Hace tan sólo un par de semanas aseguraba que moriría con las botas puestas, que no había encontrado a un candidato lo suficientemente bueno para sustituirle al frente de la Fórmula 1 y que, aunque era consciente de que eso habría de suceder tarde o temprano, por el momento no tenía planes de retirarse del negocio.
Las declaraciones de Bernie Ecclestone (85 años), magnate de la Fórmula 1, le definen perfectamente. Su visión (y obsesión) hacia los negocios, en los que triunfa desde que comenzara vendiendo chucherías en la escuela, le ha reportado cuantiosos beneficios. Es justo lo contrario de lo que le ha sucedido con su otra debilidad: las mujeres, que le han supuesto algún que otro quebradero de cabeza, además de pérdidas económicas notables.
El último disgusto de este tipo ha sido el secuestro de su suegra, el pasado viernes, a manos de una banda de secuestradores. Le exigían un rescate de 36 millones de dólares a cambio de la liberación de Aparecida Schunck (67), la madre de su última esposa, Fabiana Flosi (40). Aunque esta vez el desembolso económico no va a mermar en exceso la fortuna de Ecclestone, cifrada por la revista Forbes en 3.100 millones de dólares.
Bodas, bautizos y divorcios millonarios
El grifo del dinero de Bernie Ecclestone lo han manejado, principalmente, sus hijas y su segunda mujer, la modelo croata Slavica Radic (58). De hecho, el divorcio del magnate y la modelo, con la que estuvo casado 25 años, está en el top 5 de las rupturas más caras de la historia. Le costó al jefe de la F1 nada menos que 1.200 millones de dólares.
La tormentosa relación de Slavica y Bernie, recogida en la biografía no autorizada El hombre que inventó la Fórmula 1 (2011), se inició años después de que Ecclestone abandonara a su primera esposa, Ivy. Con ella tuvo a su primera hija, Debbie (que ha sido abuela recientemente a sus 58 años). Ya entonces le obsesionaba el trabajo.
Aún así, con Slavica tuvo dos hijas más, sus dos ojitos derechos: Tamara (32) y Petra (27), que crecieron rodeadas de los 'lujos de papá', a quien su poco más de medio metro de estatura no le ha impedido fraguar un patrimonio desde cero.
Las dos hijas se encargan de 'gestionar' a su gusto parte de su fortuna. Cada una de ellas manejará en el futuro casi dos millones de euros. Pero ellas han empezado antes a gastar el dinero. Ambas se casaron en su día por todo lo alto. Petra lo hizo en el castillo de Odelcalchi (Roma), en el mismo lugar que Tom Cruise (54) y Katie Holmes (37), rodeada de 350 invitados que viajaron en aviones privados y se alojaron en lujosos hoteles en los que todos los días recibían algún regalo.
Tres días de fiesta, fuegos artificiales, champán, vino de 6.000 la botella y música a cargo de Eric Clapton (71) y Black Eyed Peas. En total, le costó a Bernie cerca de 15 millones de euros.
Pero el enlace de Tamara no le fue a la zaga. La primogénita del magnate eligió la Riviera francesa y contrató a Elton John (69) y Lionel Richie (67), entre otros, para amenizar su gran día. De nuevo, aviones privados, la misma diseñadora del vestido de novia (Vera Wang) y alojamiento en los hoteles más lujosos de la zona para los exclusivos invitados, 150 esta vez.
Quizá para compensar el despilfarro de sus dos excéntricas hijas -que tienen en sus casas refugios antibomba, habitaciones sólo para envolver regalos, acuarios y bolera- Bernie Ecclestone prefirió casarse con su tercera esposa, la directora de marketing brasileña Fabiana Flosi, sin hacer demasiado ruido. Eso sí, lo hizo en su lujosa mansión de la estación de esquí de Gstaad y después de regalar a su prometida un anillo de diamantes valorado en 140.000 euros.
Al secreto enlace, celebrado en 2012, faltaron las hijas de Ecclestone, que no aceptan de buen grado que su padre rehaga su vida con esta mujer 45 años más joven que él.
Busca rentabilidad bajo las piedras
A Bernie no parece importarle que las mujeres de su vida le hagan perder dinero (o, mejor dicho, gastarlo). Como buen empresario, siempre encuentra un resquicio a través del cual hacer negocio y sacar rentabilidad. Así ocurrió, por ejemplo, cuando en 2010 un atracador irrumpió en su casa y le agredió para robarle. De aquel suceso ha quedado en el imaginario colectivo la imagen del jefe de la F1 con el ojo morado en las marquesinas de autobuses anunciando una marca de relojes que por aquel entonces patrocinaba el Gran Premio.