La Fórmula 1 moderna, tal cual la conocemos hoy en día, es obra de un sólo hombre que supo ver el potencial de una competición automovilística como ninguna otra y convertir esta en un producto de consumo de masas con audiencias millonarias frente a las que pocos deportes son capaces de competir.
Bernie Ecclestone cambió para siempre un deporte transformándolo en un negocio multimillonario que aglutina a las grandes marcas del automovilismo y hasta negocios de bebidas energéticas, como el imperio Red Bull, que seducido por la ventana al mundo que supone la Fórmula 1 ha llegado a comprar dos equipos y hasta un circuito que hospeda hoy en día el Gran Premio de Austria.
Han pasado muchas décadas desde que 'Mr. E' saliese corriendo en un coche a toda velocidad hacia el aeropuerto de México DC con una bolsa bajo el brazo: la recaudación del circuito como pago de los derechos por hospedar un Gran Premio.
Negocio millonario
Hoy en día no es necesario escaparse clandestinamente a la fuga porque, para albergar un carrera de Fórmula 1, los promotores deben depositar muchos millones de dólares en las cuentas de la FOM (Formula One Manegement, por sus siglas en inglés) de forma anticipada.
Ecclestone ha creado un imperio que genera beneficios históricos para el grupo CVC Capital Partners, para los equipos de la categoría y para la Federación Internacional del Automóvil a través de la venta de los derechos comerciales del Gran Circo de la F1.
La Fórmula 1 es la criatura más querida por Bernie Ecclestone y esta no se entiende sin su polémica figura, pero con el paso de los años comienzan a surgir dudas en un paddock que se ha ido renovando con managers de talento de otra generación, mientras que FIA y FOM envejecen a marchas forzadas.
En un mundo dominado por las redes sociales, que muta los hábitos de consumo de los usuarios y potenciales clientes de cualquier producto de entretenimiento, el choque generacional (y de intereses comerciales y económicos) marca las diferencias y plantea nuevos retos para la Fórmula 1 del futuro inmediato.
¿Y si Bernie Ecclestone no es inmortal?
Bernie Ecclestone cumplirá 86 años el próximo 28 de octubre y muchos tienen ganas de eliminar al único garante de la estabilidad de la categoría. Sin él, puede sumirse en una crisis de identidad que coincidiría con uno de los momentos más delicados de su historia, y como consecuencia de un formato que aleja cada año más a los seguidores que dejan de comprar el producto F1.
La avanzada edad de 'Mr. E' ha hecho saltar los rumores del paddock, hasta el punto que desde la prensa británica se ha lanzado una campaña por la sucesión, tirando globos sonda al aire con nombres importantes entre los que hay un español.
El problema del reemplazo de Ecclestone es que hoy en día pocos pueden garantizar un modelo basado en el poder personal totalitario como el que ejerce desde su despacho de Londres el incombustible ex-vendedor de coches de Suffolk.
Gestión unipersonal, estado dictatorial
Bernie Ecclestone lo hace todo en primera persona. Cada trato ha de cerrarse mediante su beneplácito, y mantiene el contacto directo con empresarios, políticos, líderes mundiales, familias reales y autoridades deportivas. Todo bajo el control de unas manos suaves pero firmes que no tiemblan ante nada, pese a sus 85 años amasando fortunas.
Pocos ejecutivos hoy en día son capaces de realizar la labor de un solo hombre, y mucho menos el complejo entramado de relaciones e interese cruzados que reinan en la Fórmula 1.
Desde Niki Lauda a Luca Cordero di Montezemolo, pasando por Christian Horner, hasta grandes líderes de multinacionales como Peter Brabeck-Letmathe de Nestle, Zak Brown, Martin Sorrel y mucho otros. Todos han sido en algún momento elegidos hipotéticos sucesores del 'inmortal' Ecclestone.
Pero entre todos los nombres puestos sobre la mesa, hay uno que destaca por poseer un perfil que imita desde los primeros pasos al del gran mago de las finanzas y el patrocinio.
¿Un español como sucesor de un 'brexiteer'?
Alejandro Agag, en silencio y sin llamar excesivamente la atención, ha forjado de la nada una categoría que acaba de cerrar su segunda temporada y que prepara su tercera entrega nada menos que con un EPrix (como así llaman a los Gran Premio) en las calles de Nueva York en 2017.
El madrileño ha hecho algo aún más relevante que Ecclestone. Si bien el británico cambió el futuro de una Fórmula 1 nacida en 1950, Agag ha creado la Fórmula E de la nada en medio de un ambiente hostil en el que nadie, salvo Michelin, creía desde que el español puso la idea sobre la mesa por primera vez.
Alejandro Agag es el único hoy en día que muestra el mismo perfil que Ecclestone, al ser el encargado de implicar a la FIA en el soporte de una categoría en pleno momento alcista, creando un formato de carreras que hasta Toto Wolff de Mercedes admira, negociando en primera persona con los alcaldes y líderes políticos de las ciudades como Paris, Londres, Moscú y Nueva York que acogen las carreras, controlando los derechos comerciales y negociando con las cadenas de televisión los derechos de retransmisión de los EPrix.
En una escala diversa, Agag ha recreado en dos años la carrera de cuatro décadas de Ecclestone en la Fórmula 1, sin contar que ha sido socio y es amigo personal del mandamás de la F1. La sucesión de 'Mr. E' aún está en el tintero y el británico de pelo blanco avisa que de momento seguirá “hasta los 100 años” al frente de la Fórmula 1.
Mientras tanto, Agag, a sus 45 años, acaba de anunciar que su Fórmula E correrá el último EPrix en las calles de Nueva York haciendo realidad el sueño que Ecclestone, a sus 85, no ha sido capaz de materializar y que posiblemente nunca llegue a realizar, ni tan siquiera llegando al siglo de edad. El CEO español de la Fórmula E no tiene prisa y sigue consolidando un campeonato al que cada vez más ciudades tratan de adjudicarse. Mientras, la Fórmula 1 continúa desojando los pétalos de la margarita de su futuro.