Mohammed bin Salman (32 años), príncipe heredero al trono saudí, es el dueño de la propiedad privada más cara del mundo. Se trata de Chateau Louis XIV, un palacete a las afueras de París que fue vendido en 2015 por más de 300 millones de dólares (275 millones de euros), una cifra que le supuso el título del "hogar más caro del mundo" por la revista Fortune.
Aunque en el momento de la venta no se conocía el nombre del comprador, dos años después el New York Times ha desvelado que se trata del monarca saudí. La propiedad está compuesta por 23 hectáreas que poco tienen que envidiar a los mejores palacios europeos, y por unos 5.000 metros cuadrados de superficie habitable.
Los vendedores describen el edificio como una residencia con "todo el esplendor de Versalles bajo la revolución de la última tecnología". Y es que entre los lujos encontramos una bodega, una sala de cine, un foso, una discoteca subterránea, una cancha de squash y hasta una cámara submarina.