La reina Letizia (46 años) se niega a bajarse de su pedestal. Este miércoles se cumplía un año exactamente desde que las imágenes de su desencuentro público con la emérita Sofía (80) a las puertas de la catedral de Palma de Mallorca dieran, literalmente, la vuelta al mundo. Cada gesto fue analizado, escudriñado; cada plano, examinado al detalle.
Pero si hubo algo que permaneció en la retina de todos, además de los 20 segundos de insólitos espavientos en familia -real-, fue el look completo de la reina Letizia. Un outfit que en la mañana de este 3 de abril ha decidido repetir íntegramente, salvo excepción de un par de complementos, como el bolso rosa chicle de Uterqüe o los pendientes de Tous, que descansan en el armario y joyero real, respectivamente.
La esposa de Felipe VI (51) ha presidido este miércoles el coloquio sobre 'Medios de Comunicación y Salud Mental' que, organizado por la Confederación Salud Mental España en colaboración con la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA), ha tenido lugar en la sede de la Agencia EFE en Madrid.
JALEOS ha sido testigo de la llegada de la Reina, con la correspondiente sorpresa provocada fundamentalmente por la indumentaria de la monarca. Letizia ha reciclado por completo el look maldito con el que abrió los periódicos y telediarios de todo el planeta Tierra: blusa azul marino de lunares blancos de Carolina Herrera y pantalones culotte de la firma alemana Hugo Boss.
Letizia no está arrepentida. Pero, ¿con su atuendo se lo está espetando a su suegra o se lo está diciendo a España? La gestión de aquella gran crisis, conocida comúnmente como 'el rifirrafe de las Reinas', fue muy criticada tanto por los medios de comunicación como por los propios ciudadanos. Desde ambos estadios se exigía que la Casa del Rey se ofreciera una justificación a través de un comunicado que diera respuesta oficial a la insólita situación a la que todos asistieron.
La réplica de Zarzuela no se hizo esperar. Lo admitieron. Confesaron que se iba a remediar, que fueron hechos segundos, pero que fueron hechos y que por tanto iban a tener una reacción que ni sería impostada, ni forzada, sino natural. Apenas cuatro días después, los reyes Felipe y Letizia acudían a visitar al rey Juan Carlos (80) al Hospital Universitario Sanitas La Moraleja donde el emérito se encontraba convaleciente tras una operación en su rodilla derecha.
En la parte trasera del Audi RS6 de Felipe VI, una sorpresa: la presencia de la reina Sofía. Una aparición de la que las cámaras fueron testigos porque la reina Letizia le dio luz y paso abriéndole, en un acto sin precedentes, la puerta del coche. Una estampa de familia feliz que distaba mucho de la imagen que había tenido lugar tan solo seis días antes. De la misma manera, al día siguiente, la escena se repetía con otra protagonista. La princesa de Asturias Leonor de Borbón (13) no solo le abría la puerta a su abuela sino que la ayudaba a descender del vehículo.
En comunicación no verbal, los gestos y la ropa son una máquina de enviar mensajes. Aquella situación que algunos tildaron de 'obra de teatro real' fue la respuesta velada de la institución monárquica. Pero Letizia, un año después, se ha tomado su propia revancha.
De alguna forma, no es la primera vez que la Reina lanza mensajes subliminales a través de sus prendas o sus joyas, teniendo en cuenta que su discurso por su posición de esposa del jefe del Estado está más que limitado. En esta ocasión, su primer acto institucional en solitario tras su viaje de Estado a Argentina junto al Rey, Letizia vuelve a retar en duelo a su suegra. Letizia revuelve el pasado; olvidado para algunos, presente para muchos otros.
[Más información: Lina Lavin, amiga de la reina Sofía, sobre el rifirrafe de Palma: "Letizia tuvo un arrebato"]