La herencia que el rey Juan Carlos le dejó a Felipe VI
Tras la abdicación de su padre, el actual rey se enfrentó a una de las mayores crisis monárquicas de la historia actual. Una situación que ha tratado de enmendar con importantes medidas.
14 junio, 2018 01:25Noticias relacionadas
Cuando Juan Carlos I (80 años) tomó la decisión de abdicar en su hijo lo hizo en medio de la mayor crisis monárquica: el caso Nóos con Cristina (52) e Iñaki (50) en medio de la polémica. El rey emérito dejaba a Felipe VI (50) en la encrucijada de tomar decisiones esenciales para reconstruir la imagen de la Corona, destruida por años de acusaciones, imputaciones y declaraciones judiciales.
Cuatro años después de que Juan Carlos se convirtiera en rey emérito, la condena a Iñaki se ha consolidado en cinco años y diez meses de prisión. Durante estos años Felipe ha tenido que tomar algunas de las decisiones más importantes, destacadas y sonadas de su reinado.
El actual rey quiso corregir la situación en la que estaba sumida la institución tras el caso Nóos. Sabía que era una de las razones por las que su padre le había cedido la corona y esa fue su prioridad al convertirse en la cabeza de la Casa Real. Un año después de llegar al trono, en junio de 2015, tomó la decisión más importante de su mandato y apartó a su hermana de la agenda de actos públicos.
Fue en ese momento cuando terminaron las apariciones de la hermana del rey en los eventos oficiales y comenzó la regeneración de la imagen monárquica. Un mes antes de esta importante medida, tenía lugar la comunión de Leonor (12) y una de las ausencias más aclamadas fue la de la infanta Cristina. La hermana de Felipe no acudió a la ceremonia aunque sí al convite. Era mayo de 2015 y ya se intuían las medidas que llevaría a cabo Felipe VI. Tampoco acudió Iñaki al gran día de la heredera, falta que no extrañó a nadie y ratificó la nueva etapa que enmendaba la herencia que había dejado Juan Carlos a su hijo.
Las medidas de Felipe se han asentado en este último año decisivo. El 80 cumpleaños de Juan Carlos tuvo una importante celebración familiar que se plasmó en un retrato público de familia donde no aparecen ni Cristina ni Iñaki ni sus cuatro hijos. Aunque, en principio, la hija pequeña del rey emérito sí acudió a la celebración, no quisieron que hubiera documentos que lo confirmaran.
La comunión de Sofía tampoco tuvo como invitados a sus tíos paternos. Ni Cristina ni Iñaki presenciaron la celebración religiosa de su sobrina en mayo del año pasado. La pequeña de la familia estuvo acompañada por sus padres, su hermana y por sus abuelos maternos y paternos.
En 2015 desaparecía Cristina de los actos oficiales sin previo aviso -Iñaki lo había hecho de forma progresiva y discreta-. Tan sólo se le ha visto acompañar a su hermano en reuniones familiares y públicas como el funeral del infante Carlos de Borbón-Dos Sicilias y en el homenaje al fallecido don Juan de Borbón. El que ni siquiera estuvo presente en ninguno de esos eventos fue el ya condenado Iñaki Urdangarin.
El 8 de junio de 2015 se producía la última imagen de la infanta Cristina antes de renunciar a sus privilegios. Aquel encuentro entre los hermanos tenía lugar en el funeral por Kardam de Bulgaria. No estaba acompañado por su marido, que ya había sido retirado de la vida pública y, a pesar de la amplia expectación, evitó fotografiarse junto a Felipe y Elena (54). Aquel funeral se convirtió en un reencuentro después haberse juntado, un año atrás, en el aniversario de la muerte de Pablo I de Grecia en 2014.
Es la crónica de una separación que se hizo oficial cuando Felipe llegó al trono pero que comenzó cuando se desató el caso. Las dos cabezas de la monarquía apartaron a Iñaki de la vida pública en común. La última vez que se vio a toda la familia al completo fue en 2011 en el Día de la Hispanidad, de aquel día se guarda el último recuerdo de unión.
Aunque aquel día tuvo lugar la última imagen oficial de Iñaki junto a los reyes pero no fue el último encuentro de la familia. En marzo de 2012, tras una de las operaciones quirúrgicas de Juan Carlos, los exduques de Palma coincidieron en el hospital con Felipe y Letizia -todavía príncipes- y los que fueran los reyes en aquel momento.
Una historia en la que la que Felipe VI tuvo que recoger el órdago de su padre para poder enderezar una situación que se convirtió en inmanejable en el tiempo de la mayor crisis monárquica. El rey que buscó, y encontró, una solución en la que prevaleció la imagen de la institución sobre la relación familiar de los dos hermanos.
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