“Es un acontecimiento histórico en China tener al fin esta ley. Definitivamente, es un paso positivo”, reconoce el investigador de Amnistía Internacional en Hong Kong, William Nee. “Es un paso positivo -coincide Xulio Ríos, director del Observatorio de Política China de España- porque aborda un tema que permanecía un tanto oculto en China. Refleja el sentido de una creciente responsabilidad de los poderes públicos [en la la violencia doméstica]”.
Estos son los aspectos destacables de la nueva ley de violencia doméstica que ha entrado en vigor este martes en China, según el portavoz de Amnistía Internacional:
- es contra la violencia doméstica en general;
- establece un sistema de aviso sobre el acosador;
- posibilita a las víctimas pedir protección;
- empodera a los gobiernos locales.
Nee explica que la nueva ley engloba medidas contra la violencia doméstica en un ámbito más amplio que la violencia machista. Incluye el maltrato a los menores o ancianos, ejemplifica. E incluso aparentemente dejaba la puerta abierta a reconocer los abusos entre parejas del mismo sexo, pues habla de “personas que conviven”. Pero el director del Despacho de Legislación Social del comité legislativo ya aclaró el pasado diciembre en rueda de prensa que ello “no incluye parejas homosexuales”.
El sistema de aviso sobre los acosadores será por escrito y permitirá la intervención estatal incluso cuando aún no se ha alcanzado el nivel considerado como crimen, explica el portal especializado en legislación china China Law Translate (Traducción Ley China). A partir de ahora la policía enviará un informe detallado del presunto acoso a los comités locales, que podrán inspeccionar el hogar afectado junto a la policía. Es un intento de compensar la falta de actuación de la policía, que “a menudo” descartan delito, porque consideran la violencia doméstica un asunto únicamente familiar.
Dificultades para su implementación
El análisis del portal considera que “sería una ultrasimplificación y prematuro calificar [la nueva ley] como una victoria”. Tampoco lo ve decepcionante; sino que se muestra precavido ante una normativa que necesita “muchas mejoras”. Nee también señala que “aún queda mucho por hacer”.
Tanto Nee como el portal sobre la legislación china apuntan a la pata necesaria para que la ley sea útil, que en este caso no parece ser tan evidente: que las autoridades la apliquen. “Dependerá mucho de cómo se implemente”, reconoce el portavoz de Amnistía.
Para Nee el principal fleco de la nueva ley reside en que deposita “mucha responsabilidad” sobre las espaldas de personas no especializadas en violencia doméstica, como la comunidades locales, colegios o los médicos. Otro fallo que ve es que la ley permite a gobiernos locales proporcionar refugios o albergues a las víctimas, pero no lo exige. Así, aunque es un importante paso hacia adelante en la legislación china, es deficiente.
Todo ello sin contar con que en la cultura China se considera tradicionalmente “la violencia doméstica se considera un asunto privado, no un crimen”, señala Nee. El portal China Law Translate coincide en que hacen falta “cambios en las actitudes sociales para asegurar que la violencia doméstica sea condenada universalmente”.
La aplicación de esta ley será difícil también porque “China es muy grande, compleja y diversa. Hay varios siglos coexistiendo [dependiendo de las zonas] ”, subraya Ríos. “Las posibilidades de su implementación efectiva [es mayor en] zonas urbanas”.
Con todo, nadie niega la importancia de esta nueva ley en el avance de los derechos de la ciudadanía china.