Se avecina una nueva era en el devenir personal e íntimo de la reina Letizia (45 años). Fuentes cercanas a la esposa de Felipe VI (50) hablan de un radical cambio de actitud que, si paulatinamente se ha ido observando en sus últimas apariciones públicas, a la postre ha llegado al culmen con el tradicional viaje familiar a Palma de Mallorca.
Desde que el pasado 3 de abril salieran a la luz las polémicas imágenes del Domingo de Resurrección en la Misa de Pascua a las puertas de la Catedral de la citada ciudad, Letizia fue consciente de que debía empezar de cero. Desde Casa Real han vuelto a evocar a la 'meritocracia' que proclamó Felipe VI con su llegada al trono y que, de un plumazo y a raíz de una situación sobre la que han versado infinitas interpretaciones, parecía haber destruido.
Pero el rifirrafe de las Reinas estaba a punto de convertirse en una anécdota de patio de colegio frente a los dos tsunamis informativos que descargaron toda su furia en los intramuros de Zarzuela.
A principios del mes de junio, el Tribunal Supremo ratificaba la sentencia condenatoria de la Audiencia Provincial de Palma y enviaba a prisión a Iñaki Urdangarin (50), marido de la infanta Cristina (53), como autor de varios delitos de corrupción por el caso Nóos.
Como lazada al año más difícil de los Reyes desde que ascendieran al trono de España, EL ESPAÑOL ponía el foco sobre los presuntos tejemanejes cometidos por el emérito Juan Carlos I (80) y relatados con pelos y señales por la que fuera su amante durante más de ocho años, Corinna zu Sayn-Wittgenstein (53). Con la responsabilidad adquirida como reina de España, Letizia, ha empezado a cambiar. Primera parada, el lugar del crimen: Palma.
Palma, de ciudad 'maldita' a disfrutar de todo lo que ofrece
"¿Tú crees que esto son vacaciones privadas?", cuentan que espetó Letizia ante los medios en el posado de Marivent del año 2010. Desde entonces, el desprecio de Reina por la isla balear ha ido de boca en boca y de publicación en publicación. ¿Realidad o mito? Intentando recomponer en silencio los pedazos de los últimos estallidos, la soberana ha cumplido con todas y cada unas de las actividades de las que antes solía zafarse.
Ha abandonado su residencia estival para acudir al Mercat de l'Olivar junto a sus hijas y su suegra, ha disfrutado del concierto del violinista libanés Ara Malikian en Port Adriano, en el municipio mallorquín de Calvià; ha salido a cenar en familia, incluyendo a la infanta Elena (54) y sus dos hijos al clásico restaurante Ola del Mar de Portixol y ha regalado un momento histórico: su aparición estelar (y real) por el Club Náutico.
Su inesperada e histórica aparición en el Club Náutico
El pasado 4 de agosto, la reina Letizia y sus dos hijas, la princesa Leonor (12) y la infanta Sofía (11), dejaron atrás Marivent y acudieron a presenciar la última jornada de regatas en la que participaba el Rey. La monarca y las infantas no acudían al Club Náutico desde el verano de 2015, justo cuando cumplían un año como miembros regentes de la Familia Real.
La inesperada asistencia de Letizia no era más que una prueba más de la indulgente intención por ofrecer la máxima que exige la institución que representa: ejemplaridad. En este caso, de nuevo, de perfecta familia unida.
Su actitud con los amigos de Felipe
En estos días considerados por Letizia como 'no-vacaciones', JALEOS pudo confirmar que incluso acudieron a tomar copas con amigos de Felipe por el Passeig de Illetes. En concreto, estuvieron en el exclusivo local Purobeach Illetas Beach Club de Palma. Y donde antes todo eran problemas (el insoportable sol que Letizia detesta, el insufrible calor típico del tiempo estival) ahora son buenas palabras.
Según Informalia amigos que han frecuentado a Felipe y Letizia en los días de verano que han coincidido en Baleares cuentan que nunca habían visto a la Reina tan agradable y cercana: "Ni nos daba lecciones porque elegíamos la comida que ella considera nefasta para la salud (patatas, dulces, harinas), ni protestaba por el calor. Estaba encantadora, como nunca", deslizan.
El más difícil todavía: la irremediable exposición de sus hijas
La última rueda de molino con la que Letizia tendrá que comulgar es la relativa a la exposición de sus hijas. En otro tiempo, la imagen de las infantas estaba demasiado cotizada por expreso deseo de su madre. Tan solo se exhibían en tres ocasiones: el primer día de colegio, el 12 de octubre -Día de la Hispanidad-, y en el posado de verano en Palma de Mallorca. La Misa de Pascua, no obstante, se considera acto privado y no consta en agenda.
La insistencia de la institución por recordar a Letizia que la educación de sus hijas pertenece a la Corona hace que en esta ocasión, la asturiana mire hacia otro lado y acepte que su hija Leonor, su primogénita, y quien será reina de España en un tiempo futuro, dé la cara en su primer acto público haciendo olvidar a todos el desafortunado manotazo con el que apartó a su abuela públicamente.
Un momento que tendrá lugar en Asturias el próximo 8 de septiembre y en el que presumiblemente escucharemos por primera vez su voz conduciendo un discurso, algo que no sucedió en enero de este mismo año, cuando las aguas palaciegas aún estaban en calma y el Rey le imponía el Toisón de Oro el mismo día en que cumplía 50 años.
El broche de oro: el retorno a Palma
Los Reyes volverán a Mallorca un fin de semana antes de arrancar con la agenda institucional. Este sábado, por el momento, el rey Felipe competirá por primera vez en la 15ª Edición de la Copa del Rey Repsol de Barcos de Época y Clásicos de Mahón; motivo por el que podrían poner rumbo de vuelta a Marivent.
Palma, escenario de pecado y purga en el que concluirán sus días de asueto y donde con total seguridad la reina Letizia se volverá a dejar a ver esbozando y luciendo la mejor de sus sonrisas. La sonrisa de la nueva era. La sonrisa de la nueva Reina.
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