La Casa Real británica concretaba este sábado los términos de la retirada del príncipe Harry (35 años) y su esposa, Meghan Markle(38), de sus funciones como miembros de la familia real. Mediante un comunicado, el Palacio de Buckingham informaba de que los duques de Sussex perderán sus títulos y pasarán a ser económicamente independientes, apartándose de los compromisos reales y dejando, por tanto, de recibir fondos públicos.
Además, el Palacio ha aclarado que Harry y Meghan residirán parte del año en Norteamérica, aunque conservarán en el Reino Unido la casa que la reina Isabel II regaló a su nieto: el Palacio de Frogmore Cottage. Esta propiedad cobra especial importancia en el comunicado, pues señala que el príncipe y la exactriz han expresado su deseo de devolver los fondos públicos con los que se financió la reforma de esta propiedad el año pasado.
Aquella renovación, que duró seis meses, fue objeto de controversia en Reino Unido por los elevados costes que supuso y que se financiaron con el dinero de los contribuyentes. El presupuesto inicial fue de 1,5 millones de libras (unos 1,7 millones de euros). No obstante, esa dotación presupuestaria fue aumentando a medida que avanzaban las obras, alcanzando finalmente los 2,4 millones de libras, es decir, 2,8 millones de euros que ahora el matrimonio tendrá que restituir al erario público.
El palacio
El palacio real de Frogmore Cottage es un edificio del siglo XIX rodeado de amplias zonas ajardinadas donde, antes de la llegada de los duques de Sussex, a la reina Isabel le gustaba pasear a sus perros y cultivar flores. Allí pasaron parte de su luna de miel la reina madre y Jorge VI en 1923.
Situado en una apartada localización a una hora de Londres, el inmueble tiene un significado especial para Meghan y Harry, pues en sus instalaciones se tomaron las fotografías del posado oficial con el que anunciaron su compromiso matrimonial.
Antes de la renovación, la propiedad contaba con 10 habitaciones, las cuales se han convertido ahora en cinco dormitorios con sus respectivos cinco baños privados.
La mansión está construida en un terreno de 130.000 metros cuadrados con árboles, jardines y lagos. Un entorno bucólico donde también se encuentra el Mausoleo Real, un monumento en honor a la reina Victoria y al príncipe Alberto decorado con mármoles y frescos del pintor Rafael.
La ambiciosa reforma
Tras mucho tiempo deshabitado y sin obras de mantenimiento, la llegada de los nuevos inquilinos hizo necesaria una profunda remodelación para "garantizar el futuro a largo plazo de la propiedad", tal y como informó entonces Michael Stevens, tesorero de la Casa Real.
Las obras tenía como objetivo, principalmente, reemplazar las partes más anticuadas de la infraestructura: cambiar los suelos y los techos de madera, modernizar el sistema de calefacción y el cableado eléctrico.
Sin embargo, antes de instalarse en su nueva residencia, la pareja decidió hacer algunos cambios más: instalaron una nueva cocina, dormitorios y baños de lujo. Unos 'caprichos' ejecutados bajo la supervisión de Vicky Charles, amiga de Meghan, y que desde Buckingham se apresuraron a aclarar que serían costeados por los propios duques de Sussex.
¿Elevados costes?
Pese a la polémica que suscitaron las obras de Frogmore House, cabe recordar otra sonada reforma en una residencia real británica cuyas cifras fueron considerablemente mayores.
Se trata del Palacio de Kensington, el céntrico apartamento en el que viven el príncipe Guillermo (37) y su esposa, Kate Middleton (38). El presupuesto estimado para renovar la propiedad de los duques de Cambridge era de un millón de libras, 700.000 menos que el gasto inicial calculado para el Palacio de Frogmore. Sin embargo, los gastos fueron aumentando hasta alcanzar la abultada cifra final de 5 millones de libras que sufragó íntegramente el erario público.
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