Harry de Inglaterra (34 años) y Meghan Markle (37) han hecho públicas tan solo dos imágenes del bautizo de Archie, su primer hijo en común. La primera, en color, en el castillo de Windsor, donde en uno de sus majestuosos salones los duques de Sussex posan sonrientes; Meghan con un vestido blanco a juego con su tocado y portando al pequeño en brazos, y Harry mirando a cámara con un traje gris. A su alrededor, los duques de Cambridge, Doria (62), la madre de Meghan, el príncipe Carlos (70) y su mujer Camila (71) y dos mujeres, las madrinas.
La otra fotografía que han cedido es en blanco y negro y en ella aparecen los felices padres junto a Archie. Los progenitores ceden el protagonismo a su hijo, ya que es el único que mira al frente, mientras que Harry y Meghan optan por posar de perfil. Sin duda, dos imágenes completamente emotivas, pero diferentes. Una más oficial, con la familia, y la otra más intimista.
Sea como fuere, los duques siguen demostrando que, en lo que respecta a la educación de su hijo, actúan sin protocolo y marcando distancias con las tradiciones de la realeza británica, como han vuelto a dejar patente este sábado con el bautizo de su primer hijo, Archie Harrison Mountbatten-Windsor.
Los duques de Sussex lo han celebrado en el Castillo de Windsor, a las afueras de Londres, en un acto privado al que solo han asistido familiares y amigos muy cercanos, lejos del foco de los medios de comunicación y de la ciudadanía. En contraste con los bautizos de los tres hijos de Guillermo (37) y Catalina (37), el de Archie, el séptimo en la línea de sucesión al trono, ha estado marcado por el ya habitual secretismo de Meghan, muy celosa de su intimidad y, desde ahora, de la de su primogénito.
Tan poca información han aportado los padres, que ni siquiera se conoce el nombre de los padrinos, aunque sí ha trascendido que "son amigos de la pareja", pero no personajes públicos. Meghan fue vista el jueves en el torneo de tenis de Wimbledon con dos amigas de la universidad, Genevieve Hillis y Lindsay Roth, mientras que las casas de apuestas también han propuesto a la estilista Jessica Mulroney como una de las posibles madrinas. Por parte de Enrique, los medios especulan con dos amigos de la infancia como padrinos, los hermanos Thomas y Charlie van Straubenzee.
El bautizo, por tanto, ha sido un evento de bajo perfil para los estándares de la realeza de este país, en el que tampoco ha estado presente la bisabuela de Archie, la reina Isabel II de Inglaterra (93), quien ya indicó que tiene hoy otros compromisos. No es algo inédito en la monarca, ya que el año pasado tampoco asistió al bautizo de su bisnieto el príncipe Louis (1).
Tanto hermetismo ha molestado a un sector de la prensa, a la que apenas se han ofrecido un puñado de detalles. El palacio de Buckingham ha confirmado, por ejemplo, que Archie llevó una réplica, elaborada en 2008, del mantón bautismal color crema que lució por primera vez la primogénita de la reina Victoria en 1841 y que, desde entonces, se ha utilizado para todos los bautizos reales, incluido el de Isabel II, en 1926.
Asimismo, el bisnieto de la monarca fue bautizado por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, con agua del río Jordán sobre la pila Lily Font, una obra de orfebrería elaborada por los joyeros EJ. y W. Barnard en 1840, también a petición de la reina Victoria, que representa "la pureza y la nueva vida" y que la familia real utiliza en estas ceremonias.
Fuentes de palacio también han señalado que, entre los asistentes, estuvieron el príncipe Carlos y su esposa Camila; los duques de Cambridge; y la madre de Meghan, Doria; así como un reducido grupo de amigos cercanos a los duques de Sussex, hasta un total de unas 25 personas. En las últimas semanas, los duques de Sussex han sido criticados por mantener la ceremonia alejada de los medios y la ciudadanía, tras publicarse que gastaron 2,4 millones de libras -2,6 millones de euros- de fondos públicos para restaurar Frogmore Cottage, la que será su nueva residencia en Windsor.
Gran expectación en Windsor
Windsor ha vuelto a engalanarse. No es la primera vez, ni mucho menos, que los británicos se echan a las calles para celebrar. No hay que olvidar que el emblemático castillo que corona esta localidad del condado de Berkshire fue testigo del enlace entre Meghan Markle y el príncipe Harry. Ahora, de nuevo las calles de Windsor se han convertido en toda una celebración en la que no faltan los globos, los disfraces, las tartas y, por supuesto, las tradicionales banderas.
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