La Fórmula 1 se está encargando de perder toda su esencia, y con ello, la emoción que atrae a sus aficionados. Los que mandan en la F1 decidieron que no debía haber salida, que no se podía correr en lluvia. Se cargaron dos de las cosas que más emoción da a una carrera. Y ni diluviaba ni la pista estaba tan mojada como para tomar esta decisión. Pero fue lo que pasó. Una decisión polémica que hace perder al propio deporte, cada vez más aburrido. [Así te hemos contado el GP de Gran Bretaña de F1].
Hasta Marc Márquez, viendo por TV la carrera, se quejaba en Twitter ante lo que rozaba lo esperpéntico: "No entiendo la F1", exclamaba el piloto de MotoGP. ¿Qué pinta el safety car aun en pista?, añadía. Era la pregunta que se hacían todos. Ni llovía ni la pista estaba rebosada de agua. Pero la carrera empezó con el coche de seguridad y éste no se fue hasta la sexta vuelta. Cuando ya poco podía ocurrir.
Hamilton mandó desde esa vuelta y no perdió el liderato en todo el Gran Premio. La pista se fue secando, no sin presenciar el paso por boxes, cambiando los neumáticos, primero a intermedios y después a seco. Fueron los movimientos más interesantes, en el pitlane, donde casi hubo toques por la entrada en bloque de la mayoría de pilotos.
En pista, poco. La curva 1 fue protagonista, siendo una trampa para todos: ahí se salieron desde Hamilton a Alonso, que se llevó un buen susto con varias vueltas de su McLaren que le llevó a la pucelana, donde no se quedó enganchado. El asturiano aguantó como pudo, cruzando meta decimotercero y resistió también a otra mala táctica de su equipo, que vio tarde que la pista se iba secando. El otro español, Carlos Sainz, terminó octavos. Otra vez en puntos.
La lucha más bonita estuvo en el duelo entre Rosberg y Verstappen. El público enloqueció cuando el holandés le quitó la segunda plaza al alemán, ya que eso favorecía a Hamilton. Pero el actual líder del Mundial acabó resistiendo y adelantando a Verstappen en el tramo final, aunque todo eso no le acabó valiendo. Le sancionaron por recibir información por radio. Su ingeniero le facilitó información para arreglar el problema que estaba teniendo con la caja de cambios.
El Gran Premio acabó como el anterior: con abucheos. En un país con tanta tradición de F1, el público británico pitó en el podio a Rosberg. El expiloto Webber pedía silencio, sin suerte. Minutos antes Hamilton había dicho que "aquí no se pita, aquí se respeta". Fue en lo único que se equivocó el inglés.