Este viernes se celebran los Premios Princesa de Asturias en Oviedo. No desvelamos nada si contamos que es uno de los momentos más especiales del año para Letizia (45 años). Pero tal vez sí, si decimos que esta edición ha estado a punto de no celebrarse. El problema catalán ha ocupado el tiempo y la preocupación de los reyes en las últimas semanas y se estudió la posibilidad de retrasar la entrega de los galardones. Pero finalmente la cosa sigue adelante. Oviedo está muy lejos de Barcelona.
La reina espera con muchas ganas la llegada de este fin de semana de octubre. Regresar a su ciudad natal le trae muy buenos recuerdos. Son 72 horas que vive en su tierra con mucha intensidad, tanto de actos oficiales propios de los premios, como de momentos de privacidad que se reserva para ella.
En los premios Princesa de Asturias la reina se relaja, lo que da lugar a muchas historias y anécdotas a lo largo de estos años.
Fue aquí, en el Principado, donde se pudo captar la primera imagen pública de los reyes. En 2003 un Felipe (49) todavía como Príncipe de Asturias entraba en el set de grabación que TVE tenía en el Hotel Reconquista de la capital asturiana para felicitar al equipo por la cobertura que habían hecho de los galardones. Allí, le esperaba la presentadora del Telediario, Letizia Ortiz, con la que ya salía desde hacía unos meses. Esa imagen pasó desapercibida durante 60 días, cuando se anunció el compromiso de ambos, dio la vuelta al mundo.
Lo cierto es que a Letizia le gusta sentirse en casa. La reina ha cogido algunas costumbres, ya convertidas en norma y tradición cuando llega a Oviedo. Una de estas es su salida del jueves. Los premios siempre se entregan en viernes. El día anterior por la noche, tras presidir el concierto inaugural y cenar con los patronos de la Fundación Princesa de Asturias, el rey acude, cada año, al Teatro Campoamor para ensayar su discurso del día siguiente. Ahora como Monarca son sus palabras de Navidad las más importantes del año, pero sigue queriendo que lo que dice en Oviedo tenga relevancia. Los primeros años como Princesa de Asturias, Letizia acompañaba a su marido al ensayo. Allí, le ayudaba con la dicción y la expresión corporal. Pero lo cierto es que hace ya unos cuantos que no lo hace. La reina prefiere aprovechar esa noche para salir con un grupo reducido de amigos. La costumbre es ir a visitar la casa que tiene uno de ellos a las afueras de la ciudad. El año pasado volvieron al Hotel Reconquista a las cuatro de la mañana.
Y es que la Reina no acude sola a Oviedo. Entre los invitados a los galardones hay muchos periodistas y gente relacionada con su mundo. La Fundación Princesa de Asturias hace un listado muy amplio de las personas que acuden a los premios. Entre ellos siempre hay alguna de las amigas íntimas de la esposa del Rey. Si no es Almudena Bermejo, directora del Espacio Telefónica, es Ana Prieto, jefa de Comunicación de la editorial SM. Además, en la caravana, como es lógico y normal, nunca falla su peluquera personal, Luz Valero, una de las personas en las que más confía y a la que más cariño tiene la monarca.
Son estos mismos amigos los que le acompañan durante las 72 horas que pasa en tierras asturianas. Es muy significativo un detalle que ocurre cada año el viernes de la entrega de los premios. Los reyes celebran una comida en el Hotel de la Reconquista. Los tres salones del hotel se habilitan para que algunos invitados de la fundación, los jurados y los premiados disfruten de un almuerzo con don Felipe y doña Letizia. A estos, se les une la reina Sofía, que llega cada año puntual a las doce de la mañana a su cita.
Durante el almuerzo, el Rey se pasea por los tres salones, cazuela de fabada en la mano, saludando a todo el mundo. De hecho, estamos todos seguros que antes de ir al Teatro Campoamor vuelve a comer, porque durante el almuerzo, se relaciona tanto con los invitados que parece imposible que coma algo. Su mujer no. Letizia se sienta con sus amigos y siempre en la misma mesa, que se ubica en una esquina del comedor de uno de los salones. Al grupo que trae de Madrid se suele unir Andrea Carucci, una conocida bloguera de cocina y esposa del jefe de Comunicación de Zarzuela, y algún galardonado que a la reina le interese mucho. La esposa del rey no se mueve de su sitio en ningún momento y suele sentarse en la silla que da la espalda al salón para que nadie le moleste. Cuando termina de comer y considera que ha llegado el momento de ir hacia la habitación para comenzar a prepararse para la entrega de premios, se levanta y se marcha.
Que la Reina se siente relajada en Oviedo lo dan muchas evidencias. Una de ellas fue muy sonada en 2013, cuando en mitad de la ceremonia, sacó del bolso su teléfono móvil para leer un mensaje. Nadie supo de quién era, pero debía ser importante. La Reina pensó que nadie le vería, pero está claro que cuando ella entra en escena es el centro de atención. Y esto a veces se le olvida. Cómo cuando disfruta el jueves por la noche de la cena con los Patronos de la Fundación Princesa de Asturias, las personas que con sus donaciones sustentan los Premios y las muchas actividades que hacen. Todos están deseosos de hablar con los reyes, pero ella acostumbra a rodearse de los que son sus amigos, como el dueño de Mango, Isaak Andic, con el que se pasa todo el cóctel hablando, ignorando a los demás.
Para la reina los premios también suponen la oportunidad de conocer a gente que le interesa mucho del mundo de la cultura. Entre los premiados hay gente del nombre de Paul Auster, Cohen, Margaret Atwood o Francis Ford Coppola. Y fue precisamente por el director de cine por el que la reina decidió cambiar la agenda de los galardones de 2015. El jueves de aquel año, en vez de ir con el rey al concierto inaugural, Letizia prefirió irse a Gijón, donde el creador de El Padrino daba una charla coloquio sobre cine.
Fue allí donde conoció al también director de cine Rodrigo Cortés, del que se ha hecho muy amiga y al que invitó, dos días después, a visitar con los reyes el Pueblo Ejemplar de ese año: Colombres. El grupo de Letizia lo pasó tan bien durante la visita que el propio Felipe tuvo que darle un pequeño toque de atención para que se centrara en la visita y en la gente del pueblo.
Esta tarde veremos a la reina en su tierra. Haciendo el recorrido de la alfombra azul que le lleva del coche a la entrada del Teatro Campoamor. Contenta y feliz de estar en casa, seguro que esta edición de los Premios Princesa de Asturias también nos deja algunas anécdotas e historias para contar.
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