Pese a resistir mejor el frenético ciclo de las tendencias que el resto de prendas, la moda baño también suscita una conciencia medioambiental que da pie a novedades como bañadores hechos a partir de redes de pescar que fueron empleadas por pescadores españoles.
La exposición al sol, al cloro y a la sal acelera la pérdida de elasticidad de esas prendas, acortando su vida útil, en ocasiones, a un solo verano. El nylon, material principal de los trajes de baño, "tarda años en degradarse y acaba en el mar, en la cadena trófica marina y por tanto en nuestros platos. Es tóxico para la naturaleza pero también para el ser humano", ha explicado a EFE María José Caballero, adjunta a la dirección de programas de Greenpeace.
La joven marca francesa Hopaal, que fabrica prendas a base de ropa usada, retales de tela o botellas de plástico, se ha asociado con la empresa española Seaqual para lanzar su primera colección de moda baño, fabricada a partir de desechos marinos.
Seaqual trabaja con ONG, pescadores y programas locales de limpieza de océanos para la recuperación de desechos como redes de pesca, que luego transforma en fibras textiles para fabricar nuevas prendas.
Se trata de piezas con una conciencia ecológica doble: por un lado, por su fabricación basada en el reciclaje, por otro, por su aspecto minimalista y material durable.
"No queremos entrar en el ciclo de la moda rápida, apostamos por crear prendas atemporales tanto en lo estético como en lo práctico", ha explicado Pierrick Libossart, de Hopaal.
Su clientela tiene un perfil comprometido con el medio ambiente, que se interesa por el impacto de las prendas: "Nos preguntan cómo pueden reciclar nuestros envoltorios, si nuestras prendas desprenden partículas contaminantes al mar...", ha contado Libossart.
Las marcas de ropa sostenible se enfrentan al dilema del crecimiento económico, que a priori se opone al concepto de sostenibilidad. Según Libossart, el crecimiento moderado es posible: "No queremos incitar a comprar cosas que nuestros clientes no necesitan y acabar sobreproduciendo, por ello utilizamos el sistema de precompra".
La precompra consiste en producir un prototipo de producto y publicarlo en la web, con todos los detalles de composición y fotos, los clientes lo reservan y a partir de ahí se lanza la producción, de manera que solo se fabrica el volumen demandado.
La ecología vende; por ello, cada vez son más las grandes compañías textiles que, entre su media de 50 microtemporadas anuales, diseñan colecciones cápsula sostenibles. Una práctica conocida como greenwashing, que utilizan para conseguir una imagen más respetuosa con el medio ambiente de cara al público.
"Bajo la etiqueta de 'sostenible', muchas marcas lanzan colecciones con algodón bio y sin embargo, las condiciones de trabajo en sus fábricas siguen siendo lamentables", ha explicado Eloïse Moigno, cofundadora de la plataforma de moda sostenible SloWeAre.
La industria de la moda, creadora de tendencias en masa con fecha de caducidad extremadamente pronta, utiliza desde hace décadas mares y océanos como vertederos de químicos y es actualmente responsable del 20 por ciente de las aguas residuales producidas en el mundo. "Hasta el color de los ríos y mares es del color tendencia de la temporada", ha bromeado Caballero.
Todos los actores de esta nueva corriente de la moda sostenible coinciden en un concepto muy evidente: los precios bajos conllevan una producción precaria y fomentan el consumo desmesurado. "Es necesario reflexionar en el precio que pagamos por la ropa", ha concluido Caballero.
[Más información: La moda sostenible contra la tiranía de las máquinas y la despoblación rural]