A Donald Trump (71 años) no le ha hecho falta estrujarse demasiado los sesos para decidir cuál iba a ser su refugio este verano. Pese a la gran cantidad de propiedades que figuran en su patrimonio, el presidente estadounidense siempre reparte sus vacaciones entre dos destinos: el paradisíaco club privado Mar-a-Lago de Palm Beach (en Florida) y el exclusivo Club de golf de Bedminster, en Nueva Jersey.
Finalmente, el magnate ha optado por este último para desconectar del que ha sido su primer curso político como mandatario de Estados Unidos, quizá por ser la más cercana a la residencia presidencial, de la que dijo que apenas iba a separarse durante el tiempo que durara su mandato. "Saldré de la Casa Blanca muy pocas veces. No seré un presidente que toma vacaciones", aseguró en su día criticando duramente a sus predecesores por ser fieles a sus descansos estivales.
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Con todo, Trump también parece haber hecho las maletas. Este jueves está previsto que aterrice en su particular refugio. Una de las principales pistas la daba la Administración Federal de Aviación, que anunciaba hace tan sólo unos días restricciones en el espacio aéreo alrededor del complejo entre los días 3 y 20 de agosto. Estas medidas son habituales cuando el presidente de EEUU sale de Washington y viaja a lugares como Bedminster.
El destino vacacional del matrimonio Trump está sólo a 65 kilómetros de Nueva York y a 350 de Washington (Palm Beach está a más de 1.200). Es, según el propio magnate, menos costosa que el alojamiento en la Torre Trump de Nueva York. El magnate adquirió la propiedad en 2002 y lo hizo por 35 millones de dólares. Diseñado por Tom Fazio, cuenta con dos campos de golf de 36 hoyos y casi siete kilómetros.
Para Donald Trump, este complejo es uno de sus favoritos. No en vano, ha manifestado en más de una ocasión su deseo de ser enterrado aquí. De ahí que haya solicitado ya los pertinentes permisos a fin de construir un cementerio que pueda vender parcelas al público y que acoja, al mismo tiempo, un pequeño panteón familiar.
El recinto se engloba en la antigua finca del fabricante de automóviles John DeLorean y cuenta, además, con pistas de tenis, piscina, casa club, un centro de entrenamiento cubierto de golf y otro de práctica así como varias casas propiedad de los distintos miembros de la familia Trump. Una de las casonas está reservada sólo para el presidente. La privacidad y la exclusividad son los dos pilares sobre los que se sustenta el campo de golf, que en 2016 fue nombrado por la revista Golf como uno de los 100 mejores campos del año.
El lugar, rodeado por varias granjas de cría de caballo y colinas verdes, ha servido como centro de reunión para la formación del gobierno del propio Trump con algunas de las personas que posteriormente formarían parte de su gabinete.
En Bedminster -cuya localidad apenas tiene 8.200 habitantes- contrajo matrimonio Ivanka Trump (35), la primogénita del presidente, en una boda de cuento de hadas en 2009. Más de 500 invitados fueron testigos del sí, quiero de la que en la actualidad ejerce casi como de primera dama. Entre los asistentes, se encontraban los actores Russell Crowe (53) y Natalie Portman.
Precisamente Ivanka y su marido son propietarios de una de las viviendas que componen el recinto. Junto a sus hijos suelen ocupar una casa de tres pisos y cinco dormitorios.
En este mismo complejo, además, se celebró hace tan sólo unas semanas el Abierto femenino de golf de Estados Unidos, al que no quiso faltar su propietario.
Más de 100.000 dólares para ser socio
Como cualquier club de golf, Bedminster permite formar parte de un selecto grupo al que actualmente pertenece casi medio millar de miembros. Todos ellos han tenido que desembolsar inicialmente entre 75.000 y 100.000 dólares y pagar una cuota anual que ronda los 22.000, por lo que se trata de un exclusivo club al que tienen acceso sólo unos pocos privilegiados. Todos ellos se reúnen en el complejo para practicar su swing, intercambiar impresiones y relajarse.