La fresa es una fruta perfecta para todas las ocasiones. En abril, las neveras siempre se llenan de este alimento, fresco, ligero y dulzón. Los beneficios de esta fruta son innumerables. Para empezar, se trata de un alimento con un alto poder antioxidante que lucha contra los radicales libres gracias a su cantidad en Vitamina C (mucho más que la naranja).
Tonifica el sistema digestivo, por eso es perfecta para prevenir las mañas digestiones o incluso los dolores de barriga.
Asimismo, según un estudio de la Escuela de Salud Pública de Harvard (EE.UU), comer tres raciones de fresa a la semana reduce hasta un tercio el riesgo para las mujeres de sufrir un infarto.
También reduce el nivel colesterol malo y los triglicéridos, algo que se descubrió cuando un equipo de voluntarios ingirió medio kilo de fresas al día durante un mes para ver si se producía alguna variación en sus parámetros sanguíneos. Tras finalizar el tratamiento, sus niveles de colesterol malo y triglicéridos se redujeron de forma significativa.
Y, por si no fuera suficiente, la fresa es ideal para evitar el desgaste del esmalte dental, ya que contienen xilitol, una sustancia que ayuda a remineralizar los dientes.
La fresa contiene muchas otras vitaminas que ayudan a frenar el envejecimiento de la piel. Por eso, las fresas que no vayamos a comer las podemos aprovechar preparando con ellas una mascarilla facial, ayudará a combatir el acné por sus propiedades antibacterianas. Lo adecuado es que apliquemos la mascarilla una vez por semana.
Preparación mascarilla:
Toma algunas fresas maduras y mézclalas con una clara de huevo batida a punto de nieve. Aplícala en la cara y deja actuar al menos 10 minutos. Retira con agua tibia.