Parece que el método está más que claro si lo que pretendemos es bajar peso: reducir el alcohol, las grasas, los azúcares industriales y los hidratos de carbono. Cualquier profesional o centro de nutrición sería lo primero que te indicase. Esto significa que en nuestra nueva dieta hipocalórica no existiría ni el chocolate, ni el vino, ni el queso (y no, lo de la rima del título no lo hemos hecho intencionadamente). Sin embargo, un importante científico asegura que no hay necesidad de apartar estos pequeños caprichos de nuestro régimen, ya que pueden ayudar a cultivar más bacterias “buenas” en nuestros estómagos que, a su vez, nos ayudarán a controlar el peso.
Tim Spector es profesor en la King’s College London y, en una conferencia dispuesta en el Festival Literario de Oxford, afirmó que el secreto de una dieta exitosa reside en ingerir todo tipo de alimentos, animándonos a no privarnos de nuestras comidas favoritas. Estos consejos – quizá poco ortodoxos- se debe a que Spector cree que una buena alimentación no debe basarse en el recuento de calorías, sino en una flora intestinal saludable.
“De todo lo que ingerimos, las bacterias acaban en nuestro intestino. Allí se diversifican con el resto de comidas. Así que, cuanto más amplio sea nuestro abanico de alimentos, más variedad de microbios en nuestro cuerpo que nos harán fuertes y saludables”, informó Spector al diario Daily Mail.
En este sentido, el profesor Tip Spector asegura que el queso, el vino y el chocolate, son alimentos saludables para nuestro organismo ya que fomentan la creación de bacterias ‘buenas’ en el estómago. Por el contrario, “una dieta de comida chatarra o rápida y de azúcares industriales, puede acabar con la flora intestinal saludable.
El investigador ha explicado que los cambios en nuestra “comunidad microbiana intestinal” pueden ser, en gran parte, responsables de la obesidad. El intestino humano contiene alrededor de 3.500 diferentes especies microbianas. Pero el aumento del consumo de alimentos procesados y “el excesivo uso de antibióticos”, están acabando con esa diversidad, necesaria para nuestra salud. “Hace 15.000 años, nuestros antepasados ingerían una media de 150 distintos ingredientes a la semana”, explicó Spector hace un tiempo. “Hoy en día, la gente consume menos de 20 distintos tipos de alimentos y la mayoría están procesados y hechos a base de maíz, soja, trigo o carne”.