Polígrafo, armas automáticas, hachas y pruebas de ADN, el lado salvaje de la violencia de género
José Luis C.M. ha sido condenado por el Supremo a 16 años y 7 meses de cárcel por las continuas agresiones y vejaciones a su expareja.
5 diciembre, 2015 12:40Noticias relacionadas
El Tribunal Supremo ha impuesto una pena de 16 años y 7 meses de cárcel a José Luis C.M. por el intento de homicidio de su expareja, sobre la que vació el cargador de una pistola semiautomática durante una persecución en mayo de 2012. La mujer le había dejado tras una relación que, por unos "celos infundados", degeneró en un cruel acoso y maltrato, llegando a someterla al polígrafo y llevando su ropa interior a un laboratorio de ADN para demostrar que no le era fiel.
La sentencia del alto tribunal, de la que ha sido ponente el magistrado Carlos Granados, incrementa en diez meses la pena inicial de 15 años y 9 meses de cárcel impuesta a este hombre por la Audiencia Provincial de Madrid el pasado mes de marzo, al apreciar la concurrencia de la agravante de abuso de autoridad en el delito de homicidio en grado de tentativa al que había sido condenado.
El relato de hechos probados de la sentencia de la Audiencia de Madrid relata cómo la relación sentimental, que se mantuvo a lo largo de 16 años, cambió cuando el hijo común que ambos tenían comenzó a ir a la guardería. José Luis fue volviéndose entonces "más y más agresivo, con unos celos infundados en la idea de que su pareja le era infiel", según informa Europa Press.
"Puta, reputa, zorra"
También la amenazaba con que se iba a llevar al niño al extranjero y que no le iba a volver a ver más, y llegó incluso a mostrarle un hacha a su pareja diciéndole "¿Ves ésto?, pues estate tranquila mientras no estés con ninguno. El día que te pille con alguno, ya sabes lo que te puede pasar".
José Luis controlaba sus movimientos, la llamaba insistentemente al centro de trabajo para saber con quién estaba y la insultaba de forma constante llamándola "puta, reputa, zorra". Llegó a hacerse una tarjeta duplicada de su teléfono para controlar sus llamadas y mensajes.
La sentencia relata un calvario en el que la mujer tuvo que aguantar constantes puñetazos, reproches, empujones y tirones de pelo, y que cuando ella le abandonó para ir a vivir con su madre, y pese a contar con orden de alejamiento -que se saltaba continuamente-, llegó un día a presentarse en su trabajo, en el Club Internacional del Libro, para gritar: "Que os enteréis todos, que mi mujer es una puta y una zorra que se está follando a todos".
Persecución, disparos y huida
Tras la separación se atribuyó a la mujer la guardia y custodia del hijo menor y el uso y disfrute de la vivienda familiar, y también un régimen de visitas a favor del padre.
El 16 de febrero de 2013, José Luis dejó al niño con su madre y se saltó la orden de alejamiento para acudir a la casa de su expareja y pedirla que bajara al portal. Su expareja, al ver que no traía al niño como debiera haber hecho, quiso irse, pero el hombre la adelantó velozmente con la furgoneta que conducía, una de cuyas ruedas reventó, y tras bajar del coche se fue tras ella.
De acuerdo con Europa Press, durante la persecución el hombre vació el cargador contra su mujer, que caminaba de espaldas, produciéndole varias heridas que le costaron 229 días de curación y le dejaron diversas cicatrices. Después de la persecución José Luis recogió a su hijo en casa de su madre y huyó con el a Benalmádena (Málaga), donde fue detenido dos días después.
El Supremo rechaza los recursos del agresor
El Supremo rechaza todos los motivos del recurso presentado por José Luis, que alegaba la aplicación indebida de la ley a su caso, pese a que se acogió la atenuante de enajenación mental. Pretendía ser eximido or sufrir un "trastorno delirante paranoico celotípico" permanente y por ser consumidor de alcohol y de drogas. A petición de la acusación particular, se aprecia abuso de autoridad y se le aumenta la pena en 10 meses de cárcel.
Además de la pena de prisión, deberá indemnizar a la víctima con 23.800 euros por las lesiones sufridas; 9.135 por las secuelas físicas y con 50.000 euros por daños morales.