El príncipe Harry de Inglaterra (38 años) ha sufrido un nuevo desaire por parte de la Familia Real británica. En concreto, de su padre, el rey Carlos III (74). A principios de este mes de septiembre, el hermano de Guillermo (41) fue informado de que no tenía habitación disponible en el Castillo de Windsor y que, a partir de ese momento, debía "avisar" y "enviar solicitud formal" siempre que quisiera visitar a su padre.
Así lo recoge este domingo, 24 de septiembre, Daily Mail. El marido de Meghan Markle (42) voló a Londres, desde su residencia, para asistir los premios WellChild a principios del mes de septiembre, y preguntó si podía quedarse en Windsor, mientras su padre Carlos se alojaba en Balmoral para conmemorar el aniversario de la muerte de la reina Isabel II.
De acuerdo a la información del medio, se cree que Harry quiso quedarse en Windsor para visitar, al día siguiente, el lugar de descanso de la Reina en la Capilla de San Jorge. Sin embargo, se le negó su solicitud alegando que no había propiedades disponibles con poca antelación.
En esa línea, se sostiene que el Palacio de Buckingham informó al duque que tendría que presentar una "solicitud formal" para ver a su padre durante su visita. No está claro si el rey Carlos estaba al tanto de esta correspondencia.
Según The Telegraph, a Harry, que regresará al Reino Unido en enero de 2024, todavía se le permitirá permanecer en propiedades en Windsor en el futuro, pero sólo si se da una "advertencia adecuada".
En ese momento, le ofrecieron la oportunidad de quedarse en Balmoral con su padre Carlos en el aniversario de la muerte de la Reina el pasado 7 de septiembre, pero Harry arguyó que su ajetreado itinerario lo hacía imposible.
En cambio, permaneció en el sur, en un hotel, y visitó a su abuela en solitario. Fue la primera visita de Harry a Reino Unido desde que él y Meghan fueron desalojados de Frogmore Cottage, dejándolos, efectivamente, "sin hogar" en el país. Al día siguiente de este desaire, se fotografió a Harry realizando una breve vigilia en el lugar de descanso de la Reina, ubicado en la Capilla de San Jorge del Castillo de Windsor .
En otro orden de cosas, en las últimas semanas, Harry de Inglaterra ha estado volcado en la celebración de la sexta edición de los Juegos Invictus, creados por el propio royal en 2014 para militares veteranos enfermos o heridos en combate que compiten en silla de ruedas al voleibol o al baloncesto, entre algunos deportes. En la gran final de esta ceremonia, ha contado con la presencia de su esposa y bastón, Meghan.
Harry y Netflix
Hace unos días, Netflix estrenó el documental Corazón de Invictus, en el que participa Harry. La producción explora la vida de los veteranos militares heridos y enfermos que participan en esta competición anual creada por el príncipe Harry en 2014 -inspirándose en los célebres Warrior Games norteamericanos y en los Juegos Paralímpicos-.
No obstante, más allá del contenido principal, han llamado especial atención las declaraciones que ha vertido el duque de Sussex. Hablando de sus experiencias personales -pérdidas, abismo y superación-, marcadas por la traumática muerte de su madre, Harry rememora su experiencia como miembro de las Fuerzas Armadas en una misión en Afganistán.
Significó aquella experiencia una suerte de catarsis personal para él, en la que pudo poner en orden sus sentimientos tras el fallecimiento de Lady Di, años atrás, en 1997.
"Cuando estuve en Afganistán en 2012 para pilotar un helicóptero, algo dentro de mí se vino abajo", ha asegurado. En esa línea, añade Harry sobre el peor momento de su vida: "La mayor lucha para mí fue la gente. (...) Nadie a mi alrededor podía realmente ayudarme. No tenía esa estructura de apoyo, esa red o ese asesoramiento de expertos para identificar lo que realmente estaba pasando conmigo".
Unas palabras que han sido interpretadas por muchos con un reproche a los Windsor. Continúa el Príncipe hablando de ese accidente de tráfico en el que su progenitora perdió la vida en París con Dodi al Fayed: "Se desencadenó algo en mí, y fue todo lo que pasó desde 1997, cuando tenía 12 años. Perdí a mi madre siendo joven y fue un trauma del que no era consciente".
Sostiene el hermano de Guillermo de Inglaterra que la tragedia familiar "nunca se discutió y tampoco se habló de ello, durante todos esos años no tuve ninguna emoción, no podía llorar, no podía sentir. (...) Me puse a darme contra las paredes".