Poesía, sustantivo femenino. Lo dice la RAE pero, fuera de las páginas de su diccionario, el género literario parece escribirse más bien en masculino. A la falta de reconocimiento de las autoras se suma una industria que parece estar hecha más a medida de ellos. “Quizás no ayuda el hecho de que los puestos de decisión -editores, miembros de jurados, críticos, directores de festivales- sigan ocupados por hombres”, dice Elena Medel, autora de Un Día Negro en una Casa de Mentira (Visor) y Chatterton (Visor).
Tomando como ejemplo el Premio Nacional de Poesía, recientemente otorgado a Luis Alberto Cuenca, en los últimos diez años, sólo dos de los ganadores han sido mujeres, Francisca Aguirre, en 2011, y Olvido García, en 2007. Lo mismo ocurre en premios como el Loewe, el Federico García Lorca o el Premio de la Crítica que, en el mismo periodo, han galardonado entre una y tres mujeres. “Ayuda a que exista un panorama desigual que a jurados de los premios con mayor visibilidad les cueste tanto subrayar la calidad de las poetas españolas”, explica Medel. “Es ley de vida y ley social. Si eres hombre, quieras o no, la mayoría de tus referencias, son hombres. Y al revés, si eres mujer. Hay una especie de inercia institucional un poco machista”, analiza Sergio Gaspar, exeditor de DVD Ediciones.
Sin embargo, para Gaspar, hay un elemento más que explica la ausencia de mujeres en el panorama poético reconocido español: “Hace unos años, el número de originales firmados por mujeres que llegaban a la editorial era mucho menor. Y eso tiene que ver con el proceso social de emancipación de las mujeres, su afirmación en el espacio público que es un fenómeno reciente, que llevará tiempo hasta que cambie. Pero en 10 o 20 años, no me sorprendería que gran parte de la poesía española se escribiera por mujeres”.
Son declaraciones desafortunadas e injustas. Hay poesía femenina muy buena, regular y mala, como pasa con la masculina. Ni más, ni menos.
Por ahora, las autoras describen un tratamiento desigual. “Hay un doble rasero, un doble análisis y una doble crítica. A las mujeres se nos mira con mayor lupa. Que el poder literario y editorial esté en manos masculinas influye. Muestras de este machismo son algunas declaraciones recientes de gente con responsabilidad en el sector editorial, que revelan un menosprecio hacía nosotras”, completa Yolanda Castaño, autora de Profundidad de Campo (Visor) y Libro de la egoísta (Visor).
Se refiere a las declaraciones de Chus Visor, editor de las dos poetas, que este verano afirmó, en una entrevista en El Cultural, que “la poesía femenina en España no está a la altura de la otra, de la masculina”. “La editorial siempre demostró interés en mi obra y siempre me sentí bien tratada, no me lo esperaba, la verdad. Pero yo prefiero darle la vuelta a las cosas y verlas por el lado positivo. Siempre me sentí bien tratada por la casa y declaraciones como éstas ayudan a visibilizar determinados prejuicios, abren una conversación sobre ellos y ese es el primer paso para atajarlos y cambiar mentalidades”, cuenta la poeta. “Son declaraciones desafortunadas e injustas. Hay poesía femenina muy buena, regular y mala, como pasa con la masculina. Ni más, ni menos. Me sorprendió. En los muchos años que he estado como editor, no he escuchado nunca una frase equivalente a nadie de la industria”, cuenta Gaspar.
La RAE ya define poeta como 'persona que compone obras poéticas' y persona abarca a hombres y mujeres
Las declaraciones del editor tuvieron respuesta con un manifiesto, firmado por más de 1.700 personas de la cultura, en contra de la discriminación en la poesía. Unos días después, Elena Medel abrió el blog Cien de Cien, donde publica la obra de una poeta española al día. Aunque no ha sido una respuesta directa a las declaraciones, ya que es un proyecto en el que la escritora llevaba años trabajando, Medel pensó que era el momento ideal para hacerlo visible. “Quien desdeña la escritura de las mujeres desdeña, por ceñirnos a nuestro país, en nuestra lengua y a nuestra historia reciente, a Ángela Figuera Aymerich, a Carmen Conde, a Alfonsa de la Torre, a Julia Uceda, a Paloma Palao. Ocurre por ignorancia, en un doble sentido: el del desconocimiento y el de la absoluta falta de interés y de curiosidad. Tiene que ver con la falta de visibilidad, por supuesto: lo que no se nombra, que aquí implica lo que no se edita, lo que no se antologa no existe”, dice la autora.
Poeta, por favor
Elena Medel lleva años reivindicando la palabra poeta, y no poetisa, para referirse a las autoras del género. “La RAE ya define poeta como 'persona que compone obras poéticas' y persona abarca a hombres y mujeres, por lo que poetisa, excluye al concretar”. ¿Y qué decir de la distinción entre poesía femenina y masculina? “La poesía es poesía y punto. Y debería ser juzgada por sus atributos sin importar quién es el autor. Además, el adjetivo de género sólo se pone cuando el autor es una mujer. Lo masculino no está marcado”, añade Castaño. “No tiene ningún sentido y estoy convencido de que esa distinción desaparecerá”, dice Sergio Gaspar, “Pero cuando venimos de una situación en la que la mayoría de antologías, éxitos y premios poéticos tienen sexo masculino, tampoco está mal que nos recuerden que hay una poesía escrita por mujeres, con igual valor y que es cada vez más importante”.
No es que haya una conspiración en contra de las mujeres en la literatura, es que estamos programados de ese modo
Para las autoras, el machismo en la poesía es solamente el reflejo de lo que pasa en una sociedad que aún no ha sido capaz de establecer una igualdad de género en muchos de sus ámbitos. “Existe en la poesía al igual que en otros sectores y ocurre por los mismos factores: educación y falta de conciencia”, dice Medel. “El patriarcado está instalado de manera amable en todos los estadios de la sociedad y es difícil de identificar. Es natural que lo que hace el hombre sea más valorado. Pero no es que haya una conspiración en contra de las mujeres en la literatura, es que estamos programados de ese modo”, analiza Castaño.
Esto influye también en la manera en la que el público se acerca a las obras. “El primer impulso, siempre que pregunto a alguien por sus autores preferidos, es que me contesten con nombres masculinos. Y sólo después de preguntarle si no hay autoras que le gusten, las nombran”, cuenta.
Cambiará este panorama literario cuando cambien las mentalidades. “Somos hijos de la sociedad, si ésta es machista, arrojamos la misma mirada hacia la literatura. Hace falta que evolucionemos, que se destierren las visiones machistas y que no imperen estos prejuicios. Que se visibilice la igualdad de género en la educación”, dice Castaño. Se trata de una evolución histórica y social que viene dando frutos en otras áreas y que se expandirá, inevitablemente a la poesía. “Pasa en la empresa, en la política y pasará en la cultura también”, concluye Gaspar.