Sin ropa es una diva. Con ropa lo es aún más. Y Traci Lords (50 años) se lo puede permitir. Gracias a ella millones de hombres se consolaron así mismos porque se convirtió en una de las actrices porno más importantes de la historia del cine. Mintió sobre su edad, falsificó su partida de nacimiento y se puso a rodar cine X siendo menor de edad. Hasta que la policía la descubrió y protagonizó uno de los procesos judiciales más largos y escandalosos del show business.
"No reniego de mi pasado y, aunque no me guste que me sigan calificando como ex reina del cine X, no tengo de qué avergonzarme. Todos somos producto de lo que hemos hecho", asegura. Mientras sus amigas quinceañeras iban al instituto, Traci rodaba escenas de sexo duro.
Fueron casi tres años y 100 películas. Hasta que entró en vereda y se matriculó en la prestigiosa escuela de interpretación Lee Strasberg, donde estudiaron Marilyn Monroe , James Dean, Robert de Niro (75), Paul Newman (83) e incluso Ana Obregón (63). "El proceso de reciclaje fue muy complicado, pero si eres consciente de que no te va a contratar Disney, todo sigue su curso. Llevo treinta años haciendo películas en Hollywood y me resulta bastante aburrido que a estas alturas me sigan preguntado por el porno". De hecho, detesta que le llamen la ex reina del cine X.
Desde hace tres décadas, sólo desnuda su alma en producciones con un guión inteligente y provocativo. John Waters (72) fue su descubridor para el cine convencional gracias a Cry Baby (1990) junto a Johnny Depp (55) y acaba de aterrizar en Sitges (Barcelona) para presentar Tale of Two Sisters, en el 51 Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, donde también ha recogido el galardón María Honorífica.
Su vida personal ha estado condicionada por su pasado. Sin embargo, ha estado casada en tres ocasiones, la última, con el actor Jeff Gruenewald (55), padre de su único hijo, Joseph (11), "a quien no tengo ningún problema en contarle lo que ha hecho su madre. Todo es mucho más natural de lo que la gente se piensa".
A pesar del sofocante calor, Traci se citó con sus fans para firmar autógrafos. Su asistente le prepara el terreno. Esparce un manojo de rotuladores permanentes de diferentes colores; apila en cuatro montones las fotos que ha sacado de su mochila; da instrucciones precisas de cómo se tiene que desarrollar el evento; le quita la silla al presentador para que se siente la actriz y reincide varias veces en que su cliente no se va a hacer selfies.
Sin embargo, con media sonrisa incómoda y sin quitarse las grandes gafas de sol estilo Jackie Kennedy (64), Traci se fotografía con algunos seguidores. A los pocos minutos, la actriz se levanta de mal humor porque el calor en el interior de la carpa es insoportable. "Vamos a la calle", y todos le siguen como corderitos. No ayuda en nada. Tuerce los labios, se seca el sudor para evitar que el maquillaje se derrita y mira impávida cómo le ponen la mesa plegable, le traen la silla. Se sienta y, como una autómata, prosigue con las firmas.