Quién le iba a decir a la reina Isabel II (93 años) que este 2020 se iba a convertir nuevamente en su particular annus horribilis tras la debacle de 1992, cuando sus hijos Ana (69), Andrés (59) y Carlos (71) se separaron y el castillo de Windsor ardió hasta aniquilar buena parte de la simbología de los Windsor.
La ruptura de los príncipes de Gales, Carlos y Diana, fue un duro golpe al establishment británico, como también lo ha sido la reciente decisión de los duques de Sussex, Harry (35) y Meghan (38), de desmarcarse de las responsabilidades reales y prácticamente desaparecer del escenario monárquico. Las seis semanas que han pasado de vacaciones en la isla de Vancouver (Canadá) en una mansión de 10 millones de euros les ha servido para reflexionar sobre su futuro. ¿De qué vivirán a partir de ahora? De momento, el duque posee una pequeña fortuna heredada de su madre y recibe suculentos ingresos del ducado de Cornualles, propiedad de Carlos de Inglaterra y que solo heredan los príncipes de Gales.
El cisma está servido. El miércoles, la pareja emitió un comunicado oficial: "Tenemos la intención de dar un paso atrás como miembros plenos de la familia real y trabajar para ser económicamente independientes". Su graciosa majestad se quedó ojiplática y no tardó en contestar: "Entendemos su deseo de llevar su propio camino, pero esos asuntos son complicados, por lo que llevará un tiempo resolverlos".
En este sentido, Meghan y Lady Di son dos de las mujeres que más quebraderos de cabeza han dado a la monarca. Con excepción de Sarah Ferguson (60), que también tiene su historial. Diana fue la primera persona que se atrevió a desobedecer a Isabel II de forma oficial, por lo que los cimientos de los Windsor empezaron a tambalearse. Lo mismo hizo Meghan a su llegada a la corte, cuando convenció a su marido para mudarse de Kensington Palace, contratar a su propio ginecólogo en vez de usar los servicios del equipo médico de la Reina e incluso obligó a Isabel II a saltarse el protocolo al tener que invitar a la madre de la duquesa a la cena de navidad en 2018.
También hay que destacar el caso de las amistades tan plebeyas como celebérrimas que la soberana británica no llegó a ver con buenos ojos. Lady Di frecuentó a Elton John (72), Freddie Mercury o Gianni Versace y Meghan sigue en contacto con sus compañeros de la serie Suits (Abigail Spencer, Gina Torres o Patrick J. Adams) y otros nombres populares como la tenista Serena Williams (38) o la estilista Jessica Mulroney.
Y algo inaudito. La muerte de Diana de Gales en 1997 obligó a cambiar el protocolo por primera vez para realizar un funeral de estado debido a la presión popular y la Reina suspendió sus vacaciones veraniegas cuando no tenía que haberlo hecho. Los esponsales de Meghan con Harry en 2018 también tuvieron su toque popular ajeno a las estrictas normas al invitar a plebeyos del mundo del espectáculo y el deporte, como Priyanka Chopra (37), David (44) y Victoria Beckham (45) o George Clooney (58).
Ambas damas han demostrado con el paso del tiempo su control sobre los medios de comunicación. Diana los usó para vengarse de su exmarido y hablar de sus depresiones y problemas alimenticios y Meghan, que ya vino con la lección aprendida en Hollywood, controla los posados, las palabras de su marido y, sobre todo, los rumores sobre el distanciamiento con los duques de Cambridge, William (37) y Kate (38). Algo que también tienen en común las dos es la indiferencia de Felipe de Edimburgo (98).
Desde el primer minuto, éste jamás quiso congeniar con ellas y siempre ha sido muy crítico por sus formas de ser y actuar. Al marido de la Reina no le hizo ni pizca de gracia que Lady Di tuviera un romance con Hasnat Khan (61), un médico pakistaní que, de haberse casado con él, se habría tenido que convertir al Islam y, con Dodi Al-Fayed, el multimillonario playboy de origen musulmán, hijo del entonces dueño de los grandes almacenes Harrods, Mohamed Al-Fayed (90). Esto era inconcebible para la madre del futuro heredero al trono británico. Y cuando Harry comunicó que se casaba con una actriz de segunda fila, el consorte de la Reina enfureció.
Los medios británicos informaron este viernes que la Reina quiere resolver esta problemática situación lo antes posible para ver qué estatus da a los duques de Sussex. De hecho, ya se ha reunido con Carlos y sus hijos para tratar el tema. Mientras tanto, Meghan ha puesto pies en polvorosa para viajar nuevamente a Canadá, país al que considera su segundo hogar tras rodar en Toronto la serie Suits. Allí recogerá a su hijo Archie que se quedó al cuidado de una niñera. El Sussexit ha estallado.
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