Con look deportivo, compuesto de pantalón oscuro, camiseta blanca, chaqueta gris y gorra calada, el rey emérito Juan Carlos (85 años) ha llegado en la mañana de este jueves, 27 de julio, al Real Club Náutico de Sanxenxo, desde la residencia de su amigo y anfitrión Pedro Campos (73), para preparar la regata en la que pretende participar este próximo fin de semana en la localidad pontevedresa.
El padre de Felipe VI (55) ha hecho su reaparición, sobre las doce de la mañana, con buen ánimo y sin dejar de sonreír y compartir confidencias. Si bien es cierto que en este último viaje -y como ocurrió en el anterior, en abril- el Emérito no ha atendido a la prensa y no ha podido manifestar cómo se encuentra, su actitud traslucía su optimismo y alegría por regresar a España y poder participar en una de sus grandes pasiones: las regatas.
Eso sí, su actitud y buena disposición no se han ajustado al cien por cien con sus imágenes en movimiento. Tal y como aconteció en 2022, en su primer regreso desde que afincó su residencia en Abu Dabi, este jueves Juan Carlos ha protagonizado notables problemas de movilidad al caminar y bajar las escaleras del puerto. Encorvado, con bastón y apoyado en todo momento en su escolta, el marido de la emérita Sofía (84) no ha podido evitar una evidente fragilidad.
El momento más delicado -y crítico- para su maltrecha movilidad se ha producido durante la bajada de las escaleras que le han conducido al velero donde ha comenzado su primer día de entrenamiento. Con prudencia, cuidado y lentitud en su movimiento, Juan Carlos ha conseguido, no sin esfuerzo, sortear ese obstáculo. También su encorvamiento ha llamado la atención de propios y extraños.
Una vez en suelo firme, y antes de tomar asiento en el velero, el rey emérito se ha dado un discreto baño de masas. En primer lugar, ha charlado animadamente con un grupo de niños que participaban de una actividad acuática.
Minutos después, ha saludado a los miembros de la tripulación de El Bribón y se le ha visto departir con afecto con algunos amigos y conocidos. En un momento dado, incluso, Juan Carlos ha acariciado a un perro.
Con respecto a sus problemas físicos, cabe reseñar que el rey Juan Carlos ha pasado hasta 17 veces por quirófano: lleva una prótesis en la rodilla de derecha desde 2011 -la cual tuvo que ser sustituida en una nueva intervención en la primavera de 2018- y también lleva prótesis en la cadera izquierda y en la derecha, la solución a la caída que tuvo en Botsuana el 14 de abril de 2012, mientras cazaba elefantes acompañado de su entrañable amiga, Corinna Larsen (59).
La agenda del Emérito
El rey emérito ha abandonado este jueves por la mañana la casa de su íntimo amigo Pedro Campos hacia las doce del mediodía en el asiento de copiloto del coche de Campos y, como en la jornada previa, se limitó a saludar a los periodistas desde el interior del vehículo.
La idea del anterior jefe del Estado, de 85 años, es participar en las regatas de preparación para el Mundial de la categoría 6m que tendrá lugar a finales de agosto en el Reino Unido.
Esas pruebas en la localidad pontevedresa están programadas para el sábado y el domingo, con dos días de entrenamiento previos, aunque las predicciones no son muy halagüeñas para este próximo viernes ni para el sábado, y la meteorología puede alterar los planes.
Esta es la tercera visita del rey emérito a España desde que tomó la decisión de marcharse a vivir a Abu Dabi -Emiratos Árabes Unidos- en agosto de 2020. En esta ocasión, el rey Juan Carlos aterrizó el pasado miércoles a las 14:00 horas en el aeropuerto de Peinador, en Vigo, tras haber viajado en un jet privado desde el aeropuerto internacional de Abu Dabi.
Su regreso a España ha generado menos expectación que las visitas anteriores y han sido más los periodistas que han estado pendientes de él que los curiosos que se han acercado al aeródromo vigués o a la casa de Campos, donde algunos vecinos protestaron por la colocación de unas vallas que dificultaban el paso por la acera.