Carlos Vives (62 años) ha regresado a España para presentar su nuevo tour, El rock de mi pueblo vive. La gira comenzó en Sevilla el pasado 10 de julio con un sold out sin precedentes y, cuatro días después, siguió con un show único en el WiZink Center de Madrid que coincidió con la final de la Eurocopa. El artista y sus seguidores, de hecho, celebraron la victoria de España en pleno espectáculo.
"Lo sentí súper especial", confesó al respecto en una conversación con EL ESPAÑOL dos días después del concierto de la capital y minutos antes de subirse al escenario en Marbella. Carlos Vives, alegre y cercano, atendió a este periódico para hablar de su tour, pero también de sus 30 años de carrera.
Aunque es consciente de que puede haber un final, el intérprete de La Bicicleta pretende seguir sumando décadas a su trayectoria musical y al menos, de manera de inminente, no piensa en la retirada. "Quisiera que no se me acabara nunca", confesó a este medio.
Ahora se encuentra en Marbella, donde continúa la gira 'El rock de mi pueblo vive'. ¿Cómo ha hecho para mantener vivo su estilo después de 30 años de carrera?
Tal vez porque el camino que escogí no existía. No existía esa manera de entender y proyectar nuestra tropicalidad de una forma diferente como lo hicimos hace 30 años. También haber escogido una música sencilla y haberlo hecho de la manera en la que lo hicimos me ha mostrado esa familiaridad con la música de otros lugares. Todo el tiempo estamos mostrando lo que nos conecta y eso nos permite hacer cosas nuevas. Trabajar con las raíces siempre termina conectándote con todo. La electrónica y lo moderno, por ejemplo, se alimentan mucho de nuestros patrones ancestrales, de nuestra herencia hispana, africana y americana.
Hace 30 años escogí un camino y me decían "eso no existe en la industria, no va a pasar nada con eso". Unos insistían: "Si quieres tener éxito, sigue a los que hoy tienen éxito". Y otros: "Esto no existe, pero te puede hacer más original". Había una oportunidad de buscar algo original, de trabajar y entender lo que la modernidad y nuestra música podían hacer. Tomar algunas de nuestras raíces y hacer cosas modernas con ellas. Ese ha sido el camino.
Mantiene su esencia, pero también ha sabido adaptarse a los nuevos ritmos.
Cada tiempo trae sus sonidos y sus nuevos instrumentos. Me he encontrado una nueva generación, he trabajado con ellos y aprendo mucho de todo lo que se hace hoy. Traen cosas nuevas y al final necesitan siempre al viejo. A las raíces. Hay mundos que ellos no conocen, pero que uno les acerca.
Tengo la sensación de que usted se deja llevar más por lo que dice su corazón que por lo que indican las tendencias. ¿Es así?
Yo lo llamo industria. Pero tienes toda la razón. Es corazón. Yo me dejé guiar por mi corazón, porque al final estaba trabajando con una música que me conectaba con mi gente, con mi padre, con mi tierra, con un mundo para mí perdido. El día que empecé a hacer música dije: "¿Qué tal si yo hago esto así? ¿Qué cara va a poner mi padre? ¿Qué cara van a poner mis amigos? ¿Los amigos de mi padre? ¿Qué cara van a poner esos viejos compositores que mi padre llevó a la casa?" Yo grabé esas canciones de ellos y lo hice de una manera muy diferente a lo convencional. Yo siempre miré hacia allá y nunca me esperé la respuesta de la industria como tal, sino del público. Yo miraba hacia mi padre, hacia los viejos que me habían enseñado su vallenato, y los veía felices con este joven que lo hacía un poco a su manera, pero había una conexión profunda con ellos.
Su música, y así lo confirman sus conciertos, es seguida por grandes y pequeños. En sus 'shows' hay niños, adultos y mayores.
He sido un rebelde y por eso no me da miedo decir que hago el rock de mi pueblo. Fui rebelde en la manera de hacer las cosas. Empezamos a aplicar patrones cumbieros y vallenatos en los instrumentos eléctricos. En su momento todo empezó a segmentarse en música para jóvenes, en música para adultos, en música para niños. Y yo vengo de una casa en la que todos oíamos y cantábamos las mismas canciones. Y el mensaje que era bueno para los viejos era bueno para los niños.
También trabajé muchos años en televisión y lo que hicimos era para todas las audiencias. Creo que siempre me acostumbré sin pensarlo demasiado. Es como una cosa del afecto. He sido rebelde con la industria. No he creído en esos abismos generacionales, sino en construir puentes para que la música salve. Aprendí a cantar las rancheras y los boleros que cantaban mi abuelo y mi padre. Y a mi hija le gusta cantar en inglés y en otros idiomas, pero lo primero que aprendió fue en español, las mismas canciones que me enseñaron a mí.
Es evidente su vínculo con España. Viene con frecuencia, habla de la herencia española, de la unión entre los hispanos… ¿Se ha planteado alguna vez vivir en nuestro país?
Entre 1995 y 1996 viví aquí por la cantidad de conciertos que tenía. Después, entre 1996 y 1997 viví en Miami porque estaba firmado con una compañía. Digamos que la música me dado la oportunidad de vivir en muchas partes. Pero nunca he pensado en dejar Colombia. He vivido tiempos muy difíciles, me han pasado cosas muy difíciles en los años más complicados, que por menos hubo gente que no regresó a Colombia. Pero no sé. Es una cosa increíble. Yo cuando era joven perdí un poco mi mundo, el de mi padre, y me fui a vivir a Bogotá. Entonces era un lugar desconocido para mí. Pero después se volvió mi vida. Una ciudad que me ha enseñado tanto.
España me encanta y nunca me quiero ir. Me fascina Madrid. Toda España la siento muy familiar. Yo sí sería feliz, yo podría vivir perfectamente aquí. En cualquier rincón de España me siento como en mi casa. Me siento identificado. Lo digo sinceramente. He vivido cosas muy difíciles en mi país y uno aspira a que vengan mejores tiempos, pero que España es un lugar familiar para mí, no me cabe la menor duda. Y si puedo hacer algo por las nuevas generaciones y por mis hijos, es recordarles quiénes somos y qué y cuánto le debemos a nuestra herencia hispana.
¿Cómo hace para compaginar la vida familiar con la profesional?
Por lo general, en verano están de vacaciones y salen trabajos. Y es la posibilidad de viajar con ellos y con Clau [su mujer]. Clau no siempre puede estar porque tenemos una oficina en Bogotá y otra en Miami y tiene trabajo allí. A veces estoy solo. Ahora, por ejemplo, voy al tour de México sin mis hijos y sin Claudia. Pero cuando me sale trabajo en vacaciones, vamos juntos.
¿Cuándo descansa?
Yo no descanso porque no trabajo [ríe]. Cuando no estamos en el tour o en la música, estamos con la fundación. Trabajo con la comunidad y tengo un lugar en Bogotá que es una escuela de música para niños donde estamos siempre inventando cosas. Entonces realmente no descanso. Pienso que uno descansa el día que se muere. No hay mucho tiempo porque también me gusta el mar, ir a nadar, escaparme a correr. Trato de sacar tiempo para todo porque todo me gusta. Me gusta trabajar, me gusta trabajar por la gente o escaparme por ahí para hacer las cosas que me gustan.
Por lo que cuenta, entiendo que mantiene una rutina deportiva. ¿Es una forma de desconectar?
Sí. Cantar la música que canto también me lo permite, porque son canciones en las que uno no se puede quedar muy quieto. Siempre me ha gustado correr, entrenar… También mi época de actor me dio la oportunidad de recrear personajes ciclistas, boxeadores... Yo nací en un equipo de fútbol que era donde trabajaba mi padre. Eso se me quedó en mi ADN. Me gusta moverme y salir a caminar. Yo, poco taxi.
Sus conciertos son el reflejo de su personalidad: alegría y vitalidad. ¿Siempre es así? ¿Qué le pone triste?
Mi música es así. Tengo esa personalidad natural de compartir con la gente, de darles lo mejor. A mí me preocupa lo que nos preocupa a todos. Me pone triste lo que nos pone triste a todos. Hay cosas que no quisiera, especialmente cuando trabajo en Colombia, que tenemos muchos problemas. Pero nos pasan cosas tristes y hay que apoyar y ayudar a cambiarlas. Yo lo hago todo con alegría. El día que no puedo dar una sonrisa a nadie, prefiero no salir.
Es recurrente preguntarle a artistas de larga trayectoria si piensan en la retirada. Aunque ha confesado que uno descansa cuando muere, ¿nunca se le ha pasado por la mente abandonar la música?
No sé. El día que el cuerpo no me dé tanto, pues no voy a cantar sentado. Yo lo voy sintiendo así. Voy viendo cómo la vida nos va tratando. Me da mucha felicidad salir a cantar, quisiera que no se me acabara nunca. Y al final, estar vigente y cantando me permite saber que nos va a ir mejor. Me permite buscar apoyo para la fundación donde trabajamos y llamar la atención sobre lo que hacemos.
¿Siempre tuvo conciencia de su vocación?
Siempre supe por qué cantaba, pero hoy lo tengo más claro porque trabajo en territorios específicos. Gente que conocí cuando era niño y ahora trabajo para ellos. Eso me parece lo más increíble. Hace 30 años no era fácil bregar con la imagen de Colombia. Era muy difícil competir contra toda la barbarie de la tragedia colombiana. Y creo que hemos ganado terreno todos los artistas. Nací allí, vivo allí, mi padre me enseñó a querer eso. Creo que es una manera de ser agradecido con todo lo que me ha dado mi país.