Protocolo: Dícese del conjunto de reglas establecidas por norma o por costumbre para ceremonias y actos oficiales o solemnes (RAE).
La reina Letizia (44 años) se conoce al dedillo la teoría, pero a la hora de ponerla en práctica recurre a esa espontaneidad de la que en pocas ocasiones ha hecho gala y que tanto reivindican sus súbditos. La última vez que la esposa del rey Felipe (48) venció al protocolo fue el día de su cumpleaños. Justo esa tarde-noche se inauguraba la nueva temporada del Teatro Real.
El dress code de la invitación lo decía bien claro: "Traje largo" para ellas y "smoking o traje oscuro" (sic) para los caballeros.
La reina consorte prefirió obviar el contenido de la invitación y, para disgusto del resto de invitadas, optó por un vestido negro corto con la parte baja de encaje firmado por Felipe Varela (48).
La decisión incomodó a algunas de las asistentes, que se afanaron en cumplir a rajatabla con un protocolo que sí respetó el rey Felipe. Aunque el monarca no recurrió al esmoquin, lució traje oscuro tal y como rezaba la convocatoria.
Moda en Nueva York
El de su cumpleaños no ha sido el único error estilístico protagonizado por Letizia en los últimos días. Su viaje a Nueva York, a principios de semana, ha dado mucho de sí. La diferencia entre las dos jornadas de trabajo de la esposa del rey Felipe son abismales en lo que a looks estilísticos se refiere.
Así, mientras que el primer día doña Letizia recurrió a Carolina Herrera para dos modelos con estampado floral con los que conquistó a los estadounidenses, uno en tonos blancos y rojos y el segundo en blanco y negros, la segunda y última de las jornadas vino protagonizada por dos errores en su vestuario.
El primero de ellos no era otro que un conjunto blanco demasiado sobrio de Hugo Boss que además ya había lucido con anterioridad para un acto de la misma organización: la FAO.
La vacuidad del vestido unida a su delgadez no le favorecían en absoluto, algo similar a lo que sucedió con el segundo de los estilismos elegidos para la última jornada en Nueva York.
Pese a que el vestido elegido esta vez le había hecho triunfar en los premios Príncipe de Asturias de 2010, en esta ocasión el peinado y los complementos elegidos otorgaban al look un aspecto lúgubre y pálido: se trataba del vestido negro bordado que esta vez combinó con unas sandalias negras que no destacaban y un recogido que le sumaba años y otorgaba un aspecto rudo y áspero a su rostro, a diferencia de la primera vez que Letizia lució el modelo.
Otras 'salidas de pata de banco' reales
En los últimos meses, Letizia se ha saltado el protocolo o el savoir faire en alguna que otra ocasión más.
Una de las más comentadas fue la del pasado año en un viaje oficial de los reyes a Honduras y El Salvador. Allí fueron convidados por el presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, y su mujer, Ana García de Hernández, a una cena de gala en Tegucigalpa a la que acudía el cardenal arzobispo de dicho lugar. Si bien es cierto que no se exigía que las damas fueran de largo en esta ocasión, las reglas básicas del buen gusto, la consideración y el decoro abogan por esta opción o, en su defecto, por atuendos que se alejen la frivolidad hollywoodiense, los escotes y las minifaldas.
Esa noche la esposa del rey Felipe eligió un little black dress o, lo que es lo mismo, un vestido negro corto con pedrería y lentejuelas palabra de honor más propio de una actriz de cine que de una reina que acude a una cena de gala en el marco de un viaje de cooperación.
También suscitó comentarios el polémico vestido que lució en Málaga un año antes. Lo había estrenado en una cena que tuvo lugar en Miami meses antes y el sector conservador, así como los detractores de la reina Letizia, lo consideraron como "demasiado atrevido": de nuevo, vestido corto en color negro firmado por Varela. En este caso, el diseño llevaba la espalda semitransparente bordada. Elegante y sexy pero poco apropiado protocolariamente hablando.
Su 'batalla' con los militares
El Ejército, de mentalidad conservadora y disciplinada, ha sido uno de los sectores que más veces se ha encontrado con las reticencias de la reina Letizia a la hora de seguir las directrices protocolarias de los actos castrenses, caracterizados tradicionalmente por la mantilla, la peineta y el traje largo negro. Unas premisas que la reina Sofía (77) cumplía a rajatabla y que a su nuera no terminaban de convencerla.
De hecho, el pasado año ya aparcó los obligados complementos en el armario en un acto de la Guardia Civil en Vitoria y los sustituyó por el traje blanco de la proclamación de su marido, sentando un importante precedente que se confirmó en eventos castrenses posteriores.
Así ocurrió meses después en la Academia de la Policía Nacional de Ávila, donde presidió un acto de este tipo. Y el pasado mes de junio en Salamanca.
Pese al malestar del Ejército, la esposa del rey Felipe eligió para esta última ocasión un vestido en rosa palo con un abrigo a juego con brocado. La reina Letizia está en posición de no ajustarse al protocolo si así lo estima e, incluso, cambiarlo para adecuarlo a sus necesidades y eso ha sido justamente lo que trata de hacer con los actos militares.