Este miércoles, 20 de enero, Donald Trump (74 años) da por finalizada su etapa en la Casa Blanca -al menos de momento, ya que ha amenazado con presentarse de nuevo en las próximas elecciones- y cederá el testigo a Joe Biden (77). Junto al magnate estadounidense también abandonará la residencia presidencial más famosa del planeta su esposa, Melania (50), quien traspasará el estatus de primera dama a Jill Biden (69).
Hace exactamente cuatro años, la bella eslovena sostenía en sus manos la Biblia y la Constitución de Estados Unidos mientras su marido juraba el cargo ante una multitud de fieles del partido republicano y su familia. Melania lucía entonces un elegante vestido azul cielo, con chaqueta cropped de cuello chimenea y guantes largo a juego que recordaba al estilo impoluto de Jacqueline Kennedy. La esposa de Trump completaba el icónico look con un recogido perfecto para la histórica ocasión.
En la gala posterior para celebrar su bienvenida al Despacho Oval, Melania volvió a mostrar su cara más espectacular y optó por un vestido firmado por Hervé Pierre, un ligero diseño con abertura en su falda. Durante el baile presidencial, el matrimonio Trump no dejó de dedicarse sonrisas mutuas, caricias e incluso dulces besos ante los millones de ojos y los flashes de la prensa que querían captar el ambicioso ascenso del siempre polémico hombre de negocios.
Melania se propuso cautivar a la ciudadanía norteamericana con su faceta más lady. Una postura muy diferente a la que mostró durante 8 años su predecesora, Michelle Obama (57), que prefirió que se la evaluara por sus iniciativas antes que por sus trajes. Pero la eslovena parecía querer dejar el protagonismo a su marido en el ámbito político y ella ser su mejor apoyo en lo personal, al menos públicamente.
Así fue durante 18 meses. Un día, la actitud de Melania cambió y rearmó su armario. Dejó los vestidos de princesa a un lado y decidió mostrar una faceta más guerrera, ¿a qué se debió esa transformación aparentemente repentina? Los expertos lo tienen claro.
"Puntualmente, tras el primer año de la legislatura y coincidiendo con alguna polémica de Donald Trump, Melania se vestía con el traje de lucha. Se enfundaba una americana, escogía colores militares o chaquetas de estructuras rudas, para demostrar su poder y batallar ante la adversidad", detalla a JALEOS la estilista y experta en imagen Mónica Cano.
"Es como un escudo para ella, una manera de decir: 'Si atacáis a mi marido, yo respondo'", desliza.
Todo empezó el 22 de junio de 2018 con un abrigo de Zara. Melania vistió esta pieza de color verde militar en cuya espalda se podía leer claramente "I really don't care, do u?", que se traduce como "realmente no me importa, ¿y a ti?". El estilismo fue muy comentado ya que la primera dama lo vistió para acudir a un acto sobre inmigración justo en pleno escándalo por las palabras de su marido en referencia a la frontera con México y a la separación de padres e hijos en la misma. Fue el antes y el después de la hasta entonces dulce e inocente Melania.
A pesar de su cambio, su esencia de elegancia femenina sigue vigente en su estilo, hasta el punto de que muy contadas veces se ha bajado de sus tacones aguja, incluso para meterse en el barro y cavar hoyos con una pala en su jardín ha usado Louboutin de alturas imposibles.
La transformación de sus gestos
En esa misma línea, Leire Arjona, experta en morfopsicología, corrobora la versión de la estilista, ya que según expresa no sólo cambió la forma de vestir sino también la de andar y moverse, para parecer "más segura y menos marioneta" ante el mundo.
"Al inicio de la legislatura de su marido, Melania posaba mucho estática, o caminando a pasos cortos, como a cámara lenta, y se mostraba dulce en sus siempre breves discursos. Sin embargo, según avanzó el mandato de Trump y se multiplicaron los escándalos, los movimientos de Melania fueron más rudos, comenzó a caminar con pasos más largos, casi zancadas, y cada vez que habla en público muestra su cara más contundente y reafirmándose en los mensajes de su marido", detalla la experta.
Del mismo modo ocurre con la interacción que muestra el matrimonio en público: "Cuando llegaron a la Casa Blanca se dejaban ver más cariñosos, cogiéndose la mano, sonriéndose mutuamente... ahora Melania no disimula y de hecho se han captado varias imágenes que han sido virales en redes en las que queda patente que la primera dama ya no está a gusto al lado de su marido o atendiendo a todas sus órdenes y solo sonríe un segundo ante las cámaras y vuelve inmediatamente a su gesto serio de desaprobación", sostiene Arjona al visualizar varios vídeos antiguos y actuales.
"Solo al final de la legislatura, tras los últimos y más rotundos escándalos que han puesto en duda el mandato de Trump incluso por miembros de su propio equipo, Melania ha querido mostrar, al menos públicamente y por última vez, el apoyo a su esposo para cerrar definitivamente su legislatura de la manera más amable posible en lo que respecta a la rumorología acerca de su relación sentimental, pues sumar otro escándalo a estas alturas sólo conseguiría enturbiar aún más el ya agitado adiós del 45° presidente de los Estados Unidos", concluye.
[Más información: Jill Biden, el polo opuesto de Melania Trump: una profesora discreta tras la exuberante modelo]