Por primera vez en años, la reina Letizia (49 años) dejaba la corona en la puerta de un acto oficial y pronunciaba un discurso tan cercano como riguroso, tan protocolario como humano. Ocurría este pasado martes, 14 de septiembre, en el salón de actos de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid con motivo de su 50 aniversario. Allí, la soberana era nombrada, además, alumna de honor.
De los cuatro minutos de monólogo real, donde no cabían las joyas de pasar, sino la nostalgia de aquella joven "preguntona", destacó una anécdota. Un catedrático que le impartió clases en cuarto de Periodismo, le espetó casi a gritos: "¡Ortiz! Mire, Ortiz, yo no sé qué va a ser de su vida, pero desde luego a pesada -se refería a las preguntas, a la curiosidad-, ahí no tiene rival", contó la esposa de Felipe VI (53).
Desde que la Reina desvelase esa historia personal, conocer la identidad del docente ha sido una de las cuestiones más recurrentes estos días. Ninguna de las personas consultadas por EL ESPAÑOL tiene capacidad de recordar, 27 años después, una anécdota tan específica, tan concreta. No obstante, tras conversación con varios compañeros de clase de Letizia, todas las voces señalan al catedrático Fermín Bouza Álvarez como coprotagonista de este curioso suceso.
"Leti no quiso decir su nombre seguramente por respeto, ya que ese hombre falleció. Él era Fermín Bouza Álvarez, catedrático de Sociología y profesor de Opinión Pública en cuarto de Periodismo. Era una máquina, el típico profesor al que todo el mundo adoraba. La relación de Leti con él era muy especial, él la ayudó mucho. La inspiraba", expresa una compañera de Letizia -que la sigue llamando Leti-, con la que compartió el aula 501, "la clase de los pijos", murmuraban por los pasillos a modo de chanza como guiño a los carísimos jeans de Levi's. Esta colega, hoy periodista de un diario en papel, recuerda a la Reina como "una chica inteligentísima, con las ideas muy claras, segura de sí misma, charlatana y feminista cuando antes nadie escuchaba hablar de feminismo".
El catedrático que marcó a una Reina
Fermín Bouza era un hombre de complexión grande, pelirrojo y de voz profunda. Apasionado de la sociología, la filosofía, la psicología y la física. Este gallego, en concreto compostelano, vivió con fervor la primavera del 68. Era activista y estaba profundamente comprometido contra la dictadura. Era el profesor al que todos admiraban, el tutor a quien todos adoraban.
El cariño del alumnado también lo recuerda su esposa, Carmen Pena López, investigadora y catedrática de Teoría e Historia del Arte Contemporáneo de la Universidad Complutense de Madrid. En una agradable charla con este medio, Carmen afirma que su marido, que murió el 29 de octubre de 2016, hace ya casi cinco años, fue un referente para Letizia, alguien que la ayudó durante sus años académicos y en sus primeros trabajos.
"Efectivamente, podría ser él. Claro que podría ser él. Tuvo una relación directa con ella como alumna. Especialmente en el doctorado, ahí es donde Fermín siempre me hablaba de Letizia, la chica que preguntaba muchísimo. Ella lo admiraba, pero no sólo ella, es que Fermín salía siempre el número uno de los profesores más populares y queridos de la Facultad en las encuestas que se hacían", apunta.
A Carmen Pena López se le entrecorta la voz de la emoción y se le escapan tímidas carcajadas cuando recuerda a su marido. "Fermín tenía una cultura muy humanista. Era sociólogo, filósofo y psicólogo y había empezado a estudiar Física. Tenía una formación muy plural y hacía unos análisis muy buenos sobre todo de opinión pública e intención de voto. Siempre acertaba los resultados de las elecciones. '¡Pero cómo puede ser!', me decía. "Letizia vio en él a una persona brillante y ella, que también lo es, se acercó para aprender".
La viuda de Bouza rememora cómo su marido hablaba de ella en su hogar. "Era muy avispada, muy inteligente, muy curiosa. Él escribió cartas de presentación para que la contratasen. Se presentó a un concurso de la Agencia EFE y Fermín escribió una de esas cartas de presentación. Le dieron el puesto. De ahí pasó a Bloomberg y luego a la televisión", añade Pena. Tal fue el agradecimiento de Letizia y la gran conexión entre ambos que incluso Fermín y Carmen fueron invitados a la boda real el 22 de mayo de 2004, diez años después de que él le diera clases.
La boda real
Carmen Pena recuerda el día de la boda de los entonces príncipes, Felipe y Letizia, como una jornada intensa, cansada, agotadora. Se despertaron a las seis de la madrugada para arreglarse e ir al Paseo de Pintor Rosales, donde los recogía un autobús, como a la mayoría de invitados fuera del universo royal.
"Claro que fuimos a la boda. Por sugerencia de ella, claro, porque a la Familia Real no la conocíamos. Mi marido trabajaba con la radio puesta. Me maravillaba que se concentrase con ese sonido de fondo. De repente, anuncian el compromiso del príncipe Felipe con Letizia Ortiz Rocasolano y se quedó flash. Me dijo: '¡Que Ortiz se casa con el príncipe!'. Letizia lo llamó y le dijo que estábamos invitados. No contábamos con que nos fueran a enfocar, pero al entrar en la iglesia nos tocó ir justo detrás de Luis del Olmo y su esposa. Salimos en todas las televisiones. ¡Se enteró todo el vecindario! Contó tantas veces la historia de la boda que la terminó escribiendo para que no le preguntasen más. ¡Ah! Y en el autobús coincidimos con Miguel Bosé".
Mentor y alumna
Fermín y Letizia tuvieron un vínculo especial de admiración mutua que luego se convirtió en amistad. Cada Navidad, su profesor predilecto recibía un christmas desde palacio y cuando nació Leonor, como aún había relación entre ellos, Fermín, con ayuda de su esposa, planeó el regalo más especial para la princesa de Asturias. "La mejor faceta de mi marido era la de poeta. '¿Qué le regalamos a la niña? ¡A la princesa! ¡No podemos regalarle unos patucos!'", exclamó Pena. "Se me ocurrió que le escribiese unas nanas, unas poesías. Hizo dos: una en gallego y una en castellano. Las hizo como para tamaño póster y yo las enmarqué. Las enviamos a palacio y recibimos una carta donde Letizia personalmente agradece la originalidad del regalo".
Su vínculo permaneció intacto hasta que a la entonces princesa de Asturias le llegó que su profesor tenía en su poder un ejercicio en el que ella, a modo de prácticas, hacía una entrevista. Cosas de la vida, esa entrevista ficticia era de Letizia al rey Juan Carlos (83). Fermín le prometió que aquel trabajo jamás vería la luz. Le dio su palabra. Poco antes de fallecer, Bouza no logró encontrar nunca más aquel documento simulado de la joven periodista Letizia Ortiz.
"Él tenía la biblioteca inundada y no renunciaba a nada. Esa entrevista desapareció. Hay otras cosas de menos entidad, pero esa entrevista no. En medio de este tráfago de papeles, de movimiento... No lo sé, pero ella quería que él se la devolviera. Era el momento en el que desde los medios la estaban machacando. Fermín le dijo 'no lo voy a sacar, lo voy a encriptar'. Quizá fue esa la causa de su distanciamiento. Pasó mucho tiempo, pero todo se fue diluyendo, la distancia... Y cada vez era más difícil acceder a ella... lógico. La entrevista no contenía nada comprometido. Sólo era una entrevista de una chica normal, con bastante capacidad crítica, al Rey".
Además de la colección de recuerdos y alguna confidencia que por discreción Carmen ha preferido guardarse, la catedrática conserva un regalo personal que Letizia dejó para Fermín en el Departamento de Sociología de Opinión Pública. Un jarrón de barro artesanal, hecho por ella, con unas flores secas.
Fermín, sobre Letizia
Una de las pocas veces que Fermín Bouza se pronunció sobre Letizia fue en el libro Letizia. La reina impaciente ¿Qué significa ser reina en el siglo XXI?, de Leonardo Foccia. El catedrático hizo un retrato algo vulnerable de la aparentemente siempre fría Letizia. "Letizia veía que todo se le echaba encima y lo pasó muy mal con la separación de sus padres", declaró.
Aunque subrayó, como el resto de personas que la han tratado, su profesionalidad y perfeccionismo. "Andaba entre libros. No los leía todos, pero los citaba. A ella le removió el mundo ilustrado. Es el mundo que más aprecia. Quería ir un poco por delante que el resto de los alumnos. Yo le pedía que ejercitara su autoconocimiento y me entregó una historia fantástica. Ella tenía hambre de saber", afirmó Fermín Bouza.
Con cierto tono de tristeza, como el de la niña a la que le quitan su juguete favorito, como el de la mujer a la que le privan de su vocación en la vida, Letizia expresó este martes en su discurso más revelador en el salón de actos de la Complutense que "lo de la curiosidad no se quita", pero que ahora no cuenta las respuestas que le dan. Letizia ahora es la Reina, guardiana de la privacidad propia y la ajena. Y su profesor, su tutor, su referente, Fermín, siempre le correspondió de la misma manera. Hasta el último suspiro.
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