuara los estudios en el Mary Ward College de las monjas irlandesas.
El libro retrata muy bien a los cuatro hombres que han pasado por la vida de la reina del papel couché. Revelador el día de su primera boda con Julio Iglesias, en el que Isabel no paró de llorar, pero no eran lágrimas de emoción ni de alegría sino de angustia y tristeza porque se casaba embarazada, con el primer hombre con el que se había acostado, y sin que su padre la pudiera llevar al altar, ausente por motivos familiares. Sí estaban presentes su madre y su hermana, que nada sabían del futuro bebé.
"Julio, tú tuviste que pedirme muchas veces que nos casáramos, pero yo te voy a decir una sola vez que nos separamos". Así de tajante rompió su matrimonio Isabel con el cantante en medio de la sala de equipajes del aeropuerto de Barajas. No dejó a Julio por el marqués de Griñón como se ha dicho muchas veces. A Carlos Falcó empezó a conocerle y a verse muy frecuentemente, pero este salía por entonces con Sandra Gamazo.
Luego vendría su tercer matrimonio con el socialista Miguel Boyer, uno de los políticos más poderosos de la democracia. Y ahora, desde hace casi un año, el Nobel de literatura, Mario Vargas Llosa.
Con este último Jaime augura habrá boda antes de finalizar el año pues Isabel no es mujer de amantes sino de maridos. "Se conocieron hace 30 años cuando ella le entrevistó para ¡Hola! Y algo pasaría allí ya para que ahora años después la chispa haya vuelto a prender", razona el periodista.
A ambos se les ve felices y el escritor necesitaba la pasión que su mujer Patricia, ya no le daba pues se había convertido en su 'madre-secretaria'. Aunque muchos han criticado la rapidez con la que la viuda de Boyer rehízo su vida sentimental, Peñafiel la defiende argumentando que "Miguel ya se había ido desde que le dio el ictus. Fueron dos años y siete meses en los que ella lo cuidó y no se separó de su lado. Tiene todo el derecho a rehacer su vida".
Isabel tiene ese encanto de las orientales, una elegancia innata que provoca admiración en todas las mujeres más que cariño. En este libro imprescindible uno puede descubrir las luces y sombras de la apasionante vida de la dama más importante de este país. Ni Bordiú, ni Koplowitz, ni la duquesa de Alba, ni la Thyssen… Preysler es la reina y nadie ha sido capaz aún de destronarla.