Jean-Paul Gaultier (69 años) dio este miércoles la bienvenida a una nueva era para la marca que revolucionó la moda francesa en los 80, al presentar la primera interpretación de sus piezas por una diseñadora ajena a la casa, la japonesa Chitose Abe (56), que tiró de raíces y de su pasión por la moda deconstruida.
Esta anhelada colaboración entre la modista de, conocida por su trabajo en su firma Sacai, y el eterno 'enfant terrible' de la moda, debió haberse mostrado hace un año, pero la pandemia obligó a posponerla.
Abe ha tenido tiempo de impregnarse de los códigos de Gaultier, que le dio carta blanca al abrirle el acceso a sus archivos, a su equipo de costura, pero sin inmiscuirse en la parte creativa. "No quería influir en ella", reconoció el diseñador en declaraciones al Financial Times.
El resultado visto en pasarela fue prometedor: las prendas icónicas de Gaultier, como sus trajes de raya diplomática, sus jerséis marineros, su gusto por el vaquero o el mítico corsé que encarnó la cantante Madonna (62) tomaron otra connotación en manos de Abe.
Una raya diplomática muy punk
Se apreció sin duda el afán por la deconstrucción de las prendas, una de las introducciones más preciosas de los diseñadores japoneses en las últimas décadas, que permite que una gabardina se convierta en un sugerente vestido con corsé y falda abultada, como levantada por un miriñaque.
El pinstripe, es decir, la raya diplomática, da mucho más juego que un traje de sastrería o un pantalón de oficina: Abe lo introdujo en vestidos tipo saco, en chaquetas alargadas, combinadas con un pañuelo de organza estampado también con la raya. Esta tela también se recrea un corsé, con la manga completamente hilada a base de impermeables, y ajustada cintura por encima de una larguísima camisa blanca convertida en vestido. Incluso se atrevió a convertir este clásico estampado en una gabardina de plumas, un abrigo vestido con corsé ajustado en el pecho.
Lo que parece por delante un mono vaquero se transforma en vestido con falda abultada cuando se ve por detrás, un juego de volúmenes que Abe manejó bien, pues las prendas parecían cambiar de forma según la perspectiva.
Los jerséis marineros de Gaultier ahora toman forma de vestido: el 'kilt' de tartán, la falda típica escocesa, es la parte baja de una camiseta marinera confeccionada en organza y con cola; y los nudos del jersey blanco se alargan hasta los pies con flecos que dan forma a un vestido.
Nuevas colaboraciones
La colección arrancó un sonoro aplauso entre el público en lo que marca un nuevo camino para el futuro de Gaultier, que se retiró de la pasarela oficialmente en enero 2020 cuando anunció proyectos alternativos.
Esta experimentación iniciada con Abe no será la última, pues el creador ya ha explicado que dejará su marca en manos de jóvenes talentos para ver cuál es su interpretación de Gaultier.
El diseñador había tratado de experimentar esta idea ya en los años 1980 en la firma Patou, pero los directivos de la marca rechazaron la propuesta por ser "demasiado costosa".
Ahora se puede permitir este tipo de hazañas gracias, en parte, al éxito de sus fragancias, dos de las cuales se encuentran entre los 10 perfumes más vendidos del mercado internacional.
Abe explicó al Financial Times que todos estos estilismos están inspirados en las piezas más icónicas del francés e interpretadas con un giro, como fue el caso de la gabardina o de las chaquetas 'bomber', pero con la firme de voluntad de que la ropa se venda y se lleve y no que se utilice solo para su contemplación.
Antes de dejar la Alta Costura, Gaultier había abandonado el prêt-à-porter que ahora retoma también con creaciones vendidas por Internet y concebidas en colaboración con jóvenes diseñadores, entre ellos el español Palomo Spain (29).
Al cierre del desfile, Abe salió a saludar junto a un Gaultier sonriente, que parece dispuesto a aprovechar su jubilación para explorar nuevas formas de llegar a las nuevas generaciones o de jugar con su legado, sin duda uno de los más importantes de la industria de la moda francesa en la actualidad.
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