Son los momentos en los que se siente más a gusto. Lo reyes presidieron la entrega del 65º Premio Planeta y la reina se mostró relajada y satisfecha. Con una eterna sonrisa, doña Letizia departía con prensa e invitados de toda índole. Habló ccon intención de mostrarse relajada con los periodistas y hasta saludó a alguno al tropezarse con él en el baño. "Que dices, declaraciones ahora", bromeaba la reina, tranquila y discreta. Y cuando Dolores Redondo, ganadora del 65 Premio Planeta, subió al escenario, doña Letizia le dio masajes en la espalda para tranquilizarla. "Estoy muy nerviosa", decía la autora ante las caricias relajantes.
Nada, no obstante, sirve para aplacar la imagen de tensión que la reina transmite en todos sus actos públicos. El gesto de doña Letizia, pese a sonrisa, delataba cierto nerviosismo en el escenario -sus brazos torneados y fibrados llamaron la atención de muchos-, porque entrelazaba las manos hasta el punto de enrojecer los dedos. Las venas de los brazos marcadas, la mandíbula prieta y sus ojos atentos a cualquier movimiento contrastan con ese gesto cotidiano que ofrece a quienes se cruzan con ella cuando no hay cámaras.
No como su marido. El rey Felipe VI ofreció en todo momento una relajada sonrisa y hasta bromeó con el presidente de Planeta, Josep Crehuereas, sobre el premio. Cuando Redonde subió al estrado hecha un manojo de nervios, el rey le espetó a Crehueras: "¡Ella no lo sabía!". Y eso que los reyes saben del funcionamiento del premio porque no es la primera vez que lo protagonizan. En 2011, presidieron el Premio Planeta todavía como príncipes.
Antes de sentarse a la mesa los reyes Felipe VI y Letizia posaron ante las cámaras con un nutrido grupo de políticos que pese a la crisis querían mostrar su cara más amable. No se lo perdió Albert Rivera (Ciudadanos), que posó bajo la discreta mirada de su novia, Beatriz Tajuelo (la azafata se llevó varios libros que regalaba Planeta todos los invitados). También sonrió a las cámaras Soraya Saénz de Santamaría, que casi se marca un baile con Daniel Arjona, un destacado periodista cultural. María Dolores de Cospedal, con una elegante chaqueta blanca estuvo escoltada en todo momento por Xavier García Albiol, líder del PP en Cataluña.
La representación del PP fue mayoritaria, con Ana Pastor (presidenta del Congreso) y María de los Llanos de Luna (delegada del Gobierno en Cataluña), a la cabeza. Y aunque muchos esperaban algún gesto, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, estuvo amable con los represetnates del Gobierno. Puigdemont se presentó solo al encuentro, algo que empieza a ser muy habitual en él.
La reina saludaba a los presentes con sus torneados brazos mientras Felipe de Borbón lucía su seductora sonrisa. No era lugar para despechos y pese a que Cataluña vive una crisis institucional con España fuera de todo orden, los políticos de aquí y de allá se saludaban con una cortesía que entrona con el protocolo más sublime. Incluso Artur Mas, ex presidente y ahora imputado (por desoír las ordenes del Tribunal Constucional) entró en la ceremonia a paso lento y con saludo efusivo. Todos se hacían la foto con el personaje de turno, ya fuera Mas y su mujer, Helena Rakosnik, ya fuera Risto Mejide y su novia, la bloguera y modelo Laura Escanes.
Muchas celebrity patria por metro cuadrado, aunque nada descabellado si tenemos en cuenta que había unos 860 invitados y el galardón es el premio literario más cuantioso que se entrega en el mundo justo detrás del Nobel (Bob Dylan lo sabría cantar -que no contar- mejor).
La velada se estrenó este año con dos horas de antelación puesto que la Casa Real suele convocar a sus invitados con tiempo por eso de tener que acreditarse. Así que a las 20.00 horas la avenida Diagonal de Barcelona era ya un hervidero, aunque los primeros invitados ilustres no aparecieron hasta pasada media hora de las ocho. Si no contamos al helicóptero de marras, que empezó a dar caña en sobre el cielo de Barcelona a las 14.45, Pilar Eyre -traje chaqueta blanco estilo Jackie Kennedy con topos negros- y su hijo, Ferran Llisterri, fueron de los primeros en llegar.
Le siguió su amiga y compatriota -por gallego catalana- Julia Otero, que luce gran voz en antena pese a que fumaba a las puertas del Palacio de Congresos -con vestido negro de grandes flores rojas- como una auténtica rockera. No fue la única estrella radiofónica de la velada. Luis del Olmo es otro grande que nunca se pierde el premio. De la radio a la televisión: Jordi Hurtado (no es un robot, señores) departía alegre con un nutrido grupo de representantes de TVE, con su director, Eladio Jareño a la cabeza.
Un premio tan mediático merece una representación televisiva a la altura y allí estaban desde Karlos Arguiñano (qué bien se lo pasó con Hurtado) hasta Marta Robles, que cada año deja atónito al peronsal con su inigualable físico. La cena, multitudinaria es poco, sirvió para ver algunas sinergias políticas y económicas barcelonesas. Carlos Godó, hijo del Conde de Godó, presidente del Grupo Godó, se encontró en la entrada con Artur mas y su mujer, con quienes departió largo y tendido. Tanto, que cuando el presidente de La Caixa, Jordi Gual, cruzó el arco de seguridad, ni le vieron. Gual saludó educado y en pocos segundos desapareció entre la multitud.
La mayoría de los invitados vestían muy clásicos, algo que contrastaba con el peinado más al estilo Malasaña que lucía el juez Grande Maslaksa. Entró como quien no quiere la cosa y fue introduciéndose en el sarao poco a poco. No como Manel Fuentes, presentador, actorr, showman y líder de masas en Cataluña. Algo que no le sucede González Sinde, una de las primera en llegar, casi perdida y muy sola. “Usted fue ministra de Cultrua”, le espetó un joven fan, sin dudas y con entusiasmo. Más arropada y menos despistes provocó Lucía Etxebarria, que se presentó -ella es así- rubia, para desconcierto de algunos plumillas. “Quise ponerme el pelo gris y así me he quedado”, bromeaba la escritora.
El mundo empresarial estuvo representado por un nutrido grupo entre el que destaca el director del Grupo Damm, Enric Crous, quien charló amable con el ex senador Jordi Vilajoana.