Ríos de tinta han corrido desde que se conociera este lunes 12 de septiembre la intención del rey emérito Juan Carlos (84 años) de asistir al funeral de la reina Isabel II. Sin embargo, aunque menos ilustre, hay otro funeral al que le hubiera gustado asistir. Se trata de la misa funeral celebrada este lunes 12 de septiembre en Pozuelo de Alarcón, concretamente en la Parroquia Santa María de Caná, donde se oficiaba la despedida de Pilar Carvajal y Urquijo.
Pilar, condesa viuda de Motrico, falleció el pasado 20 de agosto en Valldemossa (Palma de Mallorca) y era hermana de Jaime Carvajal y Urquijo (83), marqués de Isasi y suegro de Xandra Falcó (55).
Jaime Carvajal es amigo de la infancia del monarca, desde los tiempos en los que compartieron pupitre en el colegio en Las Jarillas. Desde entonces a Jaime y al rey emérito les une una entrañable amistad que ambos han cultivado y que ha perdurado en el tiempo. Estos lazos de amistad han continuado con los años encarnados en la figura de sus respectivos hijos, ya que el rey Felipe (54) guardaba una sincera amistad con Jaime Carvajal Hoyos, marido de Xandra Falcó y fallecido hace dos años víctima de un infarto fulminante.
Xandra Falcó en el funeral
Hasta la parroquia se acercaron este día 12 numerosos familiares y amigos para dar el último adiós a la condesa viuda de Motrico. Entre ellos estaban sus cuatro hijos, Mónica, José María, Agueda e Iciar. Hasta allí acudió también Xandra Falcó, sobrina política de la fallecida, que se mostraba bastante cariacontecida, no en vano Pilar era una de las tías preferidas de su marido, Jaime. Xandra llegaba sola con vestido estampado y entraba al templo provista de mascarilla negra en señal de luto. Minutos antes lo habían hecho sus suegros, Jaime Carvajal y Urquijo y su mujer, Victoria Hoyos Martínez de Irujo.
Curiosamente, el matrimonio de Xandra Falcó con Jaime Carvajal Hoyos sirvió para reafirmar los lazos de amistad de los Carvajal Hoyos y los Borbón por partida doble, ya que se daba la circunstancia del padre de Xandra, Carlos Falcó y Fernández de Córdoba, marqués de Griñón, había formado también parte de ese círculo cercano del entonces príncipe Juan Carlos en el colegio de Las Jarillas.
A ellos dos se unieron nombres como Fernando Falcó, Alonso Alvarez de Toledo, José Luis Leal o Carlos de Borbón dos Sicilias, primo del Rey, en lo que fue un improvisado colegio orquestado por el general Franco ad hoc para que el joven heredero de la corona se sintiera cómodo en su regreso a España.
Una amistad duradera
La amistad entre el rey emérito y sus entonces compañeros de pupitre perduraría en el tiempo hasta el punto de convertirse en el núcleo duro del monarca durante sus años de juventud. Juan Carlos conserva un gran recuerdo de aquella etapa que rememora con cariño siempre que tiene oportunidad.
Cuentan las malas lenguas que sus compañeros de clase le servían de compinches en sus escapadas cuando el grupo de colegiales de Las Jarillas se escapaba juntos "a ligar", aprovechando los despistes de Carlos Martínez Campos, preceptor del rey. Eran tiempos en que el rey emérito era Juanito, tenía 10 años, y todo valía para escapar de la férrea disciplina franquista y la escolta policial formada por dos escoltas que vigilaban en el recinto por la seguridad del príncipe.
Algunas de aquellas batallas, como la vez que se escaparon y acabaron en la Costa Azul, fueron narradas con verdadero cariño por Fernando Falcó, uno de los ocho magníficos que compartieron correrías con el rey Juan Carlos. Casi 75 años después, el monarca vive sometido a otra disciplina, la impuesta por el gobierno y Zarzuela tras su exilio a Abu Dabi.