La entrega de la enseña nacional a una unidad militar es uno de los actos más importantes dentro del ejército español. Cuando una Reina amadrina tu bandera, los militares se sienten felices y orgullosos. Cuando la emérita Sofía (83 años) era la encargada de protagonizar este tipo de actos, el protocolo para ella era vestir de color negro, de largo y con mantilla española.
En su etapa de princesa de Asturias, Letizia (49) solo amadrinó en una ocasión la bandera para un destacamento de la Guardia Civil y lo hizo vestida como pedía su suegra. Nada más llegar al trono Felipe VI (54), Letizia cambió las normas. En su primer acto como madrina de la enseña nacional vistió de corto, en color blanco y sin nada en el cabello.
Nueva Reina, nuevas normas. Pero no quiso quitarle importancia al acto en sí, ya que eligió el diseño que Felipe Varela había creado para la proclamación de Felipe VI, el vestido más importante de su armario. Este martes 7 de junio en Murcia ha vuelto a amadrinar una bandera y lo ha vuelto a hacer conforme a sus reglas.
Letizia ha reaparecido tras su intenso viaje de cooperación en Mauritania. Se ha quitado la arena del desierto de encima y ha lucido espectacular de blanco, el nuevo color fijado por ella para amadrinar una enseña nacional. La cita ha tenido lugar en el muelle Juan Sebastián El Cano y la entrega era para la Fuerza de Guerra Naval Especial en Cartagena.
La Reina ha elegido un vestido nuevo que dará que hablar, ya que era bastante transparente. Para este acto Letizia ha elegido un vestido blanco de encaje con motivos florales y detalles semitransparentes que se vendía en Sfera hace varias temporadas. Un diseño en largo midi que no tiene mangas y presenta escote a la caja. Además, se trata de una pieza que se entalla estratégicamente en el cuerpo para recuperar vuelo en la falda que se define con una línea trapecio.
Tal vez haciendo un guiño al mar, la Reina ha decidido combinarlo con azul, gracias a sus pendientes de aguamarinas de Bvlgari (unos de nuestros favoritos y que la firma le regaló por el nacimiento de la Princesa de Asturias) y unos salones de Carolina Herrera destalonados a juego.
También era perfecto el recogido: un moño pulido al más puro estilo romántico, que dejaba ver perfectamente los pendientes.
Como detalle, contar que llevaba en el pecho la Gran Cruz de Carlo III, distinción que le regaló su suegro, el rey Juan Carlos (84), el día de su boda con el entonces Príncipe de Asturias.
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