Ya lo cantaba Marilyn Monroe (36 años) en Los caballeros las prefieren rubias (1953): "Diamonds Are a Girl’s Best Friend" (Los diamantes son los mejores amigos de una chica). Y más de seis décadas después, otra chica rubia platino al ritmo de Shallow, una de las canciones de Ha nacido una estrella (2018), se convirtió en el escaparate mediático para una joya de excepción. Lady Gaga (32) y el diamante Tiffany fueron las auténticas estrellas de la 91ª edición de la gala de los Oscar, donde la cantante se llevó la estatuilla a la mejor canción original.
Sin embargo, en el imaginario colectivo de las últimas generaciones permanece grabado la imagen de este legendario diamante amarillo de 128,54 quilates que la exquisita Audrey Hepburn (63) lució en el collar Ribbon Rosette de Jean Schlumberger (80) durante la sesión de fotos promocionales para el filme Desayuno con diamantes (1961). Enfundada en un exclusivo diseño negro de Givenchy (91), Audrey inmortalizó para siempre el nombre de Tiffany mientras miraba embelesada el escaparate de la emblemática joyería de la quinta avenida de Nueva York. La fábrica de los sueños se había puesto en marcha.
Tan sólo una mujer antes que la actriz, Mary Crocker Alexander (90), nieta de uno de los ejecutivos del primer ferrocarril transcontinental en Estados Unidos y esposa del diplomático Edwin Sheldon Whitehouse (82), se pavoneó con la gema en el baile solidario patrocinado por Tiffany en 1957 en la mansión Marble House de los Vanderbilt en Newport, un exclusivo oasis para ricos y famosos de la costa este americana donde Grace Kelly (52) rodó su última película, Alta sociedad, y en cuyo rodaje se comprometió con Raniero III de Mónaco (81).
Con 141 años de historia, es la primera vez que el Tiffany Diamond aparece en la alfombra roja de los Oscar. La codiciada piedra se descubrió en 1877 en las minas Kimberley o Big Hole de Sudáfrica, consideradas como una de las excavaciones a mano más grandes del planeta. Como fundador de la joyería, Charles Lewis Tiffany (90) pagó 18.000 dólares de entonces por un diamante en bruto de 287,42 quilates. Tras estudiarlo durante un año, el gemólogo George Frederick Kunz (75) lo transformó en un diamante talla cojín de 128,54 quilates y 82 facetas, 24 más de lo normal para que el reflejo de la luz aumente la belleza del que está considerado uno de los diamantes amarillos más grandes y caros de la historia.
Al contrario que otros de sus parientes como el Hope, el Koh-i-Noor y el Orlov negro, que arrastran numerosas maldiciones y muertes legendarias a lo largo de su historia, el Tiffany se vanagloria por ser uno de los estandartes bendecidos del lujo desde el siglo XIX. A pesar de que su precio es incalculable, por mucho que algunos expertos hayan cifrado su valor en 200 millones de euros, una de las anécdotas más curiosas en la historia de esta gema tuvo lugar en 1972 cuando el New York Times publicó en un anuncio por palabras su venta durante veinticuatro horas por el módico precio de 5 millones de dólares (4,5 millones de euros), unos 26 millones de dólares (23 millones de euros) en la actualidad. ¡Y nadie lo compró! Ni tan siquiera Elizabeth Taylor (79) que poseía la colección de joyas privada más importante del mundo tras la reina Isabel II de Inglaterra (92).
Para los amantes de la belleza natural, cualquiera que visite la flagship store de Tiffany en Nueva York puede admirar esta piedra preciosa en una vitrina de la planta a nivel de calle. Para resaltar aún más su beldad, Jean Schlumberger diseñó un pájaro de oro y platino engastado con brillantes que sujeta con sus garras el codiciado brillante amarillo. Este diseño se denomina Pájaro sobre roca y es uno de los más populares entre las damas multimillonarias de la alta sociedad.
El diamante rara vez sale de la joyería, aunque hasta la fecha ha viajado custodiado por fuertes medidas de seguridad secretas al museo Smithsonian de Washington, Dubai, Tokyo, Londre o Pekín.
Lady Gaga ha sido, sin duda, la mujer más fotografiada en la gala del cine más importante del mundo. En esta ocasión, el diamante amarillo colgaba de un extraordinario collar de diamantes blancos de 120 quilates que tardó un año en diseñarse. A juego, la cantante neoyorquina también lució unos pendientes de diamantes amarillos y blancos de Tiffany & Co. Para Reed Krakoff, director artístico de la empresa, "Lady Gaga es una gran creadora, es pura innovación y ha roto muchos moldes. Estoy encantado de que lleve nuestro legendario Tiffany Diamond en la alfombra roja de los Oscar por primera vez desde que se descubrió hace 141 años".
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