"Exprimir el tiempo": las claves para aprender a vivir más lento
granini se une a la filosofía 'slow' con una nueva gama de zumos 100% ECO y la experiencia de cinco expertos que enseñan cómo aprendieron a vivir más el momento.
11 junio, 2021 01:55Noticias relacionadas
Suena el despertador y saltas de la cama para darte una ducha rápida. Pones las tostadas y el café para tomar un desayuno breve mientras contestas a los primeros emails del día. Coges el coche -o, en el mejor de los casos, el autobús- y te quedas 15 minutos parado en el primer atasco. Por fin llegas al trabajo. Te tomas una pausa para almorzar -aunque muchas veces solo sea un sándwich en la propia oficina- y vuelves al trabajo. Acaba la jornada -con suerte, en hora-. De nuevo, coges el coche y te encuentras otro atasco. Llegas a casa, cenas, te vas a la cama y vuelta a empezar.
Este podría ser el resumen de un día cualquiera de una persona cualquiera en una ciudad cualquiera y, aunque se presta a alteraciones -hay quienes todavía consiguen tener un hueco para recoger a los niños del colegio, tomar un café con amigos o pasar por el gimnasio-, reproduce sin ambages la norma de la sociedad occidental actual: la vida acelerada.
Por regla general, las horas del día tienden a llenarse de "cosas que hacer" sin apenas márgenes entre ellas para complacer la idea de hacer cuanto más -cosas- en cuanto menos -tiempo-, lo que irremediablemente conlleva hacerlo a más velocidad. Pero el reloj está comenzando a emitir señales de alarma.
En una sociedad que ha abrazado la costumbre de la rapidez, proliferan las señales que invitan a parar. Organismos como la ONU no censan en su empeño por concienciar de la necesidad de vivir a un ritmo más acorde al de la Tierra -algunos datos: el 33% de la comida se pierde o desperdicia y en 2050, 4.000 millones de personas vivirán en tierras desertificadas-.
Y no solo desde fuera. Con la pandemia y la llamada fatiga del confinamiento, la salud mental de millones de personas ha dado un vuelco radical. Según un estudio de la OMS, la emergencia de la Covid-19 ha perturbado o paralizado los servicios de salud mental esenciales del 93% de los países del mundo como consecuencia del aumento de la demanda de atención. En España, cerca de la mitad de la población manifestó mayor malestar psicológico durante el confinamiento, siendo la ansiedad y la depresión los problemas más prevalentes, según las encuestas sobre salud mental del Centro de Investigaciones Sociológicas.
"Los problemas de salud física, el aislamiento, la falta de contacto social, la dificultad en la conciliación con la vida personal, los cambios de hábitos y los problemas laborales empiezan a pasar factura a la salud mental de la población", advierte un informe de la Confederación Salud Mental España.
Movimiento 'slow'
Frente a todo esto se abre paso el movimiento slow, una llamada a vivir sin prisa, a dejar de mirar continuamente el reloj y centrar la atención en lo que se hace en cada momento. Desde caminar por un parque a leer o comer.
Esta filosofía, aunque se relaciona sobre todo con el medio ambiente, nació en 1986 con la creación de una asociación gastronómica que defendía una alimentación saludable: comer no solo para vivir sino para disfrutar. Así, frente a la cultura del fast food, crearon el slow food, una dinámica que apuesta por materia prima que respete el medio ambiente de productores de proximidad y de temporada y por recetas que recuperen la tradición.
Cada vez más esta se está convirtiendo en la apuesta de marcas firmemente comprometidas con la sostenibilidad y la salud, como granini, que acaba de lanzar una gama 100% ECO con zumos de frutas cultivadas a su tiempo y maduradas sin prisa, sin aditivos ni azúcares añadidos.
En paralelo, la compañía ha creado su primera content-serie, Exprimiendo el tiempo, para, a partir de la experiencia de cinco expertos, dar las claves para aprender a vivir más lento.
Historias inspiradoras
"Tendemos a ver la cocina como algo que nos genera estrés", explica Fabián León en uno de los capítulos. El cocinero anima a darle una vuelta al concepto, a dejar las prisas y centrar la atención en cada producto, "en entender de dónde vienen, de qué manera se han cultivado o cómo han llegado a nuestras manos".
"El hecho de cortar una hoja de menta y centrarme en cómo desprende ese olor es para mí vivir slow", asegura antes de cocinar dos recetas tan saludables como fáciles: unos polos elaborados con zumo granini de manzana 100% ECO, yogur, canela y galleta, y un smoothie a base de zumo de naranja 100% ECO, fresas naturales y menta.
Otro de los protagonistas de la serie es Miklos Selva, que decidió dejar su carrera de fotógrafo para dejarse llevar por el impulso de "parar" su mente. Desde entonces, la meditación se ha convertido en el centro de su vida.
"La mayoría de personas respira arrítmicamente, sobre todo cuando están estresados o con ansiedad. Es entonces cuando debemos forzar la pausa, aunque nuestra mente nos convenza de que no tenemos tiempo", explica. Selva es, junto a su pareja, AlessandraOram, propietario de @ma.na_yogaloft y @recklessred_om, dos espacios dedicados a enseñar estas dos prácticas, yoga y meditación, que ocupan otros dos capítulos de Exprimiendo el tiempo.
"Con el yoga no solo he transformado mi cuerpo físicamente, sino mi mente. Aprender a vivir de forma más lenta es apreciar cada momento del día", explica ella.
Cesc Escolà, uno de los referentes actuales en el sector del fitness, ofrece otra práctica manteniendo el mismo objetivo: parar y conectar con el presente. "Cuando hago deporte solo pienso en ese momento, en qué estoy haciendo, en lo que sudo y lo que me cuesta respirar. Es algo negativo que se transforma en positivo: sé que me cuesta un esfuerzo pero también que me va a ayudar, que al cabo de nada me hace sentir lleno y feliz", explica, refiriéndose al deporte como una forma de mejorar físicamente y mentalmente.