En los 70 años de su reinado, Isabel II (95 años) ha tenido que hacer frente a varias situaciones que han puesto en entredicho a la Corona británica. Algunas, relacionadas con dos de sus hijos, Carlos (73) y Andrés (61). De los varones, solo el menor, Eduardo (57), ha estado apartado de los escándalos. Si bien ha protagonizado algún rumor, han sido muy pocas las veces que su nombre ha acaparado el foco mediático y, en cualquier caso, sus polémicas no han tenido tanta repercusión como las de sus hermanos.
Mientras que el heredero al trono ha estado relacionado con casos de fraude, corrupción e infidelidades a Diana de Gales, y el duque de York ha sido vinculado con Jeffrey Epstein y acusado de abusos sexuales, el príncipe Eduardo ha mantenido una vida más estable. Tanto en lo personal como en su ámbito profesional y de servicio a la monarquía.
El conde de Wessex es el único de los hijos de Isabel II que no se ha divorciado. Lleva casi 22 años de casados con Sophie Rhys-Jones (57), con quien ha mantenido una relación discreta y reservada. Salvo algún escándalo en sus comienzos, ambos han estado apartados de las polémicas y, en los últimos años, se han convertido en dos de los miembros más respetados de la Familia Real.
El príncipe Eduardo y su mujer cuentan con una intensa agenda institucional que ha ido en ascenso. Sobre todo, desde que Meghan Markle (40) y el príncipe Harry (37) se apartaron de la Corona. Él representa a su madre en numerosos actos y ella forma parte de un sinfín de organizaciones, dedicadas a las causas sociales. Sophie de Wessex, además, se ha convertido en una de las personas de mayor confianza de la reina Isabel y en uno de sus grandes apoyos tras la muerte del duque de Edimburgo. Sin embargo, la sintonía entre ambas no siempre fue la mejor.
En 2001, un periodista que se hizo pasar por un cliente de su empresa de relaciones públicas, la grabó hablando mal de su suegra, de la Reina madre, de Carlos y Camilla Parker-Bowles (74). Una incómoda situación que la llevó a cerrar su compañía y a dedicarse a la Corona y a su familia. Le relación entre suegra y nuera mejoró cuando en 2003 llegó al mundo Louise (18), la primogénita de Sophie y el príncipe Eduardo. Tras un parto muy complicado, en el que madre e hija estuvieron al borde de la muerte, la nieta de Isabel II nació con un problema de visión que todavía padece.
Con el fin de seguir su línea discreta y mantenerse apartados de los escándalos, el príncipe Eduardo y Sophie de Wessex han querido que Louise y su hijo menor, Jacobo Mountbatten-Windsor (14), no estén tan ligados a los compromisos de la Casa Real como la mayoría de sus primos. Tal y como ha explicado la condesa en alguna ocasión, han decidido que ambos lleven una vida que encaje con la realidad.
Hijo ejemplar
Salvo alguna situación puntual, como la conversación que sostuvo la condesa de Wessex en 2001, el nombre del príncipe del príncipe Eduardo no ha sido relacionado con grandes escándalos. Más allá de sus funciones institucionales, el hijo menor de la reina Isabel solo ha protagonizado titulares cuando en los primeros años de su matrimonio tuvo que luchar contra rumores sobre su posible homosexualidad o cuando en 2019 salió a luz su exclusivo viaje familiar a Sant Moritz en jet privado.
En general, mantiene una relación muy estrecha con su madre, para quien es uno de sus hombres de confianza. El príncipe Eduardo, además, está destinado a recibir un título muy especial para la monarca. Siguiendo con la voluntad de la reina Isabel II y su esposo, cuando el príncipe Carlos asuma el trono, el ducado de Edimburgo deberá recaer sobre el menor de sus hijos. Así lo informaron la soberana y el fallecido consorte cuando el conde de Wessex contrajo matrimonio con Sophie en 1999.
[Más información: El príncipe Carlos no quiere que su hermano Eduardo se convierta en el nuevo duque de Edimburgo]
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