Entre los museos del Louvre y de Orsay, en una plataforma flotante de más de sesenta metros sobre el río Sena, la firma de cosméticos L'Oréal protagonizó un desfile a favor de una belleza "diversa y democrática" con personalidades como Eva Longoria (43 años), Elle Fanning (20) o la esquiadora paralímpica Marie Bochet (24).
La marca se valió de unas setenta modelos, cantantes y actrices con todo tipo de siluetas, colores de piel, alturas o edades, que lucieron las propuestas de belleza de la firma para este otoño-invierno y los diseños más parisinos de una docena de creadores de moda.
Sobre la pista se pudo ver a Eva Longoria con sus 1,57 metros de altura, a las tops internacionales Doutzen Kroes (33), Liya Kebede (40), la sursudanesa Duckie Thot (22), recién incorporada al elenco de embajadoras de la firma, o a la ex modelo española Judit Mascó (48).
Para Mascó esta fue su oportunidad de regresar a las pasarelas internacionales que abandonó a los principios de los años noventa tras haber sido modelo para casas como Armani o Max Mara.
"Es un desfile para todo tipo de mujeres y yo me siento muy identificada con ese concepto", confesó Mascó entre bambalinas, tras haber pasado por las manos del peluquero Stephane Lancien, que creó para ella un moño alto y ligeramente despeinado.
Mascó, que pasó el fin de semana en la capital del amor acompañada por su marido, el abogado Eduardo Vicente, horas antes del desfile, compartía los nervios y la nostalgia de su regreso: "Ahora hablando con algunas maquilladoras de mi quinta -contó- me recuerdan algún desfile en Milán, me hace mucha ilusión".
A pocos metros de ella, el resto de maquilladores se ocupaban de preparar a la actriz Andie Macdowell (60), la top surcoreana Soo Joo Park, la angoleña Maria Borges y la modelo con vitíligo Winnie Harlow, una de las más aclamadas horas más tarde en la pasarela junto al actor Nikolaj Coster Waldau (48), conocido por su actuación en Juego de Tronos.
"El año pasado hicimos el primer desfile en los Campos Elíseos y como fue un éxito quisimos hacerlo de nuevo y capitanear este mensaje de democratización de la belleza con un desfile abierto al público", explicó Pierre-Emmanuel Angeloglou, el presidente de L'Oréal .
Angeloglou dijo que la compañía había preparado la instalación para permitir que unas 200.000 personas pudieran ver el desfile en directo desde las escaleras en la orilla del río, desde los puentes colindantes y al otro lado del Sena, así como en un barco, desde el que siguieron el espectáculo los invitados VIP.
Si bien fue retransmitido en redes sociales y páginas webs de unos treinta países, la presencia en directo no llegó a ser tan elevada como la anunciada por los organizadores, aunque sí estuvieron presentes varios miles de personas que se encontraban ya emplazadas para seguir el desfile una hora antes de su comienzo.
Entre los asistentes, algún que otro curioso y algún turista perdido pero, en su mayoría dominaban las jóvenes apasionadas por la moda que acudieron a la cita con sus mejores galas, aprovechando que este es el único desfile abierto al público de los más de setenta que acoge París esta semana en el marco de la Fashion Week.
Para instalar la pasarela flotante, "una proeza técnica", según Angeloglou, se necesitaron 35 toneladas de material, seis meses de preparación y una semana de montaje. Además, el tráfico de barcos permaneció cortado durante la media hora del evento.
Un desafío que, salvo la maison Chanel, conocida también por sus espectaculares presentaciones en el interior del Grand Palais, pocas pueden permitirse.
La representación arrancó con una puesta en escena digna de James Bond, con la top Doutzen Kroes que atracó en la pista flotante con un barco de madera, vestida de Isabel Marant y al ritmo de La Seine, interpretada por Vanessa Paradis (45).
También se vieron las creaciones invernales del libanés Elie Saab, del colombiano Esteban Cortázar y de otros como Giambattista Valli, Jacquemus, Ami, Atlein, Poiret, Sonia Rykiel, Off-White o Pierre Hardy. Así como joyas de Chopard, que debieron interpretar con sus diseños su propia versión de La Parisienne.
A diferencia del resto de desfiles, aquí el público no dudó en vitorear, silbar y gritar a sus modelos favoritas, que respondieron con bailes y sonrisas, siguiendo la premisa que habían recibido durante los ensayos: "Recordad que este es un desfile feliz, pasadlo bien".
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