Ocurrió el sábado 20 de agosto en Peal del Becerro, un pueblo de Jaén situado en el otro lado del toreo, el salvaje circuito de las plazas de tercera. El mapa de la temporada lo completan varios infiernos de chapa y barro convertidos en yacimientos arqueológicos de la tauromaquia. "Era un festejo mixto. Por delante iba un rejoneador. El caballo siempre deja agujeros en el terreno, mueve la arena", explica Soto. "La presidenta se negó a repasar y arreglar el ruedo para los toreros y salió el primero de los novillos para la lidia a pie y no hubo problema, lo lidiamos bien", se acerca José Manuel al momento que parte en dos su biografía.
"Y después lo mío", disecciona asumido el trance. "Al salir del golpe noté que tenía la pierna muerta. Me partió la arteria, nervio y ligamento". La plaza era una jaula, mitad de obra, mitad portátil. Demasiado altas las barreras, "era imposible saltar al callejón". Una gymkana mortal. "Las condiciones", dibuja la ratonera, "no eran las mejores para torear y que saliera bien".
Y desde que lo recogió la ambulancia se hundió en un laberinto de médicos y traslados. "Me llevaron a un ambulatorio cercano a la plaza. Allí estaba todo el mundo nervioso. No sabían qué hacer. Tuve que decirles a los médicos que me quitaran la taleguilla porque no sentía la pierna", resume aquellos momentos de apnea. "Me anunciaron que tendrían que trasladarme al hospital: había que esperar a la ambulancia que estaba cubriendo el festejo". Los minutos pesaban en la maltrecha pierna. "Fue terrible", había que esperar a que terminara la novillada.
La siguiente parada fue en el centro médico de Úbeda. Allí se vio solo, braceando por no desmayarse y con el mecano de la pierna latiendo debajo. "Luché por mantenerme consciente. Fue el peor momento de mi vida". Ante él, echado sobre una camilla, la nada. Un pasillo de hospital vacío. "Me metieron en un despacho y ya llamé a mi padre, que se puso en contacto con mi novia y los compañeros con los que había actuado esa tarde". Otra ambulancia lo transportó hasta Jaén. "Yo sólo quería que me durmieran y operaran". El primer médico que lo vio miró el reloj y preguntó a Soto.
Eran las once y media de la noche.
-¿A qué hora fue?
-A las ocho, respondió el banderillero.
"Primero me colocaron todos los huesos afectados, la tibia y la rodilla. No había circulación". Más tarde, varias horas después del percance, tan lejano ya aquel eral, le abrieron la pierna desde el muslo hasta el tobillo para tratar de desenredar el amasijo vascular. "Me colocaron un by-pass y esperamos. En realidad no mejoraba nada. Después de dos o tres intervenciones más tomamos la decisión. Para adelante, les dije". Los médicos decidieron amputarle la pierna. "Había que hacerlo, estaba perdiendo la vida", asegura.
¿Cree que se podía haber evitado el resultado final?
No sé, creo que la pierna la tenía perdida. Sí se podían haber hecho las cosas más ágiles. Podrían haber llamado a un helicóptero desde la plaza o suspender el festejo y trasladarme en esa ambulancia. Cualquier cosa menos lo que pasó, se sacude aún las horas podridas.
José Manuel Soto, que aún sigue ingresado en la habitación 419 del Hospital Quirúrgico de Jaén, se hace a un lado ahora en la profesión. "Hombre, la profesión…", se le corta la voz. "La profesión no creo que vuelva a ejercerla", remonta. "Estaré ligado al mundo del toro, eso sí, desde la escuela, con mis compañeros, eso lo tengo claro". La afición lo enganchó desde pequeño. Nació en La Algaba, localidad situada en esa zona de Sevilla donde el toreo es polución, y se hizo banderillero en 2007. Tiene una hija de 10 años. "Ahora voy a luchar por sacar adelante a mi familia. Tengo el cariño de mi familia, de mi novia Lola", encoge la voz, "y de los compañeros. No queda más remedio que tirar para adelante, es lo que hay".
También habla sobre si adoptará medidas legales. "La verdad es que no lo sé. No me importa. Tengo que recuperarme, es lo primero. Recuperación, recuperación y recuperación", repite. La mentalización como pócima. El toreo ya le prepara un festival en la Maestranza el próximo 12 de octubre. Se han ofrecido Pepe Luis Vázquez y Roca Rey. "Si no tuviera este apoyo no estaría así. No sacaría fuerzas de ningún lado. Me siento totalmente agradecido. Ojalá sea una tarde bonita".