Longchamp ha perdido a su presidente, Philippe Cassegrain, que desde hace 60 años había dedicado su energía y su talento al éxito de esta empresa familiar tan reconocida a nivel internacional. El empresario de la industria de la moda murió este sábado a los 83 años debido a complicaciones causadas por la Covid-19. Así lo ha confirmado la marca este lunes, en su perfil de Instagram.
En 1953, con apenas 16 años, Philippe Cassegrain fue introducido por su padre en el funcionamiento de las relaciones internacionales, empezando así un recorrido por el mundo que le llevó hasta África durante dos meses. Un año después, exploró Asia a través de un viaje memorable por Hong Kong, y en 1956 y 1957 desembarcó en Estados Unidos. Durante sus travesías, el empresario siempre iba acompañado de una maleta con muestras de Longchamp: "Tenía como misión reunirme con conocidos de mi padre y presentarles nuestros productos… Tenía curiosidad por todo".
Tras esta experiencia, a su vuelta se unió oficialmente a Longchamp y comenzó a ayudar a su padre a administrar el negocio. Philippe se involucró en el diseño, la fabricación, el marketing y hasta el desarrollo de ventas. De esta manera, aprendió a conocer a la perfección la Maison, que más tarde pasó a ser suya.
En 1972, año en el que Philippe Cassagrain sucedió a su padre, creó las primeras bolsas de viaje en nylon y cuero y empezó el desarrollo de la marca en Asia. Más tarde, en los años 80, con la ayuda de su mujer Michèle Cassegrain, inició una nueva era con el desarrollo de bolsos para mujer. Con ella, precisamente, construyó la red comercial de boutiques Longchamp en el mundo.
Una década más tarde, en 1933, Philippe Cassagrain creó el icónico Le Pliage, un bolso que ahora es reconocido en todo el mundo. Se trata de una pieza que resume a la perfección su filosofía del diseño: sencillez, relevancia y elegancia de las proporciones.
Al igual que el logotipo de la marca, un jinete al galope, Philippe Cassegrain fue un incansable creador con una insaciable curiosidad. Cada temporada trabajó para renovar las colecciones de bolsos de hombre y maletas de viaje. Iba todos los días a la oficina, estaba permanentemente en contacto con los talleres y era un apasionado del dibujo. Él, además, encarnaba todos los valores de Longchamp: sinceridad, dinamismo, optimismo y, en particular, una "curiosidad creativa". Su interés por los demás y su mente abierta fueron una fuente diaria de inspiración para todos.
Ahora, la Maison está en las manos de la tercera generación de los Cassegrain: mientras que Jean, su hijo mayor, es el CEO, y su hermana, Sophie Delafontaine, es la directora creativa, su hermano Olivier se encarga del desarrollo de las boutiques americanas. Hace algunos meses, dos de sus nietos también se unieron a la compañía. Adrien Cassegrain como director de transformación, y Hector Cassegrain como general manager en el Reino Unido. La llegada de la cuarta generación es el signo de la larga trayectoria y el vigor de esta casa francesa, orgullosa de su independencia y autenticidad.
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