El príncipe Harry de Inglaterra (35 años) y su esposa, Meghan Markle (36), no han conseguido, por el momento, el anonimato deseado y por el que abandonaron voluntariamente la primera línea de la Familia Real británica el pasado mes de enero. El pasado 2 de septiembre volvían a ser noticia y es que, tras emitir un comunicado, se conocía que los duques de Sussex han firmado un contrato de varios años con la plataforma internacional Netflix para ejercer de productores.
Tan solo siete meses después de dejar ser miembros senior de Corona inglesa, el matrimonio ha encontrado, aparentemente, un gran proyecto laboral donde volcar sus energías y toda su creatividad: serán productores de Hollywood. La pareja, además, ha fundado una productora que aún no ha sido bautizada con ningún nombre con la que hará estos documentales, docuseries, largometrajes, programas de televisión y sobre todo, programación infantil. "Nuestro enfoque ahora mismo está en la creación de contenido que informe, pero también que dé esperanza", rezaba el comunicado de los Sussex.
Además, han apostado por continuar con sus labores sociales y por dar charlas en las que intentan transmitir sus valores e ideales. Y en medio de estas informaciones, se ha conocido otra noticia cargada de controversia: las exigencias que los duques ponen a las organizaciones con las que cooperan. Tal y como avanza The Telegraph, la agencia que les representa requiere que se rellene debidamente un cuestionario antes de decirles su propuesta.
Así, se expone, se debe especificar tanto el nombre y apellidos de todos aquellos que acudirán al acto, como el dinero que ganarán Harry y Meghan por su charla. Montante que nunca baja del millón de dólares. Además, se han de detallar pormenorizadamente las marcas que secundan el evento y el emolumento pertinente que recibirán estas por su apoyo. No solo eso: se debe dejar patente quién moderará cada acto.
Tras cumplimentar estos requisitos de formulario, la agencia contratada por los Sussex (The Harry Walker Agency) valorará y estudiará todas las solicitudes y las que pasen su criba serán mandadas al nieto de la reina Isabel II (94) y a la exactriz. En última instancia, serán ellos quien aprueben o denieguen. Además, el matrimonio también tiene derecho a hacer algunas modificaciones en el acto. Es decir, pueden exigir quiénes serán las personas que les presenten, así como las personas que aparecerán en pantalla.
Su última 'buena obra'
Hace unos días se publicaba que los duques de Sussex devolvían los 2,4 millones de libras (2,7 millones de euros) de dinero público que costó reformar su residencia de Frogmore Cottage, en las inmediaciones del castillo de Windsor (oeste de Londres), según ha informado un portavoz del duque de Sussex. Enrique y su esposa, Meghan, remodelaron el edificio histórico, construido en el siglo XIX, para convertirlo en su residencia a principios de 2019, un año antes de que anunciaran su renuncia a sus obligaciones reales y a la financiación pública. Las obras se sufragaron a través de la partida que el Gobierno destina a la familia real británica, el mismo fondo al que el príncipe ha hecho ahora un reembolso. El anuncio llegaba pocos días después de que los duques firmaran un acuerdo de varios años con la plataforma Netflix para crear documentales, películas y series a través de su propia compañía de producción. El matrimonio acordó sufragar de su propio bolsillo la reforma como parte del acuerdo al que llegaron con el palacio de Buckingham cuando cerraron su etapa como representantes de la realiza británica.
"Esta contribución, tal como había ofrecido originalmente el príncipe Enrique, ha cubierto por completo las renovaciones de Frogmore Cottage, una propiedad de Su Majestad la Reina (Isabel II), que continuará siendo la residencia británica del duque y su familia", trasladó a los medios un portavoz de Enrique. El pasado enero, ocho meses después del nacimiento de su hijo, Archie, los duques de Sussex informaron de que tenían intención de abandonar sus obligaciones como miembros de la monarquía y se proponían "trabajar para ser financieramente independientes".
Tras pasar una temporada en Canadá, la pareja vive desde la primavera en California (Estados Unidos), donde han adquirido una mansión en el exclusivo barrio de Montecito, en Santa Bárbara.
[Más información: Harry y Meghan devuelven los 2,7 millones de euros que costó reformar su mansión británica]