Las 2.400 horas en la cárcel que carga a sus espaldas Iñaki Urdangarin (50 años) le han hecho tomar una decisión. El marido de la infanta Cristina (53) se ha mostrado preocupado por el posible resentimiento de su salud tras 100 días en prisión y solicitó un chequeo médico estos días para cerciorarse de que todo estuviera en orden.
La dureza de la falta de libertad, de permanecer encerrado, completamente solo y con poco más que hacer que darle vueltas a la cabeza hicieron que el exduque de Palma pusiera el ojo en las posibles consecuencias que haya podido experimentar su cuerpo y su mente. Por este motivo, según ha podido conocer EL ESPAÑOL, se sometió a un chequeo médico que ha concluido en un diagnóstico positivo. El cuñado del rey mantiene su salud física y mental en plena forma tras más de tres meses entre rejas.
Este verano su abogado, Mario Pascual Vives, aseguraba que "el estado anímico de Iñaki es muy malo y está hecho polvo". Sin embargo, ese malestar anímico no se ha traducido en ningún tipo de dolencia o de enfermedad psicológica, ya que goza de una salud buena y estable, igual a la de su ingreso.
Esta información confirma que Urdangarin ha sabido adaptarse a sus nuevas circunstancias y su nuevo entorno así como aprovechar cuanto tiene a su disposición para no caer enfermo o perdido. Su 'tratamiento' contra la soledad se basa en horas de ejercicio, de televisión, de escritura y de humildes jornadas como agricultor.
Dentro de su módulo de aislamiento tiene una cinta de correr, una bicicleta estática y unas espalderas. Las máquinas fueron instaladas a decisión del Ministerio de Interior, por lo que Iñaki no ha tenido que emplear su dinero disponible de la cárcel para comprarlos. Utiliza las tres opciones aunque lo que más le gusta es correr y ejercitarse en el polideportivo del centro penitenciario, al que solamente puede acudir cuando el resto de presas no estén y siempre en presencia de un funcionario de prisiones que le vigile.
Cuando no practica deporte, pasa horas frente a la tele. La pequeña pantalla se ha convertido en su mayor compañera de horas muertas, aunque los programas e informativos -que es lo que más consume- tienen una gran competencia: los tomates. El exduque de Palma cultiva varios vegetales en amplios maceteros que tiene repartidos por los 175 metros cuadrados de su patio particular. Trabaja la tierra con sus manos y utiliza las mismas herramientas que usó Roldán en su estancia en ese módulo.
Además, para soportar mejor el tiempo en soledad se encomienda a la fe y a la escritura. Tras cultivar su cuerpo y sus tomates también ejercita su mente con ratos de reflexiones y de redactar sin parar, de hecho, se cree que podría estar escribiendo sus memorias para aprovechar la estancia solitaria en la cárcel.
Pero si verdaderamente hay algo que le hace olvidar sus duras circunstancias eso son las visitas de sus familiares. Las entradas y salidas de la cárcel para ver a Iñaki han sido incesantes y mediáticas, sobre todo las del primer mes. En 30 días, el exjugador de balonmano recibió nueve visitas: su esposa, la infanta Cristina, fue la primera, le siguió su madre, sus hermanas acompañadas de sus cuñados, sus hijos e incluso la infanta Elena (54). Además, los vis a vis son la mejor oportunidad que tienen los presos para disfrutar de un tiempo de desconexión, puesto que disponen de hasta tres horas para compartir momentos con sus familiares, en el caso de Urdangarin lo ha hecho junto a su hijo Juan Valentín -que cumple 19 años este sábado- y su mujer.
Iñaki ha llegado al centenar de días tachados en su calendario. Una cifra a la que se enfrenta con salud y con la mente centrada. No obstante, su condena diaria de no poseer libertad seguro que le mantiene obsesionado con una fecha: navidad de 2019, momento en el que podrá gozar de su primer permiso penitenciario.
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