Los Reyes han empezado la semana fuerte, en Barcelona. Ha sido un viaje relámpago y por sorpresa. Ha sido una cosa extraña porque Zarzuela ha tildado el viaje con carácter privado para hacerle entrega el poeta Joan Margarit (82) del Premio Cervantes. El catalán no pudo recogerlo el pasado 23 de abril en la tradicional ceremonia en la Universidad de Alcalá de Henares por culpa del coronavirus, así que Felipe VI (52 años) y Letizia (48) se lo han llevado en persona. Ha sido un breve acto íntimo y familiar (así lo han descrito ellos) en el Palacio de Albéniz. Un cosa de lo más extraño, la verdad.
Pero centrémonos en lo nuestro que es el look que la Reina ha elegido para su vista secreta a la Ciudad Condal. Para esta ocasión Letizia ha lucido otro misterio, era una cita oculta con un vestido del que nadie conoce su autor. Se trata de un diseño realizado en lana prensada en blanco roto, un bajo exageradamente asimétrico, el escote está como deshilachado y lleva un fajín incorporado a la cintura para marcarla bien. La esposa de Felipe VI lo estrenó en la apertura de la XIV Legislatura y nadie sabe de qué marca es.
Lo que si os podemos contar es la firma de los complementos porque de lo repetidos que están seguro que hasta vosotros los tenéis ya controlados. Ha calzado uno salones animal print de Magit volviendo así a su estado natural, subida en unos tacones. Aunque es cierto que variar es bueno, la verdad es que estamos tan acostumbrados a verla subida en sus ocho centímetros que cuando se baja de ellos, como hizo el pasado viernes en Madrid, nos resulta más bajita de lo que es, porque la Reina mide su metro y sesenta y ocho centímetros que es una buena estatura.
En cuanto a las joyas me parece que vamos a despedir el 2020 con mucha tristeza: los pendientes de diamantes redondos y el anillo de Karen Hallam. Espero que alguien luzca las joyas que hay guardadas en Zarzuela aunque sea la doncella para pasar el polvo porque si no las pobres de tan poco uso van a dejar de brillar.
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