"La novia más guapa. El vestido más impresionante. Un amor que ardió tan feroz que se necesitaron cuidados especiales de seguridad y salud. [...] Quizá esta boda no haya cambiado el mundo, pero ciertamente ha quitado las telarañas de mil años de Historia". Así comienza el artículo de Valentine Low para The Times. La palabra de este periodista es tan solo el reflejo de una sociedad que ha dado la bienvenida a una mujer divorciada, mestiza y americana a la primera familia del reino británico. Hasta el sol brilló en Windsor.
Low hace especial hincapié en la figura de Meghan Markle (36 años) y apunta guiños a la independencia, la autosuficiencia y el feminismo: "Dentro de la capilla, caminó sola hacia el altar. El príncipe de Gales (69) estaba esperándola pero era el momento de Meghan y no necesitó a nadie más. Orgullosa, independiente: una mujer que sabe cómo mantenerse en pie por sí misma". Y continúa, "pero por encima de todo, estuvo lleno de amor. Como Harry (33) y Meghan, llenos de amor.
Antes de la llegada hasta el altar, Harry era un manojo de nervios, pobre chico: entonces, cuando ella apareció a su lado -"Estás increíble", le dijo- él irradió amor". Confían en la apuesta segura de Harry por Meghan como el soplo de aire fresco y la pieza que restaurará con sus futuras labores la siempre clásica monarquía británica. "Tan pronto como terminó la boda, la duquesa de Sussex ya tenía su propia página en la que se encuentra su biografía, su carrera y sus intereses. En grandes letras, separadas del resto del texto, una frase suya (y seamos claros: esto es cosa suya): "Estoy orgullosa de ser una mujer y una feminista".
A tenor de artículos periodísticos como este, se observa que gran parte de la sociedad británica ha dado la bienvenida arms wide open a Meghan Markle, con los pros y los contras que implica que una actriz de Hollywood entre, remueva y rompa el inquebrantable muro de la reina Isabel II (92) y la monarquía parlamentaria inglesa, la más tradicional y conservadora del mundo.
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