La vida de la esposa de Alberto de Mónaco (64 años) dista mucho de ser como un cuento de hadas. Rumores de separación, un complicado estado emocional e intrigas palaciegas, éste podría ser el resumen de su día a día. Tras salir a la luz el supuesto acuerdo económico de 12 millones de euros que habría firmado con el soberano para no divorciarse y permanecer ligada al Principado, Charlène tiene que lidiar en silencio con un nuevo escollo. Según la prensa francesa e italiana, Carolina de Mónaco (65) estaría conspirando en su contra para asegurarse de mantenerla lejos de la Casa Real.
La primera dama, que abandonó la clínica suiza donde estuvo ingresada el pasado mes de marzo, no vive en palacio junto a su marido y sus hijos, una decisión que no sería del todo personal y que no sólo respondería a su necesidad de calma y privacidad. Ha habido movimientos estratégicos detrás que la han obligado a irse.
Al parecer, Carolina, de acuerdo con el soberano, ha propiciado que su cuñada se traslade a la finca Roc Agel, la residencia de verano de los Grimaldi, situada en la ciudad de Peille, en la frontera con Francia. De este modo, la mantiene alejada de la vida pública, aunque reaparecerá en ocasiones puntuales, como ha hecho en las últimas semanas.
Sin embargo, parece que la agenda institucional de la Princesa será muy escueta y no solo por su estado de salud, sino por un secreto imperativo familiar. Llama mucho la atención que se la haya excluido de un evento muy importante que tendrá lugar en 2023: las celebraciones por el 100 aiversario del príncipe Rainiero, al que no se le permitirá asistir. Será Carolina quien ejerza el papel de Primera Dama.
Las intrigas no acabarían ahí, pues según informa la revista Oggi, la mayor de los Grimaldi y su hermano han llegado a un acuerdo que confirma la 'expulsión' de Charlène. Teniendo en cuenta que el Príncipe tiene 64 años y su esposa 44, veinte menos, se ha establecido que si él muriera antes de la mayoría de edad de su hijo Jacques, la regencia del Principado recaería en Carolina y no en su esposa, que sería simplemente la madre del futuro Rey.
Y mientras todo esto sucede, la exnadadora sudafricana continúa con su mutismo. Hace unos días, el príncipe Alberto viajaba a Disneyland Paris con sus mellizos y nuevamente sin la presencia de Charlène. Extrañó que no los acompañara en una escapada tan especial para Jacques y Gabriella (7) que además se desarrolló con bastante privacidad y sin la presencia de cámaras. Sólo hubo una foto del parque de los tres con Minnie y Mickey Mouse, pero ni rastro de la Princesa.
La salud de Charlène sigue siendo delicada y vive casi recluida en Roc Agel, pues ni siquiera se le permite conducir su coche, al parecer porque su marido teme que pueda sufrir un accidente debido a las pronunciadas curvas del trayecto que cubre la finca con el palacio Grimaldi. Y pese a este panorama, parece que no habrá separación oficial, aunque esta sea un hecho a nivel práctico.
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