Las tiaras reales han regresado por todo lo alto gracias a la cena de gala celebrada el pasado miércoles 24 en el Palacio Real de Estocolmo en honor a los reyes Felipe (53 años) y Letizia (49). Una cita en la que la princesa Sofía de Suecia (36) volvió a lucir la que es su joya favorita, la diadema que sus suegros, los reyes Carlos Gustavo (75) y Silvia (77), le regalaron con motivo de su boda con el príncipe Carlos Felipe (42).
Una pieza que ha lucido en innumerables ocasiones, llegando a transformarla cuando la ocasión lo ha requerido para darle un toque distinto. Si bien los Bernadottes cuentan con un impresionante joyero real, desde su llegada a la institución en el año 2015 Sofía, tan solo ha lucido esta tiara, con la excepción de los premios Nobel de 2016 y la visita del gobernador de Canadá a Suiza en 2017, cuando tomó prestadas dos diademas familiares.
Desde entonces, no se ha puesto nada diferente. Un hecho que hace pensar que o bien la joven está tan encantada con su tiara que no quiere lucir otra o que bien todavía tiene restringido el uso del joyero de la familia de su marido. Sea cual sea la respuesta, lo cierto es que la Princesa ha sabido sacarle provecho pues, si algo bueno tiene el regalo de sus suegros es que es muy versátil.
En su origen y tal y como la lució el día de su boda, llevaba un elegante remate de esmeraldas en las puntas que durante estos años ha intercambiado con brillantes, perlas o pequeñas turquesas a combinación con sus looks. Con motivo de la cena con los Reyes, por ejemplo, Sofía optó por las perlas, que lucían perfectas junto a su vestido de color blanco de la firma Ssfiyaa.
Además de jugar con las joyas, la mujer del príncipe Carlos Felipe la ha lucido de dos maneras diferentes, a modo de diadema o como una corona, según el peinado que lleve ese día.
Origen controvertido
Regalar una tiara cuando una joven se une a una Casa Real es casi una tradición. Lo hicieron los reyes de Noruega con Mette-Marit (48) y los Dinamarca con Mary Donaldson (49) y, cuando llegó su turno, también los suecos. Sin embargo, lejos de encargar una pieza, la reina Silvia optó por reconvertir una gargantilla que le regalaron y que nunca había utilizado.
Según el medio Svensk Dam, se trataba de un collar que recibió de parte del rey Bhumibol Adulyadej de Tailandia y que por algún motivo desconocido decidió guardar en su joyero sin llegar a estrenarlo. Y no fue hasta que su hijo menor y la joven se prometieron que no hizo uso de ella, eso sí, de una forma muy diferente al que debía ser su propósito.
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