A mediados de los años 90, una joven y curiosísima Letizia Ortiz Rocasolano (49 años) acudía diariamente a sus clases en la Facultad de Ciencias de Información de la Universidad Complutense de Madrid como estudiante matriculada en la Licenciatura de Periodismo.
Al llegar a cuarto curso, con una formación ya rodada, además de la propia vocación que tenía de manera congénita y adquirida -su abuela Menchu era periodista y su padre, Jesús Ortiz (72), también-, la actual reina de España recibió clases de un profesor que la marcaría para siempre.
Él era Fermín Bouza Álvarez, catedrático de Opinión Pública, sociólogo, psicólogo y apasionado de la literatura, la física y también de la poesía. En él, Letizia encontró un referente, un guía, una persona cuyos profesionales pasos seguir, alguien en quien apoyarse intelectualmente para poder adquirir la formación óptima que le abriese a posteriori las puertas laborales de sus lugares soñados.
Para lograr exprimir lo mejor de la mente brillante de su pupila, Fermín Bouza la ponía a prueba. No sólo hablaban, debatían, teorizaban y le mandaba libros que según él, ella siempre citaba. Lo importante era la práctica. Poner en marcha la verdadera labor del periodista: investigar, informar, formar, preguntar.
Una de esas actividades académicas propuestas por Bouza fue que Letizia eligiera un personaje al que entrevistar del ámbito que quisiera y hacerle una entrevista en profundidad, aunque ficticia. ¿Su entrevistado seleccionado? El rey Juan Carlos I (83).
No hay ninguna duda del valor de ese documento en la actualidad, pero ¿qué ha pasado con él? ¿Dónde está ese trabajo, hoy impagable, habida cuenta de que era una entrevista de Letizia al jefe del Estado, quien tan sólo años después terminaría siendo su suegro?
EL ESPAÑOL consultó a Carmen Pena Lopez, viuda del afamado y admirado catedrático, y ella tiene la respuesta. "Esa entrevista se ha perdido. Él -Fermín- tenía la biblioteca inundada y no renunciaba a nada, pero justamente esa entrevista desapareció. Hay otras cosas de menos entidad, pero esa entrevista no", expresa la también catedrática en Historia del Arte a este periódico.
Y continúa: "En medio de este tráfago de papeles, de movimiento... No lo sé, pero ella -Letizia- quería que él se la devolviera. Ese era un trabajo que les gustaba mucho porque él, Fermín, los dirigía psicológicamente y sociológicamente para enseñarlos a hacer entrevistas. Era un trabajo obligado y ella decidió hacer una entrevista al Rey", continúa Pena López.
El momento en el que Letizia, ya princesa de Asturias, toma conciencia de que ese documento está en posesión de Fermín Bouza es cuando su viuda fecha, más o menos, el distanciamiento entre el catedrático y la futura reina de España. Fueron tan amigos que incluso ella lo invitó a su boda con el entonces príncipe Felipe de Borbón (53).
"Era el momento en el que desde los medios la estaban machacando, también desde los foros... Fermín le dijo 'no lo voy a sacar, lo voy a encriptar'. Quizá fue esa la causa de su distanciamiento. Pasó mucho tiempo, pero todo se fue diluyendo, la distancia... Y cada vez era más difícil acceder a ella... lógico", apostilla Carmen.
Este medio se interesa por aquel trabajo y Carmen Pena insiste en que no sabe dónde puede estar, pero si algo tiene claro es que su marido jamás habría fallado a su palabra: nunca habría visto la luz. "Nosotros tenemos una segunda vivienda en Galicia. No sé si lo llevó allí, si luego lo trajo... Él no pensaba darlo jamás porque lo suyo era fidelidad absoluta, pero como era un tesoro que él tenía, lo escondía... Y en ese tráfago de ir y venir, a lo mejor lo puso en un sitio en el que no... El 29 de octubre hará cinco años -se refiere a su fallecimiento- y aún no he acabado de buscar cosas".
Carmen Pena López quiere dejar claro que ese trabajo de clase no tenía ningún contenido escandaloso ni nada en contra del emérito ni de la institución monárquica. "La entrevista no contenía nada comprometido. Sólo era una entrevista de una chica normal, con bastante capacidad crítica, al Rey", concluye.
Tan sólo Letizia, Fermín Bouza, Carmen Pena y algunos amigos del catedrático son conocedores de lo que recoge ese documento, hoy con un valor histórico innegable. ¿Terminará filtrándose algún día en algún medio de comunicación o se respetará, como hasta la fecha, la última voluntad de su poseedor?
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