Aprovechando que este año es el último de su mandato como presidente de EEUU, Barack Obama (55) se ha tomado ciertas licencias a la hora de festejar su cumpleaños. Aunque oficialmente la fecha es este jueves, y será durante esta jornada cuando sople las velas con la familia y llegue la avalancha de felicitaciones y fotos a través de las redes sociales y los medios de comunicación, lo cierto es que el comandante en jefe ya ha disfrutado este pasado fin de semana de una celebración más íntima, sin famosos ni políticos.
El pasado sábado se reunió con un grupo amigos de la infancia para jugar al golf y descansar en la residencia oficial de Camp David, en el estado de Maryland. Los elegidos fueron Mike Ramos, Bobby Titcomb y Greg Orme, tres compañeros que estudiaron con él en su instituto de Hawái y que ya son populares por arropar al mandatario cuando busca escapar del estrés gubernamental y del foco mediático.
Sin duda la ocasión lo merecía, y no sólo por ser su último año en el cargo. Alcanzar los 55 años en EEUU tiene un cierto significado añadido, algo parecido (no idéntico) a lo que en España podrían ser los 65. A esa edad se considera que un norteamericano ya es ciudadano senior. No es que tenga derecho a la jubilación todavía, pero la mayoría de supermercados y grandes almacenes empiezan a aplicar un descuento en los precios equiparable al nuestro en la tercera edad, lo que da lugar a chascarrillos.
Para conmemorar el cruce de esta barrera psicológica y el final de sus aniversarios como presidente, Obama ha pasado un fin de semana de relax, según desvelaba el corresponsal para la Casa Blanca de la CBS, Mark Knoller, en su cuenta de Twitter. Después de jugar al golf durante la mañana del sábado en la base de la Fuerza Aérea de Andrews, el anfitrión y sus tres amigos se trasladaban a pasar el resto del fin de semana a la finca de Camp David, que por cierto llevaba un año sin visitar.
Esta no es la tónica habitual en las celebraciones de Obama, que suele rodearse de famosos, políticos y figuras del deporte en muchos de sus eventos sociales. Sin embargo, lo cierto es que la mayoría de sus cumpleaños suelen transcurrir discretamente, por el hecho de caer en 4 de agosto, plena temporada vacacional, lo que dificulta cuadrar agendas.
El año pasado, sin ir más lejos, la celebración también fue de perfil bajo en la Casa Blanca. Lo que sí se repite es el escenario. Camp David es uno de los destinos favoritos del líder estadounidense a la hora de buscar tranquilidad con su familia y amigos.
Allí pasó también su 48 cumpleaños jugando al baloncesto y los bolos con sus más íntimos. Ya al año siguiente se saltó el retiro de Maryland para viajar a la ciudad de Chicago, también rodeado de amistades, pero sin su esposa y sus hijas, ya que Michelle (52) y Sasha (15) se encontraban aquel 2010 de viaje turístico por España, y Malia (18) estaba de campamento de verano.
En 2013 volvió a optar por la sosiego de la finca presidencial. Y eso que no siempre el dirigente se ha decantado por la tranquilidad a la hora de las conmemoraciones. Pasará a la historia de los saraos de la Casa Blanca el 50 aniversario de la primera dama, a la que su esposo sorprendió con un baile al que acudieron 500 invitados, entre artistas, deportistas y políticos, y que contó con las actuaciones musicales de Prince, Stevie Wonder, Paul McCartney (74), Gladys Knight, James Taylor, Herbie Hancock, Smokey Robinson o Beyonce (34).
EL REGALO DE TRUMP
Pero cumplir primaveras también tiene su parte negativa, como es natural. La imagen física de Barack Obama se ha ido resintiendo cada 4 de agosto. De hecho, en 2010, segundo año desde su elección, el presidente ya declaraba que se notaba "muchas más canas en el pelo que en 2009". Sin duda, este envejecimiento se explica por la tensión inherente al cargo y, cómo no, por los disgustos de las campañas electorales que arrastra y que siempre coinciden con el mes de su cumpleaños, ya que en EEUU los comicios son por ley en noviembre.
Por ello, no es de extrañar que Obama esté habituado a que algunas de estas celebraciones le pillen en plena refriega política. Aunque este año ha sido quizá el más agitado, al haber tenido que soportar durante su fin de semana de retiro cómo Donald Trump (70), el aspirante republicano a sucederle, le tildaba como el peor líder de la historia de su país.
No es la primera vez que Trump le fastidia un cumpleaños a Obama. El magnate metido ahora a candidato fue uno de las figuras que lideró durante la campaña de 2008 el 'Birther Movement', una iniciativa que promulgaba una teoría conspirativa, según la cual Obama no habría venido al mundo en EEUU sino en África, lo que le inhabilitaría para el cargo. La partida de nacimiento del líder demócrata sellada por el estado de Hawái terminó con la polémica.
¿56 EN ESPAÑA?
Dejando al margen la contienda política, Obama llega a los 55 en uno de sus mejores momentos personales. Con la popularidad de su esposa Michelle en lo más alto tras su brillante y emotivo discurso durante la convención demócrata, y orgulloso de cómo se ha encarrilado el futuro profesional de su hija Malia, que está tomándose un año sabático (con temporada en España incluida) antes de incorporarse a la Universidad de Harvard, siguiendo los pasos de su padre.
Además, una vez que desalojen la Casa Blanca la familia recuperará de nuevo cierta intimidad y privacidad con la mudanza a su nueva y lujosa mansión de 2.500 metros cuadrados, nueve habitaciones y ocho baños, valorada en casi seis millones de dólares, en uno de los mejores barrios de Washington, D.C.
Por ello, su próximo cumpleaños será sin duda diferente. Habrá otro inquilino en Camp David y el ex mandatario deberá buscar nuevo destino para el 4 de agosto de 2017. ¿Podría ser España? Quizá. Cuando el Gobierno de EEUU acortó la última visita oficial a nuestro país y canceló el recorrido turístico previsto por Sevilla tras el tiroteo de Dallas, Obama prometió volver con más calma y de viaje personal. Habrá que preparar las velas, por si acaso.