Hay decisiones que marcan la vida de una persona y la actriz Jennifer Grey (62 años), conocida por su papel protagonista en Dirty Dancing, tiene muy claro cuáles fueron dos de los momentos clave de su historia. Una es su conocida intervención de nariz, tras la cual nadie volvió a llamarla para protagonizar un taquillazo y es que la gente no la identificaba como la chica que había dado vida a Baby.
El otro de ellos ocurrió años antes de su salto a la fama, cuando solo era una adolescente. Una vivencia que hasta ahora se había guardado para ella pero que es uno de los secretos que desvela en su biografía, Out of the Corner. Según cuenta en el libro, bastante antes de su momento de gloria junto al desaparecido Patrick Swayze se quedó embarazada sin pretenderlo.
Por ello, se sometió a un aborto y es que, en sus propias palabras, no era el momento de ser madre. "Si no, no tendría mi vida. No habría tenido la carrera que tuve, no habría tenido nada", ha declarado en una entrevista al periódico The Angeles Times.
Una experiencia que recuerda como algo "muy grave" pero de la que no se arrepiente y es que siempre ha tenido claro que hizo lo correcto. "Y no fue por no tomármelo en serio. Siempre quise tener un hijo. Es solo que no quería tener un hijo siendo una adolescente. No quería tener un bebé en ese momento en el que me encontraba", ha continuado Jennifer, que ahora tiene una hija, Stella Gregg, de 20 años.
Sobre porqué ha elegido este momento para contar su experiencia, la actriz ha asegurado que se siente "desolada" por la decisión del Tribunal Supremo de los Estados Unidos de América de eliminar el derecho constitucional al aborto en todo el país. "No parece real. Esto es tan fundamentalmente erróneo, y es una llamada para que todas las mujeres alcen la voz, porque habíamos asumido, desde 1973, que estaba asegurado que siempre sería nuestra elección y que nunca iba a ser revocada".
['Dirty Dancing', el clásico feminista que no sabías que lo era]
Además, se ha mostrado orgullosa de que Dirty Dancing se convirtiera en un altavoz para denunciar los riesgos de un aborto clandestino. "Vimos a alguien, Penny, sufriendo una hemorragia como consecuencia. Vimos lo que le ocurre a la gente sin medios: a los que tienen dinero y a los que no tienen. Me encanta esa parte de la historia porque era, en realidad, una película feminista dentro de una comedia romántica. Fue un uso perfecto de la historia".