Isabel II (93 años) no está teniendo su mejor año. A pesar de que la reina de Inglaterra siempre se muestra fuerte y estoica, fuentes cercanas al palacio de Buckingham han señalado que los últimos escándalos y las tiranteces que han asolado la Familia Real británica están afectando gravemente a la monarca, según publican varios medios británicos.
Tanto el Daily Mail como The Sun están de acuerdo en calificar este 2019 como el annus horribilis 2 de Isabel II (el primero fue en 1992). "La reina está bajo una gran tensión. Ellas les dice a todos que está bien, porque eso es lo que hace". Sin embargo, asegura que "tiene 93 años y es obvio que esto tendrá un costo real, por lo que todos están increíblemente preocupados", ha asegurado una fuente cercana al palacio de Buckingham a The Sun.
El cambio en la soberana es evidente para su círculo más cercano. "Hace un par de años ella parecía muy contenta. Los asuntos de Carlos (71) y Camila (72) parecían resueltos. Guillermo (37) y Kate (37) lo estaban haciendo bien y Harry (35) había encontrado una pareja. Sin embargo, sus problemas ahora se están amontonando, tanto dentro como fuera de la familia".
La situación en la Familia Real británica no es fácil. Por un lado, ella está "tratando de mantener el país unido en un escenario post-Brexit y tras el referéndum de indpendencia de Escocia", ha asegurado la fuente del palacio de Buckingham, "y ahora la crisis del príncipe Andrés sigue a toda la angustia de sus nietos".
"Ciertamente, esta Navidad será extraña para ella", ha puntualizado el informante de Casa Real, para matizar: "¿Realmente ella se merece esto después de todo lo que ha hecho?.
Un año repleto de escándalos
Para entender la magnitud de los problemas que ha tenido que enfrentar la Familia Real británica hay que remontarse a principios de año, cuando el duque de Edimburgo (98) tuvo un accidente de coche cerca de Sandringham. El esposo de la Reina estuvo involucrado en un choque en el que una mujer se rompió la muñeca, otra fue hospitalizada y estaba presente un bebé de nueve meses.
En ese momento, la prensa fue muy crítica con la forma en que el palacio de Buckingham gestionó el incidente: el duque tardó mucho tiempo en disculparse y el escándalo llegó a tal nivel que tanto Felipe de Edimburgo como la reina Isabel II tuvieron que comunicar que ninguno de los dos volverían a conducir.
Meses después, comenzaron los problemas con los duques de Sussex. Aunque la relación entre Harry y Meghan Markle (38) con el resto de la familia ya fue difícil en 2018, su comportamiento este año ha sido objeto de crítica por los medios británicos y por la ciudadanía.
El primero de los escándalos sobrevino con el misterio en torno al nacimiento del pequeño Archie. Pertenecer a la Familia Real británica tiene sus beneficios y sus obligaciones, y una de ellas es mantener informado al ciudadano sobre los nuevos miembros de la familia. Sin embargo, Harry y Meghan mantuvieron un oscurantismo en torno a la llegada de su primer hijo que no gustó nada a la sociedad británica.
Cuando el descontento todavía era palpable, en primavera se descubrió que la pareja se había gastado más de 2,4 millones de libras (2,8 millones de euros), dinero del contribuyente, para reformar Frogmore Cottage en Windsor Great, el que sería su hogar.
Los felices padres tenían una vida de lujo a la vez que se erigían como modelos a seguir, concienciados con diferentes causas sociales y con el medio ambiente. El problema es que su discurso no siempre concordaba con sus actos: en verano tomaron varios viajes privados para disfrutar de sus vacaciones. Vuelos en jets con un gran coste medioambiental que, de nuevo, pusieron a la pareja en el ojo de la polémica y conllevo un gran número de críticas contra los duques de Sussex.
Todos estos escándalos les llevaron a anunciar un viaje a África para mostrar su compromiso con las multitudes y, de paso, presumir de su hijo (un movimiento en el que muchos vieron la mano invisible de la Reina y del Palacio de Buckinghma). Era una visita que estaba consiguiendo lavar su imagen y que los tabloides británicos los alabasen. Sin embargo, días antes de regresar a Reino Unido hubo un nuevo revés para la Familia Real: los duques de Sussex anunciaron que iban a demandar a varios medios y Harry confirmó en un documental de ITV que había un distanciamiento con su hermano Guillermo.
¿El remate a todo ello? Hace solo unas semanas los duques de Sussex hicieron el último desplante a la reina de Inglaterra y confirmaron que no pasarán las navidades (las primeras fiestas del pequeño Archie) en Sardingham, como es tradición.
El príncipe Andrés, la gota que colmó el vaso
La entrevista que el príncipe Andrés ha concedido a la BBC, sobre el escándalo de Jeffrey Epstein, ha sido la gota que ha colmado el vaso.
El príncipe, cuya amistad con Esptein ha causado una controversia en el Reino Unido, reconoció en ese programa que su estancia en la vivienda de Epstein no correspondía al ser miembro de la Familia Real británica. Andrés admitió haberse hospedado varias veces en las residencias del empresario en Estados Unidos pero que nunca sospechó que hubiera comportamiento inapropiado por parte del empresario, condenado en 2008 a 18 meses de cárcel por tráfico sexual de menores.
El duque aclaró, además, que no lamentaba haber sido amigo de Epstein debido a las oportunidades que le brindó de aprender sobre el sector empresarial cuando era enviado especial de comercio antes de 2011, pero no se pronunció sobre las víctimas del empresario.
Los medios sacaron a la luz esta amistad y publicaron hace unos meses unas fotos del año 2010 en las que se veía al duque en la mansión de Epstein en Nueva York despidiéndose de una joven mientras ésta se marchaba de la vivienda.
Un riesgo para la monarquía
El columnista A.N. Wilson asegura que el daño que ha hecho la "desastrosa" entrevista del duque en la BBC "no puede ser subestimada".
"Plantea preguntas inquietantes sobre su decisión imprudente de aceptar la entrevista en primer lugar, la discusión febril de Epstein había muerto en su mayoría, pero también sobre quién está asesorando a la Familia Real y quién está dirigiendo el programa", ha continuado el escritor.
El experto ha asegurado que este "escándalo podría alterar fatalmente la fe y la confianza del público en la monarquía, una confianza sostenida en gran parte por el respeto duradero del sentido del deber incondicional demostrado por nuestra Reina de 93 años".
"Sin embargo, todo este excelente trabajo podría ser fácilmente desechado. El problema con el crédito real es que, como lo demuestran las pruebas de los años, puede evaporarse casi de inmediato cuando surgen nuevos escándalos. Solo recuerde cuán enojado y lastimado estaba el público, por injusto que fuera, cuando se consideró que el Palacio de Buckingham, es decir, la Reina, respondía sin simpatía a la repentina muerte de Diana, princesa de Gales, en 1997", ha puntualizado Wilson. "La marca real tardó años en reconstruirse, y ahora aquí estamos nuevamente".
El escritor, finalmente, ha ofrecido un consejo a la maltrecha institución: "Aquellos de nosotros que queremos que la Monarquía sobreviva debe esperar que la Familia Real sea visiblemente reducida a medida que se embarca en una nueva década. Los únicos miembros que deberían seguir realizado actos públicos deberían ser la Reina, Carlos, y William y su familia. El resto debería apuntar a mantener un perfil bajo: no más entrevistas, demandas, ofertas de simpatía pública o cantidades de efectivo de millonarios. Deben retroceder y permitir que se reconstruya una institución dañada".
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