Cuando parecía que las polémicas que rodeaban a la Casa Real británica comenzaban a mermar, se ha desvelado una nueva información en relación a la hija recién nacida del príncipe Harry (36 años) y Meghan Markle (39) que ha vuelto a poner a la Corona en el foco de la noticia. Según desveló el pasado miércoles la BBC, los duques de Sussex no le comentaron a la reina Isabel II (95) que pensaban ponerle a su hija el nombre de Lilibet, el apodo con el que la soberana era llamada de pequeña.
Tras el nacimiento de la bebé, los medios asumieron que Meghan y Harry hablaron primero con la Reina antes de elegir el nombre, pero esto, según la BBC, fue negado por la residencia de la Familia Real. Por otro lado, un portavoz de los duques, que cita a este medio, señaló que el nieto de Isabel II y la actriz estadounidense no le habrían puesto a la pequeña el nombre de Lilibet si la monarca no hubiera mostrado su apoyo. Se trata de una ola informativa que ha generado una nueva polémica en torno a la pareja y que habría llevado a Su Majestad a reflexionar sobre un principio que ha mantenido en todo su reinado.
Según ha desvelado este domingo el Daily Mail, la reina Isabel podría cambiar su estrategia de comunicación, modificando una máxima que hasta ahora no se había atrevido a romper: Si eres un miembro de la Familia Real británica, nunca debes quejarte y nunca debes dar explicaciones en público.
De acuerdo con el medio británico, Su Majestad ha dado instrucciones a los cortesanos para que corrijan cualquier declaración que tergiverse la realidad de sus conversaciones privadas o las de otros miembros de la realeza. Se trata de una insólita medida que, según expone el periódico, demuestra el hartazgo de la Reina por las informaciones emitidas en varios medios de comunicación tras haber conversado con el entorno de Meghan Markle y el príncipe Harry. Una fuente consultada por el Daily Mail ha asegurado que esta situación habría llevado a Isabel II "al límite".
La disputa comenzó cuando algunos periodistas radicados en Estados Unidos informaron que el príncipe Harry y Meghan Markle habían "pedido permiso" para nombrar a su hija Lilibet, un apodo profundamente personal, que forma parte de la infancia de la Reina y que fue utilizado por parientes muy cercanos, incluido su difunto esposo, el duque de Edimburgo. No obstante, una fuente royal aseguró que el duque de Sussex únicamente informó a su abuela sobre la elección del nombre de su hija, sin pedirle permiso. Esta declaración apoyaba la teoría de la BBC, cuya noticia fue acusada de "falsa" y "difamatoria" por los padres de Lilibet. De hecho, la pareja exigió a través de sus abogados a rectificación por parte de la reconocida cadena.
Ahora, el periódico inglés asegura que esta nueva polémica habría obligado a Isabel II a hacer modificaciones en su estrategia comunicacional. Pero no solo en lo que se refiere al nombre de su bisnieta, sino también a cualquier otro tema. "Se trata de si las informaciones son versiones precisas de lo que realmente sucede", ha explicado una fuente citada por el medio.
Escueto comunicado
Tras darse a conocer públicamente el nacimiento de Lilibet, los miembros de la Corona británica enviaron varios mensajes de felicitaciones a la pequeña y a sus padres. Isabel II fue una de ellas. Lo hizo con un escueto comunicado.
"La reina, el príncipe de Gales, la duquesa de Cornualles y los duques de Cambridge han sido informados y están encantados con la noticia del nacimiento de la hija de los duques de Sussex", señaló la portavoz de la Familia Real a los medios británicos después de que la duquesa de Sussex diera a luz a una niña el pasado 4 de junio, en un hospital de California.
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