Los últimos meses han sido muy complicados para la infanta Cristina (56 años). Aunque fue este miércoles 19 de enero cuando salieron a la luz unas imágenes de Iñaki Urdangarin (54) en actitud cómplice y cariñosa con otra mujer, la hermana del rey Felipe VI (53) conocía la noticia desde hace tiempo.
Si bien "ha sido un golpe, puede que el peor de su vida", tal y como ha podido conocer EL ESPAÑOL, ahora está tranquila, serena e intentando levantarse como "la mujer fuerte que es". Según han informado a este periódico, la hija de los Reyes eméritos "solo quiere seguir con su vida". Hoy, a mil kilómetros de sus hijos varones, pero al lado de su hija, Irene (16), su 'única' compañía -por cercanía- en sus momentos más difíciles.
La menor de los Urdangarin y Borbón es la única que vive en Suiza junto a la infanta Cristina. Allí asiste a uno de los colegios más exclusivos de Europa: la escuela internacional, l'Ecole Internationale de la Route de Chêne de Ginebra. Se trata del centro de élite más importante de la zona y cuesta 30.000 euros por alumno y por año.
Irene llegó a la ciudad suiza en 2013 tras vivir varios años en Washington, donde sus padres comenzaron su exilio en 2009, debido al trabajo de Iñaki Urdangarin. El regreso a Europa se produjo, sin embargo, por las labores que la infanta Cristina desempeñaba con la Fundación La Caixa. Hasta Ginebra se desplazó la familia al completo, menos el exduque de Palma, quien se quedaba en Barcelona pendiente de su proceso judicial por el caso Nóos.
La hermana de Felipe VI llegó a Suiza junto a sus cuatro hijos, pero con el paso del tiempo los tres varones tomaron rumbos diferentes. Juan Valentín (22), el mayor, comenzó sus estudios superiores en la Universidad de Essex en Reino Unido, pero cuando se conoció la condena de su progenitor voló Madrid, donde vive actualmente. Sin embargo, se ha mantenido muy discreto y son pocos los detalles que se conocen de su lado más personal.
Pablo (21), el segundo y único hijo del matrimonio que hasta ahora se ha pronunciado sobre las imágenes de su padre con otra mujer que no es la infanta Cristina, se mudó el pasado verano a Barcelona, donde entrena con el equipo del Barça de balonmano, el mismo en el que Iñaki Urdangarin se convirtió en una leyenda. De hecho, la última vez que los exduques de Palma se mostraron juntos públicamente fue en el debut del joven con el primer equipo de la entidad azulgrana. Esta era la primera vez que se les veía a ambos en un establecimiento conocido, desde que el exdeportista consiguiera el tercer grado y saliera de prisión tras cumplir condena por el caso Nóos.
Miguel (19), por su parte, vive en Londres, donde cursa sus estudios universitarios en Ciencias del Mar. El joven estuvo al lado de su madre hasta el otoño de 2020, cuando se marchó a la capital británica para empezar una nueva etapa. Al igual que su hermano Juan Valentín ha intentado mantenerse con discreción. Sin embargo, no ha sido menos mediático que la menor de los Urdangarin y Borbón.
La nieta de Juan Carlos I (84) y Sofía (83) solo estuvo cuatro años de su vida en España y por ello ha sido la que menos exposición pública ha tenido, si se compara con sus hermanos y primos. Son pocos los detalles que se conocen de Irene Urdangarin, más allá de que mantiene muy buena relación con Victoria Federica (21), su mejor compañía cuando está en suelo español.
Gracias a sus puntuales apariciones públicas -la más recordada en julio de 2019 cuando visitó la Clínica Quirón de Madrid donde se encontraba ingresado el rey Juan Carlos- también se ha podido saber que además de ser la mejor compañera de su madre, es seguidora de su estilo. En aquella ocasión, la joven lució un pantalón verde que combinó con una camisa blanca, un cinturón marrón y alpargatas negras, un look sport-chic que recordaba a los outfits de la infanta Cristina. Pero no solo hay similitud en la forma de vestirse. Su manera de andar, el movimiento de sus brazos y su sonrisa también dejaron en evidencia el gran parecido entre ambas. Irene, además, tiene mucho del origen belga de su abuela paterna, Claire Liebaert, como el color de los ojos, de un azul intenso, y las facciones tan marcadas.
En un principio la infanta Cristina hacía vida con sus hijos en el centro de Ginebra. Pero desde hace un tiempo solo está con Irene en una zona más tranquila, protegida y residencial, en la que se mantiene alejada de los objetivos de la cámara. Su hogar, de hecho, no ha sido localizado por los medios de comunicación.
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